Rocket Raccoon
Rocket
09-11-2024, 05:09 AM
Las tensiones que podría haber causado esta chica con la camisa de un caimán parecían haberse calmado luego de que uno de los marinos presentes se levantara de su mesa e hiciese un leve escándalo por la historia que aquella mujer estaba contando. Tras unas breves palabras, aquel sujeto, de un tamaño considerable, volvía a tomar asiento y a seguir bebiendo su bebida y a relajarse con sus demás compañeros de copas, quienes se habían visto medio agitados por la situación. Alguno incluso había hecho el ademán de levantarse de su silla también, por si se presentaba algún problema, pero ni se había terminado de levantar cuando noto que su compañero volvía a tomar asiento.
-Bien, pues parece que las cosas se resolvieron así solitas, jeje- Decía la chica, animada. Volvía a fijar su vista en los demás hombretones que le rodeaban, quienes también se habían alarmado de cierta manera ante la situación de antes.
Y es entonces cuando aquel chico de cabello blanco decide acercarse a la pelinegra, quien en ese momento disponía a terminarse la nueva jarra de cerveza que le habían traído. Contar historias te hace hablar mucho tiempo, y mantener la garganta húmeda es bastante importante. ¿Pero no era preferible tener una botella de agua, en vez de andar emborrachándose con diez machos alrededor? Pues, aquella mujer parecía tenerlo todo bajo control, realmente. -¡Con que por fin te unes a nosotros eh!- Te dedicaba unas palabras al notar que te metías en medio de dos sujetos, los cuales simplemente te cedieron un lugar, mostrando cierto grado de camaradería con cualquiera que decidiera unirse a ellos. Pero tú tenías otros planes, no querías estar ahí escuchando las historias que aquella muchacha tenía para contar, no. Querías a la mujer para ti solo. ¿Lo permitiría el grupo de babosos?
-Nooo no claro que no!- Gritaba uno al otro lado, le faltaba un diente y llevaba un sombrero de cuero, algo ya quebrado por los años.
-No jodas no, sal de aquí enano- A dos puestos a tu derecha, un enorme moreno parecía furioso por querer llevarte a su entretenimiento. Lograste ver que portaba una espada de gran tamaño.
-Espereeeen esperen- Se levantaba la mujer de la mesa. Hacía gestos con sus manos hacia los demás, intentando calmarles. -No me iré mucho tiempo. De seguro es solo un minuto- Volvía su mirada hacia la tuya y levantaba el brazo. -Lamdrosa, ya te conseguí que este chico pagara una bebida. ¿Ves que te soy útil no? Bueno, préstame la cocina un momento.- Bajaba de la mesa y te agarraba de la mano para arrastrarte hacia la puerta que daba con la cocina del lugar. Pudiste notar que no tenía mucha fuerza en su agarre, así que si así lo querías, podrías soltarte sin ningún tipo de problema. -¡Lamdrosa, ya sabes qué traerme!- Te metia en la cocina y cerraba la puerta. Ya ambos adentro del lugar, notaste que no había más nadie, estaban los dos completamente solos.
-¿Te gusté yo, la chica carmesí o el ex-merine?- Se volvía a sentar sobre una de las tantas mesas que ahí había.
-Bien, pues parece que las cosas se resolvieron así solitas, jeje- Decía la chica, animada. Volvía a fijar su vista en los demás hombretones que le rodeaban, quienes también se habían alarmado de cierta manera ante la situación de antes.
Y es entonces cuando aquel chico de cabello blanco decide acercarse a la pelinegra, quien en ese momento disponía a terminarse la nueva jarra de cerveza que le habían traído. Contar historias te hace hablar mucho tiempo, y mantener la garganta húmeda es bastante importante. ¿Pero no era preferible tener una botella de agua, en vez de andar emborrachándose con diez machos alrededor? Pues, aquella mujer parecía tenerlo todo bajo control, realmente. -¡Con que por fin te unes a nosotros eh!- Te dedicaba unas palabras al notar que te metías en medio de dos sujetos, los cuales simplemente te cedieron un lugar, mostrando cierto grado de camaradería con cualquiera que decidiera unirse a ellos. Pero tú tenías otros planes, no querías estar ahí escuchando las historias que aquella muchacha tenía para contar, no. Querías a la mujer para ti solo. ¿Lo permitiría el grupo de babosos?
-Nooo no claro que no!- Gritaba uno al otro lado, le faltaba un diente y llevaba un sombrero de cuero, algo ya quebrado por los años.
-No jodas no, sal de aquí enano- A dos puestos a tu derecha, un enorme moreno parecía furioso por querer llevarte a su entretenimiento. Lograste ver que portaba una espada de gran tamaño.
-Espereeeen esperen- Se levantaba la mujer de la mesa. Hacía gestos con sus manos hacia los demás, intentando calmarles. -No me iré mucho tiempo. De seguro es solo un minuto- Volvía su mirada hacia la tuya y levantaba el brazo. -Lamdrosa, ya te conseguí que este chico pagara una bebida. ¿Ves que te soy útil no? Bueno, préstame la cocina un momento.- Bajaba de la mesa y te agarraba de la mano para arrastrarte hacia la puerta que daba con la cocina del lugar. Pudiste notar que no tenía mucha fuerza en su agarre, así que si así lo querías, podrías soltarte sin ningún tipo de problema. -¡Lamdrosa, ya sabes qué traerme!- Te metia en la cocina y cerraba la puerta. Ya ambos adentro del lugar, notaste que no había más nadie, estaban los dos completamente solos.
-¿Te gusté yo, la chica carmesí o el ex-merine?- Se volvía a sentar sobre una de las tantas mesas que ahí había.