Anko
Médica Despiadada
08-11-2024, 07:24 AM
34 de Verano del 724 / Afueras de Rostock
El viento era azotado por el estruendoso sonido de dos fuerzas chocando, puño con puño, brazo con brazo y pierna con pierna, era como una danza de dos expertos en el combate cuerpo a cuerpo. Anko estaba entrenando con Koshiro Uguisu, su padre, ambos vistiendo con su ropa tradicional, pero agregando la capa de la Marina sobre sus hombros, la peli marrón se sentía orgullosa de portar aquella prenda, símbolo de su rango como Oficial, mientras que su padre la portaba por su recién obtenido rango de Vicealmirante.
En medio de aquella danza de golpes, Koshiro se apartó unos cuantos metros para alejarse de Anko y observarla de forma decidida antes de poner toda su fuerza en su pierna izquierda a la vez que levantaba la derecha para posteriormente dar una poderosa patada al aire que desprendió un aura curvada que se dirigía hacia Anko — ¡Rankyaku! — Gritó el Vicealmirante, deseoso de ver cuanto había crecido su hija en el ámbito bélico. Anko no podía fallar en ese momento, debía demostrar porque se había ganado el rango de Alférez en la Marina, con un pequeño salto se elevó en el aire, pero en vez de caer, dio un pisotón al suelo con su botín, golpeando el aire de forma anormal.
Pero no se detuvo ahí, ella continuó dando pisotones al aire, elevándose más y más — Geppo — Susurró para sí misma mientras comenzaba una caminata veloz por el aire para acortar distancia con Koshiro. Era obvio que el hombre corpulento estaba orgulloso de lo que estaba viendo, todas las horas, días y semanas de entrenamiento con su hija habían funcionado y ese día, estaba viendo con sus propios ojos los frutos de aquella semilla que en algún momento decidió plantar. El Rankyaku de Koshiro avanzó sin detenerse hasta impactar con una pared de tierra y rocas, desquebrajándola levemente, la alférez por su parte decidió culminar su caminata por el aire con un golpe mientras caía sobre su padre, colocando todas sus fuerzas disponibles en aquel golpe que ella creía, era fulminante.
Obviamente esto no fue así, aun le quedaba mucho para llegar al nivel de Koshiro, pues este reaccionó de forma rápida al sostener el puño de su hija con su mano derecha, dejándola descender hasta el suelo para atraerla hacia él y terminar con aquel combate de entrenamiento usando un golpe en su estómago, no muy fuerte pero sí suficiente para sacar el aire en el cuerpo de Anko y dejarla fuera de combate. Cuando la muchacha de las gafas cayó al suelo con sus rodillas apoyadas y sus manos sosteniéndola, el Vicealmirante sonrió de forma triunfante, no esperaba que su querida hija lo venciera, esperaba ver un avance en ella y estaba satisfecho de las habilidades demostradas hasta ese momento.
— Una disculpa, Anko, creo que me pasé con aquel golpe — Dijo el vicealmirante de forma burlona pero amable. Anko estaba jadeando mientras su padre le hablaba, tenía que admitir que le frustraba haber perdido de esa manera pero no podía hacer más salvo seguir entrenando y esforzándose, ya no tenía que superar a un simple teniente, ahora su padre era un vicealmirante y superarlo en la jerarquía iba a ser mucho más difícil — No te preocupes… Creo que he recibido ataques peores en mis misiones — Mencionó mientras se levantaba del suelo, levemente recuperada del puñetazo de Koshiro — Esa es mi hija, ya te lo había dicho hace días, pero estoy orgulloso de tus logros, tanto personales como en la Marina, aun recuerdo aquel día… Fue aquí en donde empezamos nuestro entrenamiento del Rokushiki — Dijo nostálgico mientras su mente le hacia una recapitulación de aquellos momentos.