Octojin
El terror blanco
06-11-2024, 10:38 AM
Oculta tras los barriles, respiras en silencio mientras escuchas el leve chirrido de la puerta al abrirse y unos pasos resonando en el suelo de la taberna. Puedes asomar la cabeza apenas unos centímetros, lo suficiente para ver cómo dos tipos corpulentos entran, seguidos de otros dos hombres trajeados. Hay uno que parece haberse quedado fuera. Sus voces, aunque bajas, llegan claras a tus oídos en el silencio del lugar.
—Todo está en orden, ¿no? —pregunta uno de los trajeados, con voz controlada y despreocupada.
—Sí, sí. El cargamento está en el muelle, listo para pasar el control. Nuestro hombre dentro hará la vista gorda, como siempre —responde el primero de los dos tipos, con una mueca de suficiencia.
El otro tipo asiente, casi con aburrimiento. Tú, mientras tanto, intentas no hacer ningún movimiento brusco. Tu cuerpo se tensa al escuchar el tono calmado en que hablan de un “cargamento”. ¿Será esto alguna operación de contrabando? ¿Qué clase de mercancía están moviendo aquí?
Los dos trajeados, satisfechos con la respuesta, cruzan la taberna con pasos tranquilos, avanzando hacia el fondo. Sin embargo, apenas dan unos pasos más, algo parece ponerlos en alerta. Uno de los tipos, con el ceño fruncido, murmura en tono alarmado:
—Te juro que estaba aquí, dormida… —dice, mirando alrededor, claramente nervioso.
El segundo tipo empieza a revisar cada rincón, tirando sillas, moviendo mesas y buscando desesperadamente. Pasa cerca de tu escondite un par de veces, y si eres capaz de contener la respiración, pegándote lo más que puedes a la pared, quizá no te vea. Seguramente eso incremente aún más la sensación que has sentido antes, la de que tu corazón fuera a estallar de tanto latir. Si uno de ellos te descubre… prefieres no pensar en lo que podría suceder.
Mientras los tipos buscan frenéticamente, los trajeados suspiran con evidente desgana. Uno de ellos, con un aire de superioridad en su tono, les dice algo mientras se va alejando.
—No estamos aquí para perder el tiempo. Les dijimos que queríamos a esa sirena junto al resto del cargamento el día acordado.
¿Cargamento? ¿Sirena? ¿Qué diantres es ese cargamento y por qué te necesitan a ti específicamente? ¿Y cuál será ese día acordado? Me imagino que tus pensamientos son ahora un torbellino mientras los tipos siguen rebuscando y te ves atrapada en medio de esta situación extraña y alarmante.
Uno de los tipos, finalmente, pierde los estribos y le suelta un golpe al otro en el hombro, en señal de frustración.
—¡Como se entere el jefazo… nos mata! Y todo por no ponerle los malditos grilletes, como te dije. Un par de pastillas no eran suficientes… —gruñe, en un tono que parece tan furioso como asustado.
El otro lo empuja de vuelta, sin quedarse callado.
—La mercancía vale viva, no muerta, ¡inútil! —le replica en voz baja, claramente molesto.
El panorama se queda en un silencio tenso, roto solo por el susurro de las respiraciones nerviosas de los hombres. Desde tu escondite, observas el intercambio y no puedes evitar una mezcla de rabia y desconcierto. ¿Te consideran mercancía? El descaro de estos tipos y cada palabra que dicen solo refuerza tu deseo de salir de esta situación lo antes posible. El hecho de que hablaran de grilletes y de pastillas seguramente haga que algo se te revuelva en el estómago.
Finalmente, los trajeados, hartos de la escena, se dan media vuelta y empiezan a salir por la puerta trasera. La misma puerta que, para tu sorpresa, dejan sin cerrar con llave en esta ocasión.
Los dos primeros tipos más rudos se miran entre sí, intercambiando miradas de reproche y preocupación. Uno de ellos murmura algo ininteligible antes de matar con la mirada a su compañero. Y tras ello, parece que se marcharán por el mismo lugar que lo han hecho los trajeados.
Vaya. Pues aquí tienes, al menos, dos opciones: o seguirles, o salir de tu escondite y enfrentarlos antes de que salgan por la puerta. El silencio vuelve a llenar la taberna, y tú, oculta entre los barriles, seguramente ocupes ese tiempo en buscar qué hacer. Tienes una vía de escape, también la que parece tu única oportunidad de averiguar más sobre lo que planean esos tipos… Y, como no, puedes decidir largarte de allí antes de que vuelvan. Quizá puedas llamar a los tuyos y solucionarlo con ellos pero... ¿No será demasiado tarde? Qué difícil elección.
