Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
06-11-2024, 07:41 PM
La situación se complicaba, pero eso solo hacía que Mayura encontrara el momento aún más interesante, una nueva oportunidad para demostrar que un Pavo Real siempre encuentra la manera de destacarse. Observó el camino que llevaba a la plaza custodiada, evaluando las opciones con una mirada aguda. Había llegado hasta aquí sin rendirse, y no pensaba dejar que un obstáculo como ese lo detuviera. Sabía que el desafío no era simplemente cruzar; era hacerlo con elegancia, sin que los marines siquiera sospecharan de su presencia.
Volvió su mirada hacia su corpulento compañero, que parecía cada vez más ansioso a medida que se acercaban al punto de encuentro. Con un suspiro teatral, Mayura ajustó su postura, recordando que el plan estaba en sus manos. Este hombre, aunque de gran tamaño y utilidad en momentos de fuerza bruta, no tenía la misma capacidad para moverse entre sombras o idear un plan con la sutileza que él poseía. Se giró hacia su compañero con una expresión de calma que contrastaba con la tensión del ambiente y las palabras desalentadoras con las que este había terminado su frase al presenciar la plaza al frente. — No te preocupes, ahora vamos a jugar, querido. Este es un escenario ideal para un pequeño truco teatral. — Susurró con un tono de que estaba por disfrutar lo que se le había ocurrido. — Te necesito para algo sencillo pero efectivo, asi que sigue mi ritmo e indicaciones. — Continuó para luego tomarse un segundo y observar la configuración de la plaza, a su vez tratando de escuchar o distinguir por donde se pudieran aproximar los marines.
Con la plaza en su punto de mira, Mayura sintió la familiar emoción del desafío, sabiendo que estaba a un paso de ejecutar una fuga tan astuta que dejaría a los marines confundidos y con un rastro enredado de pistas falsas. Sin perder tiempo, le solicitó a su compañero que se agachara junto a una tapa de alcantarilla que se ubicaba en el callejón justo antes de llegar al borde de la plaza y, con la ayuda de su fornido compañero, levantó la pesada tapa de metal, revelando un oscuro y maloliente pasaje hacia las alcantarillas. Aunque la idea de entrar allí le resultaba repulsiva, el plan que había ideado no requería su presencia en esos túneles… sino una distracción convincente.
— Bien, querido, aquí es donde comienza el verdadero espectáculo. — Susurró con su tono melodioso y una sonrisa de satisfacción en el rostro. Indicando a su compañero que permaneciera en silencio y se preparara para el último movimiento, Mayura encendió la linterna y la lanzó con precisión hacia el túnel de la alcantarilla. La linterna flotó en la superficie de la corriente de agua sucia, proyectando sombras titilantes en las paredes de piedra mientras la corriente la arrastraba con la lentitud comparable con cualquier hombre promedio que cojeaba por su herida en la pierna por un balazo. La luz en movimiento podría simular a alguien avanzando por las alcantarillas de manera lenta y cautelosa, y Mayura no dudaba de que los marines, al ver la linterna desplazándose, asumirían que él se había refugiado allí, avanzando con dificultad por el pasadizo subterráneo a causa de su herida en la pierna.
Con una sonrisa confiada, Mayura sacó algunas berries de su bolsillo, terminando de orquestar su plan perfecto. "Perfecto para dirigir la orquesta." Pensó mientras se reincorporaba tratando de obviar el mal olor, y esperaba el momento ideal para actuar, lanzando una moneda hacia un callejón en el lado opuesto de la plaza, provocando un leve sonido metálico al impactar contra una pared. Con suerte podría lograr que los marines cercanos se giraran o dirigiesen en dirección al ruido, mientras él y su compañero aprovechaban el momento para avanzar en silencio, con movimientos calculados y pausados. Repetiría este proceso múltiples veces hasta poder alejarse lo suficiente escondiéndose entre las sombras y objetos que habían en la plaza, hasta lanzar el ultimo berrie en dirección a la alcantarilla que habían dejado destapada y con la linterna siendo arrastrada lentamente.
La idea era sencilla, aprovechar el caos que podrían generar con este juego de sonidos para causar distracciones en movimientos opuestos, alejarse del punto de partida que era el callejón de la tapa abierta y cruzar la plaza entre sombras y objetos de manera discreta. Con suerte podría llamar la atención de todos los marines con este plan y quizás hasta conseguir que se dirijan a las alcantarillas. Si todo salía bien, Mayura dibujaría una sonrisa de triunfo y satisfacción de haber orquestado una salida digna de su estilo. — Y así, el pavo real despliega sus plumas y se eleva sobre sus perseguidores. ¿Qué delicia de espectáculo, no crees grandulón? — Se permitiría susurrar para inmediatamente recuperar la compostura y dar marcha sin parar hasta que ambos finalmente alcanzaran el punto de encuentro.
