Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
10-11-2024, 09:28 AM
Ragnheidr tenía una enorme sonrisa mientras sostenía a Airgid en sus brazos y avanzaba por los pasillos del Baratie, un tanto torpe y sin prisa por soltarla. La cercanía entre ambos, el calor y las risas se volvían cada vez más intensos y él notaba cómo la piel se le erizaba cada vez que ella le besaba el cuello o le susurraba al oído, con esa voz que se colaba en sus pensamientos como un golpe de viento. Era raro, porque a fin de cuentas, era una mujer y el vikingo había estado con cientos si no miles, quién sabe si un cuarto de millón, bueno en verdad con quince. ¿Por qué se ponía nervioso ahora? Desde luego Airgid no era como las demás. Con Airgid en brazos, los pasos de Ragn eran potentes y el eco de sus botas resonaba mientras recorrían las escaleras que llevaban a las habitaciones. A pesar de que intentaba caminar con cuidado para no hacer ruido, la situación no ayudaba, Airgid jugaba con él, mordisqueándole el cuello y soltando susurros que le derretían la mente. Los pensamientos se le mezclaban y el autocontrol iba desapareciendo. Intentando concentrarse, lanzó una rápida ojeada a los carteles de las puertas, buscando alguna sin papelito colgando del pomo. ¡suputamadre todos tenían nombrecito! ni que fueran estrellas de cine. Sin embargo, la falta de enfoque le pasó factura cuando su hombro derecho, sin querer, chocó contra la esquina de la pared, sacudiéndolos a ambos. Airgid soltó una risa contenida al ver su torpeza. — ¡Arhh! — Gritó, haciendo impactar la espalda de la rubia contra la pared. Comenzó a toquetearla cuál chaval de quince años que ... Te lo puedes imaginar.
Finalmente y con una seguridad que ni él mismo entendía de dónde venía, Ragn dio con una puerta sin cartelito. De un empujón -quizás más fuerte de lo necesario- logró abrirla, arrancando la madera de cuajo con el golpe. Ya estaba encendido y a ver quién tenía huevos de apagarlo. La habitación estaba vacía, con una cama grande en el centro, y apenas un par de sillas y una mesita. No era un lugar lujoso, pero en ese momento le daba igual, se sentía como si hubiese encontrado el tesoro más grande del Grand Line. Sin soltar a Airgid OTRA VEZ, la llevó hasta la cama y la dejó caer bruscamente. Se inclinó sobre ella, sosteniéndose con ambas manos a cada lado, con una mirada mezcla de desafío y diversión. Airgid lo miraba con una chispa en los ojos, como si esperara el siguiente movimiento, el próximo paso en ese juego que ambos parecían disfrutar tanto. Sin pensarlo dos veces, Ragn se acercó y atrapó su boca con la diestra. — No hasserrr rruido ... — La miró, con una sonrisa en el rostro. Después le pegaría un mordisco, quizás demasiado fuerte, en el cuello. ¿Lo bueno? la relación amor/violencia que tenían estaba intacta tanto fuera como dentro de la cama. Y era de una comodidad para el vikingo incalculable, quién no llevaba del todo bien contener su fuerza física
Se quitó la parte de arriba de su vestimenta. Sus músculos parecían estar a punto de estallar, como siempre. Varias venas recorrían elevaciones que sorprenderían a cualquier culturista mister olympia. ¡Y eso que hoy ni había entrenado! para sorpresa de la hembra y sin ningún tipo de miramientos, hizo una pose de fuerza, levantando en jarra sus dos brazos, marcando bola. — Ohh nena. Estarrr listo. — Susurró entre comentarios posteriores de broma.
Finalmente y con una seguridad que ni él mismo entendía de dónde venía, Ragn dio con una puerta sin cartelito. De un empujón -quizás más fuerte de lo necesario- logró abrirla, arrancando la madera de cuajo con el golpe. Ya estaba encendido y a ver quién tenía huevos de apagarlo. La habitación estaba vacía, con una cama grande en el centro, y apenas un par de sillas y una mesita. No era un lugar lujoso, pero en ese momento le daba igual, se sentía como si hubiese encontrado el tesoro más grande del Grand Line. Sin soltar a Airgid OTRA VEZ, la llevó hasta la cama y la dejó caer bruscamente. Se inclinó sobre ella, sosteniéndose con ambas manos a cada lado, con una mirada mezcla de desafío y diversión. Airgid lo miraba con una chispa en los ojos, como si esperara el siguiente movimiento, el próximo paso en ese juego que ambos parecían disfrutar tanto. Sin pensarlo dos veces, Ragn se acercó y atrapó su boca con la diestra. — No hasserrr rruido ... — La miró, con una sonrisa en el rostro. Después le pegaría un mordisco, quizás demasiado fuerte, en el cuello. ¿Lo bueno? la relación amor/violencia que tenían estaba intacta tanto fuera como dentro de la cama. Y era de una comodidad para el vikingo incalculable, quién no llevaba del todo bien contener su fuerza física
Se quitó la parte de arriba de su vestimenta. Sus músculos parecían estar a punto de estallar, como siempre. Varias venas recorrían elevaciones que sorprenderían a cualquier culturista mister olympia. ¡Y eso que hoy ni había entrenado! para sorpresa de la hembra y sin ningún tipo de miramientos, hizo una pose de fuerza, levantando en jarra sus dos brazos, marcando bola. — Ohh nena. Estarrr listo. — Susurró entre comentarios posteriores de broma.