¿Qué hará nuestra sirena favorita?
—Todo está en orden, ¿no? —pregunta uno de los trajeados, con voz controlada y despreocupada.
—Sí, sí. El cargamento está en el muelle, listo para pasar el control. Nuestro hombre dentro hará la vista gorda, como siempre —responde el primero de los dos tipos, con una mueca de suficiencia.
El otro tipo asiente, casi con aburrimiento. Tú, mientras tanto, intentas no hacer ningún movimiento brusco. Tu cuerpo se tensa al escuchar el tono calmado en que hablan de un “cargamento”. ¿Será esto alguna operación de contrabando? ¿Qué clase de mercancía están moviendo aquí?
Los dos trajeados, satisfechos con la respuesta, cruzan la taberna con pasos tranquilos, avanzando hacia el fondo. Sin embargo, apenas dan unos pasos más, algo parece ponerlos en alerta. Uno de los tipos, con el ceño fruncido, murmura en tono alarmado:
—Te juro que estaba aquí, dormida… —dice, mirando alrededor, claramente nervioso.
El segundo tipo empieza a revisar cada rincón, tirando sillas, moviendo mesas y buscando desesperadamente. Pasa cerca de tu escondite un par de veces, y si eres capaz de contener la respiración, pegándote lo más que puedes a la pared, quizá no te vea. Seguramente eso incremente aún más la sensación que has sentido antes, la de que tu corazón fuera a estallar de tanto latir. Si uno de ellos te descubre… prefieres no pensar en lo que podría suceder.
Mientras los tipos buscan frenéticamente, los trajeados suspiran con evidente desgana. Uno de ellos, con un aire de superioridad en su tono, les dice algo mientras se va alejando.
—No estamos aquí para perder el tiempo. Les dijimos que queríamos a esa sirena junto al resto del cargamento el día acordado.
¿Cargamento? ¿Sirena? ¿Qué diantres es ese cargamento y por qué te necesitan a ti específicamente? ¿Y cuál será ese día acordado? Me imagino que tus pensamientos son ahora un torbellino mientras los tipos siguen rebuscando y te ves atrapada en medio de esta situación extraña y alarmante.
Uno de los tipos, finalmente, pierde los estribos y le suelta un golpe al otro en el hombro, en señal de frustración.
—¡Como se entere el jefazo… nos mata! Y todo por no ponerle los malditos grilletes, como te dije. Un par de pastillas no eran suficientes… —gruñe, en un tono que parece tan furioso como asustado.
El otro lo empuja de vuelta, sin quedarse callado.
—La mercancía vale viva, no muerta, ¡inútil! —le replica en voz baja, claramente molesto.
El panorama se queda en un silencio tenso, roto solo por el susurro de las respiraciones nerviosas de los hombres. Desde tu escondite, observas el intercambio y no puedes evitar una mezcla de rabia y desconcierto. ¿Te consideran mercancía? El descaro de estos tipos y cada palabra que dicen solo refuerza tu deseo de salir de esta situación lo antes posible. El hecho de que hablaran de grilletes y de pastillas seguramente haga que algo se te revuelva en el estómago.
Finalmente, los trajeados, hartos de la escena, se dan media vuelta y empiezan a salir por la puerta trasera. La misma puerta que, para tu sorpresa, dejan sin cerrar con llave en esta ocasión.
Los dos primeros tipos más rudos se miran entre sí, intercambiando miradas de reproche y preocupación. Uno de ellos murmura algo ininteligible antes de matar con la mirada a su compañero. Y tras ello, parece que se marcharán por el mismo lugar que lo han hecho los trajeados.
Vaya. Pues aquí tienes, al menos, dos opciones: o seguirles, o salir de tu escondite y enfrentarlos antes de que salgan por la puerta. El silencio vuelve a llenar la taberna, y tú, oculta entre los barriles, seguramente ocupes ese tiempo en buscar qué hacer. Tienes una vía de escape, también la que parece tu única oportunidad de averiguar más sobre lo que planean esos tipos… Y, como no, puedes decidir largarte de allí antes de que vuelvan. Quizá puedas llamar a los tuyos y solucionarlo con ellos pero... ¿No será demasiado tarde? Qué difícil elección.
¿Qué hará nuestra sirena favorita?