Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
06-11-2024, 02:29 AM
La situación para los 3 trillizos mientras conversaban con el gran Jack se iba tornando algo extraña conforme este hablaba con ellos, demostraba una actitud poco vista por ellos en la villa, que a priori no encajaban del todo con los códigos impuestos del dojo en los aprendices, pero que no cancelarían de ninguna forma. Sin embargo, al fin se presentó ante los jóvenes y se mostró partidario finalmente a llevar la pesada cesta que portaban, punto a favor para el pirata que agradó a los jóvenes.
- Perfecto Jack, pues tómala... Sé que es pesada y el camino es largo, pero gracias a ti podremos llevar el otro encargo hasta el dojo, no es algo que creas que hagamos por escurrir el bulto, tenemos una última tarea que ir a recoger. -
Dijo el joven mientras levantaba la mano para indicar al grupo y a su nuevo integrante que le siguieran con un vaivén. Los 4 se encaminaron unos puestos más adelante hasta que llegaron a un recodo donde algunos talleres se sucedían, se toparon con un portón abierto donde un pilar de 2 metros aguardaba a espaldas de un viejo de gran barriga.
- ¡Hola Sr. Jiroko! Vengo a por el encargo del maestro. -
- ¡Ah! tu debes de ser Dori... Si si mira, te la dejé aquí mismo, la cogieron entre varios hombres para traerla ¿cómo la....... -
Dori, ni corto ni perezoso, cogió de las sogas que rodeaban esa especie de monolito por tallar y se lo echó a la espalda, se volteó con cuidado hacia Jiroko y le dedicó una reverencia en señal de agradecimiento. A su vez, le envió una mirada a Jack, para que este viera que aunque tanto el cómo sus hermanos llevaban las cestas de víveres, el muchacho llevaría la piedra, la carga más pesada. Tras ello, los 4 terminarían de cruzar la avenida y se adentrarían en la selva.
La carga que todos llevaban empezaba a mermar las energías del grupo. Cruzaban la selva a través de un sendero en el que a veces, tenían que sortear algunos obstáculos que salían en el camino. Gruesos trocos podridos lo invadían, así como charcos que se acumulaban, tenían que hacer un esfuerzo extra que iba comiendo el aguante de todos. Pero poco a poco, Jack y los alumnos del dojo, podían mirar atrás para divisar la altura a la que empezaban a encontrarse, el camino se iba acortando, llegando a los dominios del afamado dojo Jigoku no Tsuno, desde los cuales, podrían ver en un claro en el camino más allá en lo más alto del pico, en una escena tan idílica como cuidada con el entorno.
Los 4 se empezaron a encontrar con algunos peregrinos que bajaban, parecía que en el pico más alto del sendero era donde mayor actividad de personas había, después de pasar por el camino que lo llevaba en el más absoluto aislamiento, un rasgo muy característico de la jungla de la isla. La gente se tomaba un alto por el motivo que fuera, algunos incluso saludaban a los mellizos y se ofrecían a llevar la carga, pero instantaneamente los 3 la rechazaban. Por suerte, un rato despues de subir las extenuantes escaleras finales que daban a un arco tallado en piedra gris, Dori ordenó que parasen.
- Bien hasta aquí, soltemos las cosas, iré a avisar a los demás y al volver pasamos todos juntos.... ahora vengo. -
Jack, podría maravillarse de las vistas a las que estaba expuesto, la verde jungla se extendía uniforme por toda la isla, y para su sorpresa, sería llamado por detras con algunos toques en su espalda, tan sutiles como silenciosos. Un hombre con mala pinta salía del dojo, sus ropajes desgastados y un fuerte olor a dejadez lo clasificaban como un vagabundo, era el que peor iba de todos los que en la zona había, y sin pudor se dirigió al pirata grandullón.
- Hola discúlpeme muchacho... ¿le importaría cambiar su espada por la mía? Sé que es casi más un bastón que una katana, y es de madera, pero necesito comer, y la suya en la villa podría sacarle algunos berrys para ir tirando... -
El hombre alzó un boken desgastado por si Jack accedía a la oferta. Podían distinguirse algunas magulladoras y zonas astilladas por la zona media, y no parecía tener ninguna más particularidad en especial. Mientras Dori aparecería por detrás a lo lejos para volver a acercarse al grupo una vez se marchase el vagabundo y poder reencontrarse con sus hermanos y el pirata.