Por otro lado, aquel dolor punzante siempre se mantuvo pendiente y en segundo plano hasta que completaran el plan. La adrenalina provocada por la exaltación del momento, por el si quiera pensar que sus contrincantes se rebajarían al nivel de ensuciarse en alcantarillados mientras él se mantenía por encima de ellos, le excitaba lo suficiente como para ignorar el dolor hasta cruzar la plaza, dolor que se presentaría con gravedad una vez se encontrasen en la primera zona “despejada” o “segura”.
Volvió su mirada hacia su corpulento compañero, que parecía cada vez más ansioso a medida que se acercaban al punto de encuentro. Con un suspiro teatral, Mayura ajustó su postura, recordando que el plan estaba en sus manos. Este hombre, aunque de gran tamaño y utilidad en momentos de fuerza bruta, no tenía la misma capacidad para moverse entre sombras o idear un plan con la sutileza que él poseía. Se giró hacia su compañero con una expresión de calma que contrastaba con la tensión del ambiente y las palabras desalentadoras con las que este había terminado su frase al presenciar la plaza al frente. — No te preocupes, ahora vamos a jugar, querido. Este es un escenario ideal para un pequeño truco teatral. — Susurró con un tono de que estaba por disfrutar lo que se le había ocurrido. — Te necesito para algo sencillo pero efectivo, asi que sigue mi ritmo e indicaciones. — Continuó para luego tomarse un segundo y observar la configuración de la plaza, a su vez tratando de escuchar o distinguir por donde se pudieran aproximar los marines.
Con la plaza en su punto de mira, Mayura sintió la familiar emoción del desafío, sabiendo que estaba a un paso de ejecutar una fuga tan astuta que dejaría a los marines confundidos y con un rastro enredado de pistas falsas. Sin perder tiempo, le solicitó a su compañero que se agachara junto a una tapa de alcantarilla que se ubicaba en el callejón justo antes de llegar al borde de la plaza y, con la ayuda de su fornido compañero, levantó la pesada tapa de metal, revelando un oscuro y maloliente pasaje hacia las alcantarillas. Aunque la idea de entrar allí le resultaba repulsiva, el plan que había ideado no requería su presencia en esos túneles… sino una distracción convincente.
— Bien, querido, aquí es donde comienza el verdadero espectáculo. — Susurró con su tono melodioso y una sonrisa de satisfacción en el rostro. Indicando a su compañero que permaneciera en silencio y se preparara para el último movimiento, Mayura encendió la linterna y la lanzó con precisión hacia el túnel de la alcantarilla. La linterna flotó en la superficie de la corriente de agua sucia, proyectando sombras titilantes en las paredes de piedra mientras la corriente la arrastraba con la lentitud comparable con cualquier hombre promedio que cojeaba por su herida en la pierna por un balazo. La luz en movimiento podría simular a alguien avanzando por las alcantarillas de manera lenta y cautelosa, y Mayura no dudaba de que los marines, al ver la linterna desplazándose, asumirían que él se había refugiado allí, avanzando con dificultad por el pasadizo subterráneo a causa de su herida en la pierna.
Con una sonrisa confiada, Mayura sacó algunas berries de su bolsillo, terminando de orquestar su plan perfecto. "Perfecto para dirigir la orquesta." Pensó mientras se reincorporaba tratando de obviar el mal olor, y esperaba el momento ideal para actuar, lanzando una moneda hacia un callejón en el lado opuesto de la plaza, provocando un leve sonido metálico al impactar contra una pared. Con suerte podría lograr que los marines cercanos se giraran o dirigiesen en dirección al ruido, mientras él y su compañero aprovechaban el momento para avanzar en silencio, con movimientos calculados y pausados. Repetiría este proceso múltiples veces hasta poder alejarse lo suficiente escondiéndose entre las sombras y objetos que habían en la plaza, hasta lanzar el ultimo berrie en dirección a la alcantarilla que habían dejado destapada y con la linterna siendo arrastrada lentamente.
La idea era sencilla, aprovechar el caos que podrían generar con este juego de sonidos para causar distracciones en movimientos opuestos, alejarse del punto de partida que era el callejón de la tapa abierta y cruzar la plaza entre sombras y objetos de manera discreta. Con suerte podría llamar la atención de todos los marines con este plan y quizás hasta conseguir que se dirijan a las alcantarillas. Si todo salía bien, Mayura dibujaría una sonrisa de triunfo y satisfacción de haber orquestado una salida digna de su estilo. — Y así, el pavo real despliega sus plumas y se eleva sobre sus perseguidores. ¿Qué delicia de espectáculo, no crees grandulón? — Se permitiría susurrar para inmediatamente recuperar la compostura y dar marcha sin parar hasta que ambos finalmente alcanzaran el punto de encuentro.
Por otro lado, aquel dolor punzante siempre se mantuvo pendiente y en segundo plano hasta que completaran el plan. La adrenalina provocada por la exaltación del momento, por el si quiera pensar que sus contrincantes se rebajarían al nivel de ensuciarse en alcantarillados mientras él se mantenía por encima de ellos, le excitaba lo suficiente como para ignorar el dolor hasta cruzar la plaza, dolor que se presentaría con gravedad una vez se encontrasen en la primera zona “despejada” o “segura”.