Atlas
Nowhere | Fénix
06-11-2024, 10:08 PM
Bueno, pues vayamos por partes. El joven cazador herrero afincado en Demon Tooth decide incorporarse a la búsqueda y potencial captura o asesinato de quien ha intentado acabar con el sabio Ryoji Saito. Tras el mismo sujeto va nada más y nada menos que una sargento del Ejército Revolucionario, aunque él no tiene ni la menor idea —hasta donde yo sé al menos— de la identidad real de esa mujer. Mucho menos del asesino, claro, si no el intrépido Detective Stone no tendría que hacerse cargo de la situación en el pueblo.
Sea como sea, Yoshiro, corres siguiendo el recorrido que las presencias de ambos van dejando por delante de ti. Parece ser que se están encaminando en dirección al lugar en el que se erige desde tiempos inmemoriales el Diente Oeste. Corren y corren como alma que lleva el diablo, y tú detrás de ellos. No obstante, llega un momento en que parece que al fin se detienen. Tras varios minutos en los que continúas avanzando finalmente alcanzas un claro en la base del Colmillo. El área se encuentra rodeada de frondosos y robustos árboles de no menos de seis metros de altura. En un día despejado como hoy, el viento mece las hojas en las copas y crea una sinfonía que sirve de banda sonora para el enfrentamiento que está teniendo lugar ante ti.
En el momento de tu llegada, divisas a ambos combatientes en extremos opuestos del claro. Ambos jadean notablemente y lucen heridas en diversos puntos de su anatomía. Ninguna parece ser del todo incapacitante, pero la fatiga y los daños van haciendo mella en ellos. Parece ser que justo cuando apareces se están dando un pequeño descanso para recuperar el aliento y volver a la carga.
Volviendo a la villa, el reputado Detective Stone ha sacado a relucir su carisma para intimidar al resto y meterles las cabras en el corral a los niños. El oficial Matisse se queda un poco sorprendido ante tu reacción inicialmente, Lemon, aunque después te taladra con la mirada en un claro gesto de que probablemente te caiga una buena reprimenda en algún momento. ¿Quién se creerá que es para reñir al adalid de la Causa?
Sea como sea, lo cierto es que tanto Koku como el Mori callado —Kaito de ahora en adelante, que ya era hora de ponerles nombres— finalmente cierran el pico, aunque ambos se miran con claro gesto de odio en el rostro. No tengo ni idea de si eso que dicen haber visto es una impresión errónea producto de la tensión del momento —en realidad sí lo sé— o si verdaderamente alguno lleva razón. En caso de ser así, desde luego tenéis un pequeño gran problema entre manos, ¿no te parece?
Con los ánimos un poco más calmados, aunque no demasiado, Koku se asegura de que su maestro está bien y decide dar una vuelta por los alrededores para asegurarse de que no haya más enemigos ocultos en las cercanías. No parece que esté demasiado interesado en tu sesión de yoga. Del mismo modo, Kaito decide marcharse porque, cito textualmente: "No soporta a ese gilipollas de las gafas". Su hermano intenta convencerle de que se quede y calmarle con ese buen ánimo que es tan característico en él, pero el pobre Taiko no consigue hacer que entre en razón.
—¡Que me dejes! —estalla Kaito mientras se aleja de vosotros seguido por su hermano—. De verdad, no te soporto cuando te pones así. ¿De qué guindo te has caído? Tanto optimismo y buen humor me ponen de una mala hostia que no te puedes ni imaginar. Si no fueses mi hermano y exactamente igual que yo te juro por mamá que ya te habría tirado al mar con una piedra bien grande atada a los pies.
El hastiado discurso de Kaito se pierde en la distancia y os quedáis el oficial Matisse, el sabio y tú. Bueno, y las decenas y decenas de personas que se han quedado en la zona para ver qué pasaba. Inicialmente habían comenzado a huir, pero una vez han visto que las aguas volvían a su cauce han vuelto para intentar enterarse de qué demonios está pasando. No obstante, Ryoji Saito no tarda en comenzar a exhibir de nuevo su buen talante y comienza a dispersar a las masas al tiempo que aplaca los ánimos. No se le ve muy asustado, desde luego.
—Yo sí estaría interesado en esa sesión de yoga —os dice a ti y a Matisse una vez os habéis quedado más o menos solos, tras lo cual os conduce al interior del dojo central. Una vez dentro, retira unas sillas situadas a la derecha y enciende incienso para iniciar la sesión.
Una vez concluida la sesión, si es que finalmente decides llevarla a cabo, los gemelos Mori y Koku regresarán con el grupo. Koku asegura que no ha visto ningún desconocido ni a nadie con aspecto sospechoso en la zona durante su reconocimiento. Kaito simplemente se mantiene en silencio y os mira a todos alternativamente.
—Os juro por lo que más quiero, que es mi hermano, que os he dicho la verdad y he visto lo que he visto.
