Masao Toduro
El niño de los lloros
07-11-2024, 01:58 AM
(Última modificación: 07-11-2024, 01:59 AM por Masao Toduro.)
Finalmente, comenzamos a dejar atrás a nuestros compañeros y adentrándonos por el sinuoso sendero, el cual tenía zanjas a todos lados, pero qué sendero no tenía zanjas de uno o dos metros de tarde en tarde, lo que le extraño fue no encontrar algún que otro socavón como pasaba en su barrio.
—Ezo es que aquí llevan las obras mu avanzadas— pensó para sus adentros mientras daba un saltito para cruzar una de las grietas, y es que alguien acostumbrado a los lodazales que era el barrio, cualquier camino era literalmente un camino de rosas.
Y que mejor que recorrer ese camino de florecillas al lado de una abeja, la verdad es que el mundo estaba muy raro, cuántas personas podían decir en el mundo que su jefe era una abeja, al menos seis, bueno algunas más si contábamos los soldados rasos, que claro ahora éramos caciques dentro de la marina, no de los que llevaban muchas medallitas y tenían un casoplón en Marineford, pero sí de los que luego se les quedaba buena pensión. De hecho, ya había terminado de pagar la conmuta de su pena. Ah, sí, bueno que mi jefe era una abeja, y aquella frase que tenía nombre de película de comedia de las que te echaban en verano a las tres de la tarde, era algo raro.
Pero bueno, al menos no era el típico jefe gruñón como el teniente calvo o una mandona como la sargento bribón, de hecho, mezclaba lo cariñoso del primero con la seriedad de la segunda, sin llegar a ser cariñosamente rudo como el primero, ni tan estirada como la segunda ¿le dolería tener metida por el culo esa escoba? Afortunadamente, Ray, pese a toda esa seriedad propia de un jovenzuelo que había “estudiao muzo” y la meticulosidad de un doctor, pues era un tipo cálido y agradable, vamos que podías irte a toma unas cañas con él perfectamente, pero de las de beber, no las de pescar, eso creo que le gustaba al pollo del grupo.
Entre palma y palma, y tras dos o tres canciones de posiblemente la mejor voz que hubiera dado todo el mar del sur, Camela, la abeja maya y yo llegamos a lo que parecía una mesta, bueno al menos parecía que ya no iban a tener que seguir subiendo, que, aunque no lo pareciera era un puto coñazo.
—Una pregunta azín que no entiendo, cuando tuh te transforma con las maldiciones del demonio, no te entran ganas como de ir de flor en flor, es dezir, si ereh una abejah poh hará cosas de abejas ¿No?— pregunté ignorante de los intricados mecanismos de las frutas del diablo, por qué la gente seguía comiendo esas cosas, un misterio, como podías renunciar a entrar al cielo a ver a san pedro, los apóstoles, la virgen y a mismísimo cristo rey, bueno también estaba el espíritu santo, pero si era un espíritu ¿Se le podía ver? ¿O era como esos fantasmas del programa de espíritus que echaban a las tres de la mañana “El bote del misterio”? Otra duda a apuntarse para preguntarle al párroco.
Lo que sí era un misterio eran las ruinas, por un momento se sentía como aquel intrépido aventurero Jonas Indiano ¿Qué clase de trampas habría dentro de ese templo? Bueno, eran unas ruinas y olían a quemado reciente.
—Oye la madera aquí tieneh como muh buen quemar, ¿no? A sabeh cuanto tiempo lleva esto aquí tirado y esto huele como una vela recién apagada, vamos, que ni en la capilla huele azí— comentó a su compañero de manera casual mientras examinaba un tablón chamuscado, bueno tal vez no fuera la madera, sino que realmente allí había habido actividad recientemente.
Fuera como fuera, se aguantó de cantar la sexta canción de los mejores éxitos de Camela “Cuando zarpa el amor”, joder, la verdad es que era un temardo de cojones, bueno, tocaba ponerse serio y ganarse el sueldo, joder que bien iba a entrar la paga con la subida de sueldo, por fin iba a comprar jerez del bueno.
—Ezo es que aquí llevan las obras mu avanzadas— pensó para sus adentros mientras daba un saltito para cruzar una de las grietas, y es que alguien acostumbrado a los lodazales que era el barrio, cualquier camino era literalmente un camino de rosas.
Y que mejor que recorrer ese camino de florecillas al lado de una abeja, la verdad es que el mundo estaba muy raro, cuántas personas podían decir en el mundo que su jefe era una abeja, al menos seis, bueno algunas más si contábamos los soldados rasos, que claro ahora éramos caciques dentro de la marina, no de los que llevaban muchas medallitas y tenían un casoplón en Marineford, pero sí de los que luego se les quedaba buena pensión. De hecho, ya había terminado de pagar la conmuta de su pena. Ah, sí, bueno que mi jefe era una abeja, y aquella frase que tenía nombre de película de comedia de las que te echaban en verano a las tres de la tarde, era algo raro.
Pero bueno, al menos no era el típico jefe gruñón como el teniente calvo o una mandona como la sargento bribón, de hecho, mezclaba lo cariñoso del primero con la seriedad de la segunda, sin llegar a ser cariñosamente rudo como el primero, ni tan estirada como la segunda ¿le dolería tener metida por el culo esa escoba? Afortunadamente, Ray, pese a toda esa seriedad propia de un jovenzuelo que había “estudiao muzo” y la meticulosidad de un doctor, pues era un tipo cálido y agradable, vamos que podías irte a toma unas cañas con él perfectamente, pero de las de beber, no las de pescar, eso creo que le gustaba al pollo del grupo.
Entre palma y palma, y tras dos o tres canciones de posiblemente la mejor voz que hubiera dado todo el mar del sur, Camela, la abeja maya y yo llegamos a lo que parecía una mesta, bueno al menos parecía que ya no iban a tener que seguir subiendo, que, aunque no lo pareciera era un puto coñazo.
—Una pregunta azín que no entiendo, cuando tuh te transforma con las maldiciones del demonio, no te entran ganas como de ir de flor en flor, es dezir, si ereh una abejah poh hará cosas de abejas ¿No?— pregunté ignorante de los intricados mecanismos de las frutas del diablo, por qué la gente seguía comiendo esas cosas, un misterio, como podías renunciar a entrar al cielo a ver a san pedro, los apóstoles, la virgen y a mismísimo cristo rey, bueno también estaba el espíritu santo, pero si era un espíritu ¿Se le podía ver? ¿O era como esos fantasmas del programa de espíritus que echaban a las tres de la mañana “El bote del misterio”? Otra duda a apuntarse para preguntarle al párroco.
Lo que sí era un misterio eran las ruinas, por un momento se sentía como aquel intrépido aventurero Jonas Indiano ¿Qué clase de trampas habría dentro de ese templo? Bueno, eran unas ruinas y olían a quemado reciente.
—Oye la madera aquí tieneh como muh buen quemar, ¿no? A sabeh cuanto tiempo lleva esto aquí tirado y esto huele como una vela recién apagada, vamos, que ni en la capilla huele azí— comentó a su compañero de manera casual mientras examinaba un tablón chamuscado, bueno tal vez no fuera la madera, sino que realmente allí había habido actividad recientemente.
Fuera como fuera, se aguantó de cantar la sexta canción de los mejores éxitos de Camela “Cuando zarpa el amor”, joder, la verdad es que era un temardo de cojones, bueno, tocaba ponerse serio y ganarse el sueldo, joder que bien iba a entrar la paga con la subida de sueldo, por fin iba a comprar jerez del bueno.