Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
07-11-2024, 11:54 PM
Contemplé a la sargento con ligera curiosidad, para alguien que era parte de la marina, y no parecía ser una erudita en páginas de Akuma no mi, un mero y nimio “presentimiento” no decía mucho, excepto que Anko tenía confianza en sí misma, la suficiente para vender una página de akuma no mi y no titubear a la hora de pensar que no era valiosa. No podía culparla, no sería la primera ni la última persona que por instinto o intuición tenían la idea de que algo poseía más o menos valor o era de una u otra forma, después de todo, en la mayoría de las ocasiones confiaba en mi intuición, aunque prefería fiarme más de mi capacidad para evaluar los hechos y salir de problemas, a pesar de que lo habitual para mi era meterme en ellos. Ladeé la cabeza por un momento, ella realmente se encontraba impávida ¿Sería que no le interesaban las Akuma no Mi?
Asentí lentamente a sus palabras, dándole un trago a mi cerveza– Es posible, pero, como dije, lo comprobaré posteriormente, a fin de cuentas “La basura de uno es el tesoro de otro”.
Esbocé una sonrisa después de citar a Mario Alberto y moví mi jarra de cerveza ligeramente hacia Anko, antes de volver a dejarla en la mesa y comer tranquilamente del consomé con ensalada de frutas mientras la escuchaba activamente, no consideraba estar dividiendo mi atención para nada, podía seguir el ritmo de la charla con relativa facilidad incluso si no la estaba mirando de forma constante. De todos modos mis pensamientos se desviaron hacia lo que ella me estaba diciendo, solo que en profundidad, es decir, para la sargento la página de Akuma no mi y la fruta en sí misma no eran más que objetos que simplemente decoraban su estancia, ya que no los utilizaría, eso podía significar varias cosas: No solo a ella no le interesaban las akuma no mi, tenía una forma de defenderse de ellas que no implicaba haber consumido una, lo que decantaba en otras dos posibles teorías.
. – Eh, en ese caso podría buscar la fruta de la página, me encuentro interesado en tener las capacidades que otorgan las frutas, pueden ser altamente maleables, especialmente para la exploración e investigación. –Reí suavemente ante su buen humor antes de preguntar– Es sorprendente, la mayoría quieren una fruta, tu no, entonces ¿Es posible que prefieras el Haki? ¿O quizás el Kairoseki? –Dejé escapar un jadeo, entrecerrando los ojos– O es una luchadora increíble y podría derrotar a un usuario de Akuma sin siquiera ninguna de esos recursos.
Levanté la solapa de mi abrigo de aviador y saqué de dentro un paquete de cigarrillos, ya llevaba demasiado tiempo sin fumar, por suerte los cigarros que fumaba estaban armados con hojas de plantas de frambuesa, adoraba el sabor que tenían. Golpee suavemente la cajetilla por debajo, sacando un cigarro, me lo llevé a los labios y lo encendí con un mechero rápidamente, tapando el frente para que no se apague apenas intente darle fuego. Sacudí el mechero suavemente para apagarlo y le di una calada al cigarrillo, mirando a Anko con ojos despreocupados, estiré mi mano hacia la página y la atraje de forma lenta, progresiva. Sabía que no me diría nada y que en el bar tampoco me dirían nada por fumar, después de todo muchos marines estaban haciéndolo.
. – Me la llevo, tengo la cantidad de berris que pides. –Deslicé mi mano dentro de la chaqueta de aviador y saqué un sobre de papel madera, sacando una pequeña cantidad de berris que sobraban hasta que quedó en quince millones de berris– Dijiste trece millones, pero 15 me parece lo más justo ¿Los aceptas?
Guardé los berris restantes dentro de uno de los bolsillos interiores de mi chaqueta y le extendí el sobre con el total de berris a su disposición.
Asentí lentamente a sus palabras, dándole un trago a mi cerveza– Es posible, pero, como dije, lo comprobaré posteriormente, a fin de cuentas “La basura de uno es el tesoro de otro”.
Esbocé una sonrisa después de citar a Mario Alberto y moví mi jarra de cerveza ligeramente hacia Anko, antes de volver a dejarla en la mesa y comer tranquilamente del consomé con ensalada de frutas mientras la escuchaba activamente, no consideraba estar dividiendo mi atención para nada, podía seguir el ritmo de la charla con relativa facilidad incluso si no la estaba mirando de forma constante. De todos modos mis pensamientos se desviaron hacia lo que ella me estaba diciendo, solo que en profundidad, es decir, para la sargento la página de Akuma no mi y la fruta en sí misma no eran más que objetos que simplemente decoraban su estancia, ya que no los utilizaría, eso podía significar varias cosas: No solo a ella no le interesaban las akuma no mi, tenía una forma de defenderse de ellas que no implicaba haber consumido una, lo que decantaba en otras dos posibles teorías.
. – Eh, en ese caso podría buscar la fruta de la página, me encuentro interesado en tener las capacidades que otorgan las frutas, pueden ser altamente maleables, especialmente para la exploración e investigación. –Reí suavemente ante su buen humor antes de preguntar– Es sorprendente, la mayoría quieren una fruta, tu no, entonces ¿Es posible que prefieras el Haki? ¿O quizás el Kairoseki? –Dejé escapar un jadeo, entrecerrando los ojos– O es una luchadora increíble y podría derrotar a un usuario de Akuma sin siquiera ninguna de esos recursos.
Levanté la solapa de mi abrigo de aviador y saqué de dentro un paquete de cigarrillos, ya llevaba demasiado tiempo sin fumar, por suerte los cigarros que fumaba estaban armados con hojas de plantas de frambuesa, adoraba el sabor que tenían. Golpee suavemente la cajetilla por debajo, sacando un cigarro, me lo llevé a los labios y lo encendí con un mechero rápidamente, tapando el frente para que no se apague apenas intente darle fuego. Sacudí el mechero suavemente para apagarlo y le di una calada al cigarrillo, mirando a Anko con ojos despreocupados, estiré mi mano hacia la página y la atraje de forma lenta, progresiva. Sabía que no me diría nada y que en el bar tampoco me dirían nada por fumar, después de todo muchos marines estaban haciéndolo.
. – Me la llevo, tengo la cantidad de berris que pides. –Deslicé mi mano dentro de la chaqueta de aviador y saqué un sobre de papel madera, sacando una pequeña cantidad de berris que sobraban hasta que quedó en quince millones de berris– Dijiste trece millones, pero 15 me parece lo más justo ¿Los aceptas?
Guardé los berris restantes dentro de uno de los bolsillos interiores de mi chaqueta y le extendí el sobre con el total de berris a su disposición.