Takahiro
La saeta verde
08-11-2024, 12:06 AM
«Parece un gorrino antes de la matanza», se dijo Takahiro, al escuchar los extraños sonidos que estaba haciendo aquel mugriento pirata.
—¿Estás bien? —le preguntaría Takahiro, volviendo a escuchar sonidos parecidos a una persona a la que estaban agarrando de forma poco delicada por la región escrotal. ¿Qué como sabía que alguien sujetado por los testículos sonaba así? Eso era una historia para otro momento, pero dolía…, y mucho.
Tras ello, el alférez devolvió al pirata junto al resto de sus compañeros maniatados. ¿Qué diantres estaba ocurriendo en aquel lugar? Lo cierto era que la bandera indicaba que no iban a decir mucho, pero esperaba al menos escuchar alguna palabra por parte de aquel sujeto. Dio un pequeño paseo por la cubierta, aunque sin alejarse mucho de los piratas a los que miraba de reojo. Su mano reposaba sobre la empuñadura de su katana. Era un acto reflejo inconsciente, ya que algo no le cuadraba, algo estaba mal en todo eso. Miró al mar, y en ese momento se le ocurrió algo. «Y si tienen…, no eso no puede ser. Y si tal vez…, tampoco. ¡Piensa Taka, piensa!», discurría el marine, a quien tan solo se le ocurrían ideas absurdas.
Fue entonces, cuando el recluta de antes, cuyo nombre no recordaba haberle preguntado, volvió. Estaba nervioso en sus maneras, así que Takahiro plasmó en su cara un gesto calmado y conciliador.
—Dígame, recluta… —hizo un breve ademán con la mano para que se presentara el joven—. ¿Hechizados? —se cuestionó en voz alta, extrañado.
Y como si un haz de luz atravesara su cuerpo e iluminara su mente, se le ocurrió algo. A su cabeza vino la bandera de aquel barco, con una calavera con una mano que llevaba el dedo índice sobre la boca. ¿Qué querría decir? ¿Qué era una banda silenciosa? ¿Qué era una banda que tenía muchos secretos? ¿O acaso que su líder tenía el poder de mandar a callar a las personas? Sus ojos se iluminaron, y en cuanto el recluta terminó de hablar le encomendó otra cosa.
—¿Espadas? —se cuestionó—. Ahora me acerco a observar aquello. Pero ahora tengo otra misión para ti, jovenzuelo. Quiero que cojáis al pirata con el que he intentado hablar —lo señaló con el dedo—. Lo bajéis del barco y lo tiréis al mar durante unos segundos. Sacadlo y metedlo en el agua como si estuvieráis cocinando un pulpo —le ordenó—. Si estoy en lo cierto tras eso hay una probabilidad de que pueda comunicarse de menos. Dígale a Phillip, que es una orden directa mía. Ese hechizo del que me has hablado puede ser el poder de una fruta del diablo, y quizá un buen baño en el mar elimine sus efectos. ¿Qué no lo hace? Al menos despejaremos las ideas del pirata —bromeó Takahiro, con cierta malicia—. Y quiero qué no se os escape, ¿entendido? —su tono de voz se volvió serio, como el de alguien de su rango—. Atadlo de pies y manos como si fuera un cochinillo para meterlo en un horno de piedra, que solo nos faltaría que se nos escapara nadando. Y si después habla, venid a por mi que yo me encargo de interrogarlo.
Dicho aquello, Takahiro echaría un último vistazo a la cubierta y bajaría por la escalera. Al llegar al lugar de las espadas las observó, todas parecían muy normales, pero faltaba una. ¿La habría cogido algún marine codicioso? Era improbable, mas no imposible. Después del altercado en la base, Takahiro sospechaba de la mayoría de sus compañeros, a excepción de los miembros de la L-42.
Allí había marines, así que preguntó si alguno había cogido la espada. Entretanto, el alférez usaría usar su haki de observación para ver si hay alguien en el barco que no hubieran visto todavía. Si él fuera pirata esperaría agazapado en algún lugar secreto, quizá en un doble fondo dentro del barco hasta que todos se fuesen y luego huir agazapado con el botín.