No obstante, en esta ocasión no insiste ni comienza a gritar en tono beligerante como había hecho anteriormente. ¿Quién sabe? A lo mejor ese optimista empedernido de su hermano sí que tiene la llave para llegar a su corazoncito y calmarle. Yo diría que ha sido la señora Celeste con la cuerda en el vestíbulo..., pero ¿qué opina el célebre Detective Stone?
Sea como sea, Yoshiro, corres siguiendo el recorrido que las presencias de ambos van dejando por delante de ti. Parece ser que se están encaminando en dirección al lugar en el que se erige desde tiempos inmemoriales el Diente Oeste. Corren y corren como alma que lleva el diablo, y tú detrás de ellos. No obstante, llega un momento en que parece que al fin se detienen. Tras varios minutos en los que continúas avanzando finalmente alcanzas un claro en la base del Colmillo. El área se encuentra rodeada de frondosos y robustos árboles de no menos de seis metros de altura. En un día despejado como hoy, el viento mece las hojas en las copas y crea una sinfonía que sirve de banda sonora para el enfrentamiento que está teniendo lugar ante ti.
En el momento de tu llegada, divisas a ambos combatientes en extremos opuestos del claro. Ambos jadean notablemente y lucen heridas en diversos puntos de su anatomía. Ninguna parece ser del todo incapacitante, pero la fatiga y los daños van haciendo mella en ellos. Parece ser que justo cuando apareces se están dando un pequeño descanso para recuperar el aliento y volver a la carga.
Volviendo a la villa, el reputado Detective Stone ha sacado a relucir su carisma para intimidar al resto y meterles las cabras en el corral a los niños. El oficial Matisse se queda un poco sorprendido ante tu reacción inicialmente, Lemon, aunque después te taladra con la mirada en un claro gesto de que probablemente te caiga una buena reprimenda en algún momento. ¿Quién se creerá que es para reñir al adalid de la Causa?
Sea como sea, lo cierto es que tanto Koku como el Mori callado —Kaito de ahora en adelante, que ya era hora de ponerles nombres— finalmente cierran el pico, aunque ambos se miran con claro gesto de odio en el rostro. No tengo ni idea de si eso que dicen haber visto es una impresión errónea producto de la tensión del momento —en realidad sí lo sé— o si verdaderamente alguno lleva razón. En caso de ser así, desde luego tenéis un pequeño gran problema entre manos, ¿no te parece?
Con los ánimos un poco más calmados, aunque no demasiado, Koku se asegura de que su maestro está bien y decide dar una vuelta por los alrededores para asegurarse de que no haya más enemigos ocultos en las cercanías. No parece que esté demasiado interesado en tu sesión de yoga. Del mismo modo, Kaito decide marcharse porque, cito textualmente: "No soporta a ese gilipollas de las gafas". Su hermano intenta convencerle de que se quede y calmarle con ese buen ánimo que es tan característico en él, pero el pobre Taiko no consigue hacer que entre en razón.
—¡Que me dejes! —estalla Kaito mientras se aleja de vosotros seguido por su hermano—. De verdad, no te soporto cuando te pones así. ¿De qué guindo te has caído? Tanto optimismo y buen humor me ponen de una mala hostia que no te puedes ni imaginar. Si no fueses mi hermano y exactamente igual que yo te juro por mamá que ya te habría tirado al mar con una piedra bien grande atada a los pies.
El hastiado discurso de Kaito se pierde en la distancia y os quedáis el oficial Matisse, el sabio y tú. Bueno, y las decenas y decenas de personas que se han quedado en la zona para ver qué pasaba. Inicialmente habían comenzado a huir, pero una vez han visto que las aguas volvían a su cauce han vuelto para intentar enterarse de qué demonios está pasando. No obstante, Ryoji Saito no tarda en comenzar a exhibir de nuevo su buen talante y comienza a dispersar a las masas al tiempo que aplaca los ánimos. No se le ve muy asustado, desde luego.
—Yo sí estaría interesado en esa sesión de yoga —os dice a ti y a Matisse una vez os habéis quedado más o menos solos, tras lo cual os conduce al interior del dojo central. Una vez dentro, retira unas sillas situadas a la derecha y enciende incienso para iniciar la sesión.
Una vez concluida la sesión, si es que finalmente decides llevarla a cabo, los gemelos Mori y Koku regresarán con el grupo. Koku asegura que no ha visto ningún desconocido ni a nadie con aspecto sospechoso en la zona durante su reconocimiento. Kaito simplemente se mantiene en silencio y os mira a todos alternativamente.
—Os juro por lo que más quiero, que es mi hermano, que os he dicho la verdad y he visto lo que he visto.
No obstante, en esta ocasión no insiste ni comienza a gritar en tono beligerante como había hecho anteriormente. ¿Quién sabe? A lo mejor ese optimista empedernido de su hermano sí que tiene la llave para llegar a su corazoncito y calmarle. Yo diría que ha sido la señora Celeste con la cuerda en el vestíbulo..., pero ¿qué opina el célebre Detective Stone?