Galhard
Gal
09-11-2024, 11:06 PM
Galhard observó a Asradi mientras hablaba, disfrutando de la tranquilidad que la rodeaba en medio del bullicio de la fiesta. Cada uno parecía tener una razón para estar ahí esa noche, y Asradi, con esa mezcla de misterio y calidez, despertaba su curiosidad de una manera genuina. Era difícil saber qué la había llevado a Kilombo, un lugar tan particular, en el que tanto marines como habitantes encontraban a veces un respiro, y otras, un desafío.
Tomó un nuevo trozo de marisco y lo saboreó lentamente antes de mirar de nuevo a Asradi con una sonrisa relajada. La atmósfera de la fiesta parecía haberlos envuelto en un pequeño refugio donde las preocupaciones del mundo exterior, aunque presentes, se sentían lejanas.
—Siempre he pensado que hay lugares a los que uno llega por un motivo, aunque al principio no lo entienda —dijo, intentando invitarla a abrirse sin hacer presión—. Kilombo no es el típico lugar de paso, ¿no crees? No muchos terminan aquí sin tener algo en mente… un propósito o incluso solo una necesidad de desconectar, ya que no es tu primera vez por aquí quizás te hayas dado cuenta.—
Al decir esto, lanzó una mirada rápida hacia el mar, como si buscara en él la respuesta a sus propias palabras. Volvió a Asradi, con la esperanza de que pudiera sentirse cómoda compartiendo, aunque fuera solo una anécdota. Era consciente de que Kilombo reunía a personas con historias de vida tan diversas como las olas que rompían en su orilla.
Tomó aire, y con un tono más ligero, añadió:
—Por mi parte, ya sabes que terminé aquí por asignación de la Marina. Un destino curioso, pero he aprendido a valorarlo. La vida en el mar es algo que me resulta natural, pero en Kilombo… es como si cada rincón tuviera algo que enseñarte, incluso cuando uno cree que ya lo sabe todo. Una boda entre un tonttata y una mujer octogenaria — Galhard lanzó una breve risa aún asombrado por el evento
Mientras seguía hablando, se dio cuenta de que realmente disfrutaba de la conversación. Aquella noche, le resultaba fácil desconectar de las formalidades y roles. Asradi parecía comprender esa necesidad, y eso le generaba un tipo de comodidad que pocas veces encontraba. La compañía y la espontaneidad de aquella velada tenían algo que no experimentaba con frecuencia.
Finalmente, tomó un trago de la bebida, dejando que el sabor se mezclara con el frescor de la noche. Después de unos segundos, le preguntó con un tono afable y casi de confianza:
—¿Hay algún sitio o algún lugar aquí a parte de Kilombo donde te sientas a gusto? A veces, un rincón favorito revela mucho de por qué uno llega a un lugar, ¿no crees?—
Tomó un nuevo trozo de marisco y lo saboreó lentamente antes de mirar de nuevo a Asradi con una sonrisa relajada. La atmósfera de la fiesta parecía haberlos envuelto en un pequeño refugio donde las preocupaciones del mundo exterior, aunque presentes, se sentían lejanas.
—Siempre he pensado que hay lugares a los que uno llega por un motivo, aunque al principio no lo entienda —dijo, intentando invitarla a abrirse sin hacer presión—. Kilombo no es el típico lugar de paso, ¿no crees? No muchos terminan aquí sin tener algo en mente… un propósito o incluso solo una necesidad de desconectar, ya que no es tu primera vez por aquí quizás te hayas dado cuenta.—
Al decir esto, lanzó una mirada rápida hacia el mar, como si buscara en él la respuesta a sus propias palabras. Volvió a Asradi, con la esperanza de que pudiera sentirse cómoda compartiendo, aunque fuera solo una anécdota. Era consciente de que Kilombo reunía a personas con historias de vida tan diversas como las olas que rompían en su orilla.
Tomó aire, y con un tono más ligero, añadió:
—Por mi parte, ya sabes que terminé aquí por asignación de la Marina. Un destino curioso, pero he aprendido a valorarlo. La vida en el mar es algo que me resulta natural, pero en Kilombo… es como si cada rincón tuviera algo que enseñarte, incluso cuando uno cree que ya lo sabe todo. Una boda entre un tonttata y una mujer octogenaria — Galhard lanzó una breve risa aún asombrado por el evento
Mientras seguía hablando, se dio cuenta de que realmente disfrutaba de la conversación. Aquella noche, le resultaba fácil desconectar de las formalidades y roles. Asradi parecía comprender esa necesidad, y eso le generaba un tipo de comodidad que pocas veces encontraba. La compañía y la espontaneidad de aquella velada tenían algo que no experimentaba con frecuencia.
Finalmente, tomó un trago de la bebida, dejando que el sabor se mezclara con el frescor de la noche. Después de unos segundos, le preguntó con un tono afable y casi de confianza:
—¿Hay algún sitio o algún lugar aquí a parte de Kilombo donde te sientas a gusto? A veces, un rincón favorito revela mucho de por qué uno llega a un lugar, ¿no crees?—