—¿Estás bien? —le preguntaría Takahiro, volviendo a escuchar sonidos parecidos a una persona a la que estaban agarrando de forma poco delicada por la región escrotal. ¿Qué como sabía que alguien sujetado por los testículos sonaba así? Eso era una historia para otro momento, pero dolía…, y mucho.
Tras ello, el alférez devolvió al pirata junto al resto de sus compañeros maniatados. ¿Qué diantres estaba ocurriendo en aquel lugar? Lo cierto era que la bandera indicaba que no iban a decir mucho, pero esperaba al menos escuchar alguna palabra por parte de aquel sujeto. Dio un pequeño paseo por la cubierta, aunque sin alejarse mucho de los piratas a los que miraba de reojo. Su mano reposaba sobre la empuñadura de su katana. Era un acto reflejo inconsciente, ya que algo no le cuadraba, algo estaba mal en todo eso. Miró al mar, y en ese momento se le ocurrió algo. «Y si tienen…, no eso no puede ser. Y si tal vez…, tampoco. ¡Piensa Taka, piensa!», discurría el marine, a quien tan solo se le ocurrían ideas absurdas.
Fue entonces, cuando el recluta de antes, cuyo nombre no recordaba haberle preguntado, volvió. Estaba nervioso en sus maneras, así que Takahiro plasmó en su cara un gesto calmado y conciliador.
—Dígame, recluta… —hizo un breve ademán con la mano para que se presentara el joven—. ¿Hechizados? —se cuestionó en voz alta, extrañado.
Y como si un haz de luz atravesara su cuerpo e iluminara su mente, se le ocurrió algo. A su cabeza vino la bandera de aquel barco, con una calavera con una mano que llevaba el dedo índice sobre la boca. ¿Qué querría decir? ¿Qué era una banda silenciosa? ¿Qué era una banda que tenía muchos secretos? ¿O acaso que su líder tenía el poder de mandar a callar a las personas? Sus ojos se iluminaron, y en cuanto el recluta terminó de hablar le encomendó otra cosa.
—¿Espadas? —se cuestionó—. Ahora me acerco a observar aquello. Pero ahora tengo otra misión para ti, jovenzuelo. Quiero que cojáis al pirata con el que he intentado hablar —lo señaló con el dedo—. Lo bajéis del barco y lo tiréis al mar durante unos segundos. Sacadlo y metedlo en el agua como si estuvieráis cocinando un pulpo —le ordenó—. Si estoy en lo cierto tras eso hay una probabilidad de que pueda comunicarse de menos. Dígale a Phillip, que es una orden directa mía. Ese hechizo del que me has hablado puede ser el poder de una fruta del diablo, y quizá un buen baño en el mar elimine sus efectos. ¿Qué no lo hace? Al menos despejaremos las ideas del pirata —bromeó Takahiro, con cierta malicia—. Y quiero qué no se os escape, ¿entendido? —su tono de voz se volvió serio, como el de alguien de su rango—. Atadlo de pies y manos como si fuera un cochinillo para meterlo en un horno de piedra, que solo nos faltaría que se nos escapara nadando. Y si después habla, venid a por mi que yo me encargo de interrogarlo.
Dicho aquello, Takahiro echaría un último vistazo a la cubierta y bajaría por la escalera. Al llegar al lugar de las espadas las observó, todas parecían muy normales, pero faltaba una. ¿La habría cogido algún marine codicioso? Era improbable, mas no imposible. Después del altercado en la base, Takahiro sospechaba de la mayoría de sus compañeros, a excepción de los miembros de la L-42.
Allí había marines, así que preguntó si alguno había cogido la espada. Entretanto, el alférez usaría usar su haki de observación para ver si hay alguien en el barco que no hubieran visto todavía. Si él fuera pirata esperaría agazapado en algún lugar secreto, quizá en un doble fondo dentro del barco hasta que todos se fuesen y luego huir agazapado con el botín.
KENB601
KENBUNSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
No Aprendida
9
2
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones que exterioricen y de forma superficial las hostilidades que realmente tienen. Así como estimar de forma general quién es alguien más fuerte o más débil que él. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +10 [Reflejos].
Área: [VOLx15] metros | +10 [REF]