Ray
Kuroi Ya
06-11-2024, 09:35 PM
Ray no se sorprendió demasiado al ver que los esfuerzos de Octojin y Balagus por derribar la pared a golpes no resultaban especialmente fructíferos. Al fin y al cabo se encontraban en el fondo de una gruta cuya salida estaba hacia el otro lado, lo más probable era que detrás de esas piedras hubiera más piedras.
Sin embargo el joven marine consiguió darse cuenta de un detalle muy importante al seguir con su Haki la presencia del encapuchado. Este ya no se encontraba en la cueva, sino que su voz podía percibirse más lejos, a unos quince o veinte metros más o menos. Fuera de aquella trampa mortal. Y Ray, que había estado siguiendo su rastro de forma prácticamente ininterrumpida, se dio cuenta rápidamente de cómo había logrado escapar. Bajo el agua, buceando y atravesando la pared desde abajo. Pero eso planteaba otro problema. Él era usuario de una fruta del diablo, lo que significaba que el agua del mar era su enemigo natural. No podía nadar, mucho menos llegar por su cuenta hasta el otro lado. Por suerte su amigo era una solución más que evidente. Como buen gyojin, la habilidad para moverse bajo el agua de Octo era absolutamente envidiable, y su fuerza física era mucho más que suficiente para llevar a Ray a cuestas.
Por otro lado estaba el problema de que Balagus había terminado bastante malherido el combate contra el Terror de Goza, sobre todo tras el desprendimiento de las estalactitas. ¿Sería el escualo capaz de cargarles a ambos? El oni era considerablemente más pesado que el humano, pero confiaba ciegamente en las capacidades físicas de su amigo. Así que cuando compartieron la información disponible entre los tres y el habitante del mar les indicó que subieran a su espalda, al peliblanco no le sorprendió.
Siempre resultaba fascinante pensar en cómo las capacidades de los distintos miembros de la brigada se complementaban a la perfección. Taka con sus cortes y tajos rápidos a los que resultaba realmente difícil reaccionar, mientras Camille aportaba la fuerza en el manejo su enorme arma. Octojin con su enorme fuerza física y su capacidad para combatir bajo el agua. El propio Ray con su velocidad y su capacidad para volar e infiltrarse. Atlas con su versatilidad y sus habilidades curativas. Masao con ese poder extraño con el que podía dejar inconscientes a sus enemigos, y Alex, la última incorporación, con su agilidad y su capacidad para atacar sin ser vista y colarse por cualquier recoveco. Constituían una unidad que, aunque extremadamente atípica por su forma de ser y sus convicciones, estaba excelentemente cohesionada y tenía una eficacia verdaderamente sorprendente.
Pero volviendo a la situación en la que se habían visto envueltos, parecía claro que el gas azulado que emanaba de las entrañas de la bestia muerta como un siniestro vapor no era inocuo. O al menos, las probabilidades de que no lo fuera eran más que elevadas. Por si acaso no era recomendable que ninguno de los tres lo inhalara, así que el joven de cabellos plateados lanzó una advertencia a sus compañeros antes de ponerse en movimiento:
- Tapaos la nariz antes de entrar en la zona de ese gas azulado. Algo me dice que no es conveniente que lo inhalemos.
Una vez se hubieron puesto de acuerdo el alférez se encaramó a la espalda de su enorme compañero y se agarró con fuerza. Era consciente de que una vez en el agua podía incluso perder el conocimiento debido a sus poderes, y así se lo hizo saber al gyojin para que lo tuviera en cuenta y no se soltase. Y cuando estuvieron preparados inhaló aire lo más profundamente que fue capaz y se tapó la nariz y la boca con una mano mientras se mantenía agarrado a Octojin con la otra. Sintió el contacto de su cuerpo con las frías aguas y notó cómo las fuerzas le iban abandonando. Solo esperaba que el viaje no fuera excesivamente largo, aunque la distancia a la que podían percibir la presencia del encapuchado hacía presagiar que no tendrían que pasar mucho tiempo bajo el agua.
Sin embargo el joven marine consiguió darse cuenta de un detalle muy importante al seguir con su Haki la presencia del encapuchado. Este ya no se encontraba en la cueva, sino que su voz podía percibirse más lejos, a unos quince o veinte metros más o menos. Fuera de aquella trampa mortal. Y Ray, que había estado siguiendo su rastro de forma prácticamente ininterrumpida, se dio cuenta rápidamente de cómo había logrado escapar. Bajo el agua, buceando y atravesando la pared desde abajo. Pero eso planteaba otro problema. Él era usuario de una fruta del diablo, lo que significaba que el agua del mar era su enemigo natural. No podía nadar, mucho menos llegar por su cuenta hasta el otro lado. Por suerte su amigo era una solución más que evidente. Como buen gyojin, la habilidad para moverse bajo el agua de Octo era absolutamente envidiable, y su fuerza física era mucho más que suficiente para llevar a Ray a cuestas.
Por otro lado estaba el problema de que Balagus había terminado bastante malherido el combate contra el Terror de Goza, sobre todo tras el desprendimiento de las estalactitas. ¿Sería el escualo capaz de cargarles a ambos? El oni era considerablemente más pesado que el humano, pero confiaba ciegamente en las capacidades físicas de su amigo. Así que cuando compartieron la información disponible entre los tres y el habitante del mar les indicó que subieran a su espalda, al peliblanco no le sorprendió.
Siempre resultaba fascinante pensar en cómo las capacidades de los distintos miembros de la brigada se complementaban a la perfección. Taka con sus cortes y tajos rápidos a los que resultaba realmente difícil reaccionar, mientras Camille aportaba la fuerza en el manejo su enorme arma. Octojin con su enorme fuerza física y su capacidad para combatir bajo el agua. El propio Ray con su velocidad y su capacidad para volar e infiltrarse. Atlas con su versatilidad y sus habilidades curativas. Masao con ese poder extraño con el que podía dejar inconscientes a sus enemigos, y Alex, la última incorporación, con su agilidad y su capacidad para atacar sin ser vista y colarse por cualquier recoveco. Constituían una unidad que, aunque extremadamente atípica por su forma de ser y sus convicciones, estaba excelentemente cohesionada y tenía una eficacia verdaderamente sorprendente.
Pero volviendo a la situación en la que se habían visto envueltos, parecía claro que el gas azulado que emanaba de las entrañas de la bestia muerta como un siniestro vapor no era inocuo. O al menos, las probabilidades de que no lo fuera eran más que elevadas. Por si acaso no era recomendable que ninguno de los tres lo inhalara, así que el joven de cabellos plateados lanzó una advertencia a sus compañeros antes de ponerse en movimiento:
- Tapaos la nariz antes de entrar en la zona de ese gas azulado. Algo me dice que no es conveniente que lo inhalemos.
Una vez se hubieron puesto de acuerdo el alférez se encaramó a la espalda de su enorme compañero y se agarró con fuerza. Era consciente de que una vez en el agua podía incluso perder el conocimiento debido a sus poderes, y así se lo hizo saber al gyojin para que lo tuviera en cuenta y no se soltase. Y cuando estuvieron preparados inhaló aire lo más profundamente que fue capaz y se tapó la nariz y la boca con una mano mientras se mantenía agarrado a Octojin con la otra. Sintió el contacto de su cuerpo con las frías aguas y notó cómo las fuerzas le iban abandonando. Solo esperaba que el viaje no fuera excesivamente largo, aunque la distancia a la que podían percibir la presencia del encapuchado hacía presagiar que no tendrían que pasar mucho tiempo bajo el agua.