Galhard
Gal
04-08-2024, 02:09 AM
Galhard logró abrir la puerta, recibido por una estela de humo no pudo evitar soltar una tos ahogada mientras movía su mano para tratar de disipar el humo que había nublado por un momento su vista. El encuentro con aquel marine le sorprendió, había escuchado rumores de un capitán fantasma pero, aquel sujeto, no solo no llevaba el uniforme de uno si no que parecía muy vivo. Es más, aquel despacho parecía una suerte de cuarto con botellas de todo tipo. Desde luego si bien, el marine, parecía un hombre fuerte y recio, aquella insalubre habitación, aunque en mejores condiciones que las demás estancias de la base revelaban un daño emocional profundo.
Con atención escuchó lo que aquel hombre le dijo y soltó un ligero suspiro de alivio
—Vista la situación me tocará comprometerme y volver en un mes, mi instinto no me falló después de todo, cuando vuelva te traeré una botella de licor caro, que menos para responder a tu amable propuesta— Espetó mientras miraba a las tres fieras gruñir —No pienso defraudarte en mi regreso Ne he he he...—
Galhard no tenía otra opción más que acatar la orden del extraño marine. Sintió cómo una mezcla de decepción y curiosidad se agitaba en su interior mientras se giraba lentamente hacia la salida. La presencia imponente de los perros y el tono firme del hombre no dejaban lugar a dudas: debía irse. Sin embargo, la promesa de una prueba y una posible recompensa mantenían viva la chispa de su espíritu aventurero.
Mientras se alejaba, los ladridos de los perros se desvanecían, y Galhard no podía evitar reflexionar sobre el encuentro. ¿Quién era realmente ese marine? ¿Y qué clase de prueba le esperaba al regreso? Sus pasos resonaban en el pasillo vacío mientras la penumbra volvía a tratar rodearle, pero ahora con la linterna de aceite encendida las sombras retrocedieron y la caminata resultaba menos amenazante.
Al salir del edificio, Galhard se detuvo un momento para observar la estructura que, a pesar de su deterioro, mantenía un aire de misterio y secretos enterrados. El sol ya comenzaba a ascender, tiñendo el cielo de un tono azulado que anunciaba el amanecer. Se dirigió hacia el puerto, donde su pequeño bote lo esperaba encallado en la arena y Galhard lo empujó hasta que el mismo estaba nuevamente en el agua, balanceándose suavemente con las olas. El viaje de regreso le dio tiempo para planificar su próximo movimiento.
Durante el trayecto, Galhard repasó mentalmente cada detalle de su encuentro, desde la humareda densa hasta la promesa del marine solitario. La mención de los piratas y la cobardía del capitán revelaban una historia trágica, de sacrificio y soledad. Había algo en la determinación del hombre, en su firmeza y su renuencia a abandonar la isla, que resonaba con el propio sentido del deber de Galhard.
Con atención escuchó lo que aquel hombre le dijo y soltó un ligero suspiro de alivio
—Vista la situación me tocará comprometerme y volver en un mes, mi instinto no me falló después de todo, cuando vuelva te traeré una botella de licor caro, que menos para responder a tu amable propuesta— Espetó mientras miraba a las tres fieras gruñir —No pienso defraudarte en mi regreso Ne he he he...—
Galhard no tenía otra opción más que acatar la orden del extraño marine. Sintió cómo una mezcla de decepción y curiosidad se agitaba en su interior mientras se giraba lentamente hacia la salida. La presencia imponente de los perros y el tono firme del hombre no dejaban lugar a dudas: debía irse. Sin embargo, la promesa de una prueba y una posible recompensa mantenían viva la chispa de su espíritu aventurero.
Mientras se alejaba, los ladridos de los perros se desvanecían, y Galhard no podía evitar reflexionar sobre el encuentro. ¿Quién era realmente ese marine? ¿Y qué clase de prueba le esperaba al regreso? Sus pasos resonaban en el pasillo vacío mientras la penumbra volvía a tratar rodearle, pero ahora con la linterna de aceite encendida las sombras retrocedieron y la caminata resultaba menos amenazante.
Al salir del edificio, Galhard se detuvo un momento para observar la estructura que, a pesar de su deterioro, mantenía un aire de misterio y secretos enterrados. El sol ya comenzaba a ascender, tiñendo el cielo de un tono azulado que anunciaba el amanecer. Se dirigió hacia el puerto, donde su pequeño bote lo esperaba encallado en la arena y Galhard lo empujó hasta que el mismo estaba nuevamente en el agua, balanceándose suavemente con las olas. El viaje de regreso le dio tiempo para planificar su próximo movimiento.
Durante el trayecto, Galhard repasó mentalmente cada detalle de su encuentro, desde la humareda densa hasta la promesa del marine solitario. La mención de los piratas y la cobardía del capitán revelaban una historia trágica, de sacrificio y soledad. Había algo en la determinación del hombre, en su firmeza y su renuencia a abandonar la isla, que resonaba con el propio sentido del deber de Galhard.