Airgid Vanaidiam
Metalhead
08-11-2024, 10:17 PM
3:00 de la mañana, 31 de Verano del año 724
Habían pasado unas cuantas horas desde que los revolucionarios, como el grupo unido que eran, se presentaron prácticamente al unísono para defender al pequeño Tofun de aquel grupo de... ¿piratas? ¿Quiénes coño eran esos tipos? A Airgid le sonaba que el tontatta le había intentado explicar un poco el contexto de toda aquella pelea, pero la verdad es que no lo recordaba del todo bien a esas alturas de la noche. Tras el combate, los dueños del restaurante naval se mostraron enormemente agradecidos con el caótico grupo, invitándoles a cenar todo lo que quisieran, hasta reventar, sin pagar un berrie y no solo una vez, sino que dijeron que estarían invitados todas las veces que les apeteciera pasarse por allí. Otra cosa no, pero algo que la mayoría tenían en común era que... les gustaba más comer que a un tonto un lápiz. Así que dicha recompensa no pudo ser recogida con mayor alegría y gozo.
Aquella noche se pusieron las botas, comiendo absolutamente de todo. Platos que Airgid nunca había probado, con aspectos especialmente extraños y peculiares, pero sabores increíbles. ¿Cómo era posible que existieran tantas combinaciones de comidas, y que todo quedara tan bien? Eso sí, ni una pizca de fruta que pudiera ocasionarle alguna alergia incómoda, menos mal que Airgid conocía sus propias limitaciones o probablemente se habría intoxicado con semejante cena de buffet libre, donde los platos venían sin parar.
Y siguieron pasando las horas. El restaurante había cerrado, los clientes se habían marchado a sus respectivas habitaciones o a sus barcos, los revolucionarios se habían marchado... y solo quedaban Airgid y Ragnheidr, en el interior de la cocina, entrada ya la madrugada. Ragn se había ofrecido él mismo a cocinar algunos de los platos, pues no era la primera vez que pisaba el Baratie. Además, tras la valentía demostrada, los cocineros habían confiado en él, ofreciéndole cierta libertad para que se adentrara en los fogones y participara en las preparaciones.
Se supone que un buen chef, siempre tiene que dejar la cocina limpia. Se suponía que iban a dedicarse a ello, a limpiar las ollas que habían ensuciado, recoger las mesas de la cocina... pero en la intimidad de aquel restaurante, con todo el mundo durmiendo o en el proceso del sueño, se habían dejado llevar por aquellos sentimientos tan recientes y tan pasionales que estaban comenzando a sentir el uno por el otro. Se encontraban besándose en mitad de la cocina, Airgid subida sobre una de las mesas, haciéndose un hueco entre los platos y utensilios, ignorando si al hacer eso podría estar rompiendo algún vaso. Simplemente disfrutando de aquel momento con él. Solo frenó el beso durante un segundo, para hacer una pregunta clave. — ¿Vamos a... tu habitación? —