Qazan
Qazan
06-11-2024, 02:24 PM
El camino se hacía cada vez más complicado, con mi Haki iba detectando multitud de animales y alimañas, tantas que era imposible centrarme en una sola aunque no quita que lo intentase a modo de entrenamiento del Haki de observación. Poco a poco podía mantener más la concentración en esos animalillos que merodeaban curiosos aunque apenas unos segundos. Iba mejorando a medida que seguía avanzando. Según me adentraba más y más el terreno se volvía más complicado, pronto se convertiría en una travesía montañosa. Había llegado a la ladera de la montaña y allí se me presentaban varias opciones, mi espíritu aventurero me pedía ponerme a trepar la montaña. En condiciones normales no me habría fijado en el sendero que se entreveía por los árboles, pero el cansancio del combate me había dejado demasiado tocado para ponerme a hacer el simio en la pared rocosa. -Hoy no, pero otro día vendré a escalar-. Dije mientras con resignación caminaba hacía el sendero que había.
Al poco de comenzar a avanzar por el sendero podía sentir cómo este se inclinaba, iniciando así un camino ascendente bordeando la montaña. El camino trazaba una ruta peculiar, con muchos giros, zigzag, piedras más grandes y sueltas que de vez en cuando me provocaban resbalones... Era divertido subir aquella montaña pero hacerlo cargando al pequeño cachorro me lo ponía bastante complicado. Avanzaba imparable e inexorable hasta que de pronto, un rugido me hizo detenerme en seco. -Otra vez no...-. Aquel rugido me resultaba terriblemente familiar, justo cuando pensaba que ya estaba a salvo de los tigres, volví a escuchar a uno de ellos. Me asomé por el borde y pude ver como un tigre de los anteriores parecía haberme seguido. Con tantas alimañas me había resultado imposible diferenciarlo del resto de animalillos, y ahora se convertiría en un gran problema.
Aún no me había repuesto del todo de mis heridas y confrontarlo iba a ser tremendamente complicado. En otras circunstancias lo encararía sin pensármelo dos veces. Nada más rugir el tigre, el pequeño cachorro parecía reaccionar, si bien seguía en fuera de combate, escuchar el rugido comenzó a moverse casi como si por instinto reconociese a la bestia. - No me digas que... ¿Es tu madre?-. Dije sorprendido por la situación pues pensaba que entre los tigres que había destrozado antes se encontraría su madre. - Puedo secuestrarte, domesticarte, hacer que bailes para mi cuando se me antoje... Pero mamá es muy persistente-. Dije mientras con mucho cuidado le dejaba en el suelo. -Hazte fuerte gatito, crece. Y en unos años intenta arrancarme el corazón así como yo lo he hecho con vuestros colmillos-. Aquella era mi manera particular de despedirme de la pequeña cachorrona. Me hubiese gustado llevarla de aventuras junto a los Shirogami, pero su lugar no es con nosotros. Al menos no aún.
Luego de dejar a la cría en el suelo seguí mi camino, mamá tigre no tardaría nada en llegar y estaría a salvo. El camino continuaba de manera sinuosa y escarpada, incluso con algunos tramos de verdadera escalada. - No se para qué quería el viejo que siguiese el camino, si igualmente no es como si se pudiese llegar caminando o de manera segura-. Decía quejándome mientras salvaba el terreno de todas las maneras que podía y seguía avanzando. En vista de que ni siquiera aquí estaba a salvo de grandes depredadores, decidí enfocar mi Haki de observación sobre todo en grandes presencias, obviando de esta manera las alimañas menos peligrosas y centrándome en aquellas que si que pudiesen suponer un peligro real para conseguir mi objetivo.
Al poco de comenzar a avanzar por el sendero podía sentir cómo este se inclinaba, iniciando así un camino ascendente bordeando la montaña. El camino trazaba una ruta peculiar, con muchos giros, zigzag, piedras más grandes y sueltas que de vez en cuando me provocaban resbalones... Era divertido subir aquella montaña pero hacerlo cargando al pequeño cachorro me lo ponía bastante complicado. Avanzaba imparable e inexorable hasta que de pronto, un rugido me hizo detenerme en seco. -Otra vez no...-. Aquel rugido me resultaba terriblemente familiar, justo cuando pensaba que ya estaba a salvo de los tigres, volví a escuchar a uno de ellos. Me asomé por el borde y pude ver como un tigre de los anteriores parecía haberme seguido. Con tantas alimañas me había resultado imposible diferenciarlo del resto de animalillos, y ahora se convertiría en un gran problema.
Aún no me había repuesto del todo de mis heridas y confrontarlo iba a ser tremendamente complicado. En otras circunstancias lo encararía sin pensármelo dos veces. Nada más rugir el tigre, el pequeño cachorro parecía reaccionar, si bien seguía en fuera de combate, escuchar el rugido comenzó a moverse casi como si por instinto reconociese a la bestia. - No me digas que... ¿Es tu madre?-. Dije sorprendido por la situación pues pensaba que entre los tigres que había destrozado antes se encontraría su madre. - Puedo secuestrarte, domesticarte, hacer que bailes para mi cuando se me antoje... Pero mamá es muy persistente-. Dije mientras con mucho cuidado le dejaba en el suelo. -Hazte fuerte gatito, crece. Y en unos años intenta arrancarme el corazón así como yo lo he hecho con vuestros colmillos-. Aquella era mi manera particular de despedirme de la pequeña cachorrona. Me hubiese gustado llevarla de aventuras junto a los Shirogami, pero su lugar no es con nosotros. Al menos no aún.
Luego de dejar a la cría en el suelo seguí mi camino, mamá tigre no tardaría nada en llegar y estaría a salvo. El camino continuaba de manera sinuosa y escarpada, incluso con algunos tramos de verdadera escalada. - No se para qué quería el viejo que siguiese el camino, si igualmente no es como si se pudiese llegar caminando o de manera segura-. Decía quejándome mientras salvaba el terreno de todas las maneras que podía y seguía avanzando. En vista de que ni siquiera aquí estaba a salvo de grandes depredadores, decidí enfocar mi Haki de observación sobre todo en grandes presencias, obviando de esta manera las alimañas menos peligrosas y centrándome en aquellas que si que pudiesen suponer un peligro real para conseguir mi objetivo.