Henry
Colmillo de Rostock
07-11-2024, 07:06 PM
Pude realizar aquella última estocada con el resto de mis fuerzas. Aunque pudiera seguir luchando después de aquél ataque, solo hubiera podido optar a por un intercambio de cortes. La cara de aquél tipo reflejaba que le había tomado de sorpresa con aquél movimiento, el cual se clavó por completo en su hombro derecho. A pesar del ataque, mi rival tenía la fuerza de voluntad como para separar mi espada de su hombro, pasando claramente un fuerte dolor en el proceso.
El tipo caía al piso, apoyando su espalda a la pared en busca de algo de decencia en sus últimos momentos. Su arma caía al piso, pues era obvio que no tenía las fuerzas como para seguir luchando. En mi caso, yo aún sentía que debía de acabar con aquél tipo en aquél momento de una buena vez y así poder vengar a los reclutas fallecidos. El sujeto saca un nuevo cigarrillo de su ropa, encendiendolo antes de decirme que acabe con él.
— Oh créeme, si fuese por mi estarías muerto ahora mismo... — Con lo agitado que estaba, la sangre qué corría por toda mi cara y cuerpo me daba sin lugar a dudas una apariencia aterradora (aunque la realidad era que un buen puñetazo me pondría en el piso). — Pero soy un marine con un deber que cumplir — Luego de mirar rápidamente alrededor coloqué mis ojos en aquellos cojines del principio.
Con mi katana, rompí aquellos cojines con la idea de crear unos paños con los cuales detener el sangrado en su hombro y otro más para que mantenga la boca cerrada. — Te llevaré ante la justicia... donde pagarás por la sangre qué has derramado... — Me encontraba demasiado agitado como para decir una oración completa. Al tomar algo de aire sabía que debía de marcharme del lugar de inmediato, por lo que levanté aquél y me lo subí al hombro izquierdo, pues el derecho ya estaba bastante jodido.
Cargando a aquél sujeto, el cual solo se le escuchaban unos bajos murmullos por el trapo qué le metí en la boca y un torniquete en el hombro, me dirigí fuera de aquél nido de comadrejas. Una vez salí del callejón la luz del sol me pegó en los ojos casi tan fuerte como los cortes de aquél tipo. Sabía que entre más tiempo me quedase en Rostock más peligro pasaría, pues llevar un hombre lleno de sangre al hombro no era muy normal.
A partir de ahí corrí con todas mis fuerzas hasta las afueras del pueblo, donde empecé a caminar hasta poder llegar al cuartel, aunque siempre checando que no hubiera nadie persiguiendome. Una vez en delante de las puertas del cuartel, los guardias de me recibieron con sorpresa. — No se preocupen por mí, los que importan aquí es entregar a esta sanguijuela... — Mis energías eran casi nulas, tanto así que básicamente me estaba moviendo a base de mi fuerza de voluntad.
Caminé por los pasillos del cuartel, dejando un trazo de sangre el cual no sabría decir a quién pertenecía. Al llegar a la oficina del suboficial Rodgers me encontré con la fortuna de que esta estaba abierta, pues no sabía si tendría la fuerza de tocar a la puerta. — Recluta... Henry... reportándose señor... individuo... capturado... — después de aquellas palabras caí desplomado al suelo, no sin antes haber soltado a aquél saco de patatas a un lado de la oficina. Había caído dormido, tanto así que mis ronquidos se podían escuchar por los pasillos del cuartel.
El tipo caía al piso, apoyando su espalda a la pared en busca de algo de decencia en sus últimos momentos. Su arma caía al piso, pues era obvio que no tenía las fuerzas como para seguir luchando. En mi caso, yo aún sentía que debía de acabar con aquél tipo en aquél momento de una buena vez y así poder vengar a los reclutas fallecidos. El sujeto saca un nuevo cigarrillo de su ropa, encendiendolo antes de decirme que acabe con él.
— Oh créeme, si fuese por mi estarías muerto ahora mismo... — Con lo agitado que estaba, la sangre qué corría por toda mi cara y cuerpo me daba sin lugar a dudas una apariencia aterradora (aunque la realidad era que un buen puñetazo me pondría en el piso). — Pero soy un marine con un deber que cumplir — Luego de mirar rápidamente alrededor coloqué mis ojos en aquellos cojines del principio.
Con mi katana, rompí aquellos cojines con la idea de crear unos paños con los cuales detener el sangrado en su hombro y otro más para que mantenga la boca cerrada. — Te llevaré ante la justicia... donde pagarás por la sangre qué has derramado... — Me encontraba demasiado agitado como para decir una oración completa. Al tomar algo de aire sabía que debía de marcharme del lugar de inmediato, por lo que levanté aquél y me lo subí al hombro izquierdo, pues el derecho ya estaba bastante jodido.
Cargando a aquél sujeto, el cual solo se le escuchaban unos bajos murmullos por el trapo qué le metí en la boca y un torniquete en el hombro, me dirigí fuera de aquél nido de comadrejas. Una vez salí del callejón la luz del sol me pegó en los ojos casi tan fuerte como los cortes de aquél tipo. Sabía que entre más tiempo me quedase en Rostock más peligro pasaría, pues llevar un hombre lleno de sangre al hombro no era muy normal.
A partir de ahí corrí con todas mis fuerzas hasta las afueras del pueblo, donde empecé a caminar hasta poder llegar al cuartel, aunque siempre checando que no hubiera nadie persiguiendome. Una vez en delante de las puertas del cuartel, los guardias de me recibieron con sorpresa. — No se preocupen por mí, los que importan aquí es entregar a esta sanguijuela... — Mis energías eran casi nulas, tanto así que básicamente me estaba moviendo a base de mi fuerza de voluntad.
Caminé por los pasillos del cuartel, dejando un trazo de sangre el cual no sabría decir a quién pertenecía. Al llegar a la oficina del suboficial Rodgers me encontré con la fortuna de que esta estaba abierta, pues no sabía si tendría la fuerza de tocar a la puerta. — Recluta... Henry... reportándose señor... individuo... capturado... — después de aquellas palabras caí desplomado al suelo, no sin antes haber soltado a aquél saco de patatas a un lado de la oficina. Había caído dormido, tanto así que mis ronquidos se podían escuchar por los pasillos del cuartel.