Jack D. Agnis
Golden Eyes
10-11-2024, 02:21 AM
Tras navegar por un par de días por las tranquilas aguas del east blue, llegamos al reino de Oykot, lugar donde
donde se encontraba aquella persona que quería comprar ese estúpido mazo que había sacado de aquella catacumba.
Aquel reino estaba divido en dos. La parte alta de aquel reino, el cual se notaba que era un lugar pudiente y lleno de riquezas, y la parte baja del reino, donde se podía ver que la mugre y el olor a pescado era lo que abundaba por aquellas calles.
Como piratas hechos y derechos atracamos en la parte baja de la ciudad. No era normal que los piratas atracaran en la parte alta de la ciudad, o al menos, no aquellos que no buscaban problemas, como lo eramos nosotros.
Una vez pisé tierra firme, me separé de mis compañeros de viaje y comencé a caminar por las calles de aquella isla, en busca de una taberna, donde pudiera ahogar mi cansancio en alcohol y, ademas encontrarme con mi contacto, el cual esperaba que ya estuviera aqui.
La bruma reinaba por aquellas calles, pero aun así se podía ver el movimientos de los habitantes de aquellas ciudad. No era muy usual que las ciudades estuvieran tan vivas a altas horas de la noche, pero eso me daba a entender que las tabernas se encontraban abiertas, lo cual era grandioso para mi.
Sin dudarlo busqué alguna taberna abierta y tras preguntar un poco, me indicaron que la única abierta a esas horas, era la del “Sapo Borracho”, al cual no se encontraba muy lejos de donde yo me hallaba. Supuse que esa seria una buena taberna para nuestra transacción, la cual esperaba que fuera rápida.
Siguiendo las indicaciones que me habían dado, llegué hasta aquel lugar, al cual entré a través de una puerta de madera chirriante y me acerque hacia le tabernero.
-Buenas. Una jarra de ron.- ordené, mientras que al mismo tiempo sacaba aquel mazo de mi mochila y lo colocaba sobre la mesa, tratando de llamar la atención de todos los presentes.
-No te preocupes. No es una amenaza, simplemente estoy buscando el comprador de esta mierda- le dije a aquel borracho que estaba a mi lado, quien lanzó una mirada preocupante al ver aquella cosa. No lo culpaba.
donde se encontraba aquella persona que quería comprar ese estúpido mazo que había sacado de aquella catacumba.
Aquel reino estaba divido en dos. La parte alta de aquel reino, el cual se notaba que era un lugar pudiente y lleno de riquezas, y la parte baja del reino, donde se podía ver que la mugre y el olor a pescado era lo que abundaba por aquellas calles.
Como piratas hechos y derechos atracamos en la parte baja de la ciudad. No era normal que los piratas atracaran en la parte alta de la ciudad, o al menos, no aquellos que no buscaban problemas, como lo eramos nosotros.
Una vez pisé tierra firme, me separé de mis compañeros de viaje y comencé a caminar por las calles de aquella isla, en busca de una taberna, donde pudiera ahogar mi cansancio en alcohol y, ademas encontrarme con mi contacto, el cual esperaba que ya estuviera aqui.
La bruma reinaba por aquellas calles, pero aun así se podía ver el movimientos de los habitantes de aquellas ciudad. No era muy usual que las ciudades estuvieran tan vivas a altas horas de la noche, pero eso me daba a entender que las tabernas se encontraban abiertas, lo cual era grandioso para mi.
Sin dudarlo busqué alguna taberna abierta y tras preguntar un poco, me indicaron que la única abierta a esas horas, era la del “Sapo Borracho”, al cual no se encontraba muy lejos de donde yo me hallaba. Supuse que esa seria una buena taberna para nuestra transacción, la cual esperaba que fuera rápida.
Siguiendo las indicaciones que me habían dado, llegué hasta aquel lugar, al cual entré a través de una puerta de madera chirriante y me acerque hacia le tabernero.
-Buenas. Una jarra de ron.- ordené, mientras que al mismo tiempo sacaba aquel mazo de mi mochila y lo colocaba sobre la mesa, tratando de llamar la atención de todos los presentes.
-No te preocupes. No es una amenaza, simplemente estoy buscando el comprador de esta mierda- le dije a aquel borracho que estaba a mi lado, quien lanzó una mirada preocupante al ver aquella cosa. No lo culpaba.