- Perfecto Jack, pues tómala... Sé que es pesada y el camino es largo, pero gracias a ti podremos llevar el otro encargo hasta el dojo, no es algo que creas que hagamos por escurrir el bulto, tenemos una última tarea que ir a recoger. -
Dijo el joven mientras levantaba la mano para indicar al grupo y a su nuevo integrante que le siguieran con un vaivén. Los 4 se encaminaron unos puestos más adelante hasta que llegaron a un recodo donde algunos talleres se sucedían, se toparon con un portón abierto donde un pilar de 2 metros aguardaba a espaldas de un viejo de gran barriga.
- ¡Hola Sr. Jiroko! Vengo a por el encargo del maestro. -
- ¡Ah! tu debes de ser Dori... Si si mira, te la dejé aquí mismo, la cogieron entre varios hombres para traerla ¿cómo la....... -
Dori, ni corto ni perezoso, cogió de las sogas que rodeaban esa especie de monolito por tallar y se lo echó a la espalda, se volteó con cuidado hacia Jiroko y le dedicó una reverencia en señal de agradecimiento. A su vez, le envió una mirada a Jack, para que este viera que aunque tanto el cómo sus hermanos llevaban las cestas de víveres, el muchacho llevaría la piedra, la carga más pesada. Tras ello, los 4 terminarían de cruzar la avenida y se adentrarían en la selva.
La carga que todos llevaban empezaba a mermar las energías del grupo. Cruzaban la selva a través de un sendero en el que a veces, tenían que sortear algunos obstáculos que salían en el camino. Gruesos trocos podridos lo invadían, así como charcos que se acumulaban, tenían que hacer un esfuerzo extra que iba comiendo el aguante de todos. Pero poco a poco, Jack y los alumnos del dojo, podían mirar atrás para divisar la altura a la que empezaban a encontrarse, el camino se iba acortando, llegando a los dominios del afamado dojo Jigoku no Tsuno, desde los cuales, podrían ver en un claro en el camino más allá en lo más alto del pico, en una escena tan idílica como cuidada con el entorno.
Los 4 se empezaron a encontrar con algunos peregrinos que bajaban, parecía que en el pico más alto del sendero era donde mayor actividad de personas había, después de pasar por el camino que lo llevaba en el más absoluto aislamiento, un rasgo muy característico de la jungla de la isla. La gente se tomaba un alto por el motivo que fuera, algunos incluso saludaban a los mellizos y se ofrecían a llevar la carga, pero instantaneamente los 3 la rechazaban. Por suerte, un rato despues de subir las extenuantes escaleras finales que daban a un arco tallado en piedra gris, Dori ordenó que parasen.
- Bien hasta aquí, soltemos las cosas, iré a avisar a los demás y al volver pasamos todos juntos.... ahora vengo. -
Jack, podría maravillarse de las vistas a las que estaba expuesto, la verde jungla se extendía uniforme por toda la isla, y para su sorpresa, sería llamado por detras con algunos toques en su espalda, tan sutiles como silenciosos. Un hombre con mala pinta salía del dojo, sus ropajes desgastados y un fuerte olor a dejadez lo clasificaban como un vagabundo, era el que peor iba de todos los que en la zona había, y sin pudor se dirigió al pirata grandullón.
- Hola discúlpeme muchacho... ¿le importaría cambiar su espada por la mía? Sé que es casi más un bastón que una katana, y es de madera, pero necesito comer, y la suya en la villa podría sacarle algunos berrys para ir tirando... -
El hombre alzó un boken desgastado por si Jack accedía a la oferta. Podían distinguirse algunas magulladoras y zonas astilladas por la zona media, y no parecía tener ninguna más particularidad en especial. Mientras Dori aparecería por detrás a lo lejos para volver a acercarse al grupo una vez se marchase el vagabundo y poder reencontrarse con sus hermanos y el pirata.