Todo sucedió en un instante. La agónica espera les había tensado como la cuerda de un arco, y llegado el momento habían actuado con tal velocidad que sólo era posible estar seguros de una cosa: el saqueador, el señor K., yacía inconsciente en el suelo. Piel pálida, respiración rápida y superficial, pupilas dilatas. Pérdida de la conciencia secundaria a un shock traumático agravado por envenenamiento concomitante, determinó. Está grave, pero sobrevivirá.
El capitán dio órdenes al resto de la tripulación, y al no tener ninguna en particular que seguir decidió encargarse de la primera: ocuparse del bandido. Sabiendo que el resto de la tripulación era de tomar medidas drásticas se apresuró, dedicando miradas hostiles a quien pareciese mostrar interés en atajar el asunto. Una vida era una vida, sin importar de quién fuese. Sus compañeros parecían defender que nadie estaba por encima de los demás, y que por ello aborrecían la esclavitud y a los que la imponían; y sin embargo no tenían reparo en decidir quién debía vivir y quién morir.
Despojó al cuerpo de su arma y de cualquier otro objeto de valor que tuviese, aprovechando para estabilizar las heridas más preocupantes, muestra tangible de lo caro que se pagaba descuidarse ante el ataque de cualquiera de ellos. Cuando hubo terminado, y el cuerpo no tenía más que unas improvisadas vendas, se dirigió a la tripulación.
- Sé lo que opinan de esta clase de personas, lo entiendo y lo comparto. Pero decidir si merece vivir o morir nos pone al mismo nivel de quien decide quién merece ser libre y quién no. - pasó una mirada dura de uno a otro - Propongo que, por ser esclavista, lo marquemos a fuego con la seña de su gremio. Y que lo devolvamos a su bote, para que sea el mar quién decida su destino. Ya no es una amenaza, y no nos ha llegado a ver. Como pago por su mercancía podemos dejarle algunas botellas de vino, por si el agua no le saciase la sed.
Sabía que su propuesta no saciaría la sed de sangre de Balagus ni la de venganza de Silver, y tampoco calmaría la preocupación de Dharkel. Pero quería creer que no se había unido a una de esas bandas piratas que los Marines usarían como propaganda para asustar a la población y justificar sus abusos. Y si se equivocaba... no sería la primera vez ni la última tripulación.
El capitán dio órdenes al resto de la tripulación, y al no tener ninguna en particular que seguir decidió encargarse de la primera: ocuparse del bandido. Sabiendo que el resto de la tripulación era de tomar medidas drásticas se apresuró, dedicando miradas hostiles a quien pareciese mostrar interés en atajar el asunto. Una vida era una vida, sin importar de quién fuese. Sus compañeros parecían defender que nadie estaba por encima de los demás, y que por ello aborrecían la esclavitud y a los que la imponían; y sin embargo no tenían reparo en decidir quién debía vivir y quién morir.
Despojó al cuerpo de su arma y de cualquier otro objeto de valor que tuviese, aprovechando para estabilizar las heridas más preocupantes, muestra tangible de lo caro que se pagaba descuidarse ante el ataque de cualquiera de ellos. Cuando hubo terminado, y el cuerpo no tenía más que unas improvisadas vendas, se dirigió a la tripulación.
- Sé lo que opinan de esta clase de personas, lo entiendo y lo comparto. Pero decidir si merece vivir o morir nos pone al mismo nivel de quien decide quién merece ser libre y quién no. - pasó una mirada dura de uno a otro - Propongo que, por ser esclavista, lo marquemos a fuego con la seña de su gremio. Y que lo devolvamos a su bote, para que sea el mar quién decida su destino. Ya no es una amenaza, y no nos ha llegado a ver. Como pago por su mercancía podemos dejarle algunas botellas de vino, por si el agua no le saciase la sed.
Sabía que su propuesta no saciaría la sed de sangre de Balagus ni la de venganza de Silver, y tampoco calmaría la preocupación de Dharkel. Pero quería creer que no se había unido a una de esas bandas piratas que los Marines usarían como propaganda para asustar a la población y justificar sus abusos. Y si se equivocaba... no sería la primera vez ni la última tripulación.