Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
10-11-2024, 03:48 PM
El jocoso pirata parecía fiarse poco de los alumnos pese a que en sus palabras e intenciones no había ningún tipo de interés en aprovecharse del grandullón, pues fue este mismo el que se ofreció a ellos en un intento de satisfacer sus propios intereses. Sin embargo, era un tipo perspicaz al asumir que los trillizos se salían de la norma cuando a pesar de que pensaba que estos lo estaban estafando, pudo comprobar fácilmente de que la carga que iba a coger Dori iba a ser mucho mayor de la que el mismo portaba.
Jadeando, el imponente pirata, acostumbrado a la mar, se mostraba sin trabas exhausto ante los chicos. Su físico era envidiable, pero la falta de costumbre a tierra firme le estaba llevando por el camino de la amargura allí, y su respiración se empezaba a mostrar tosca. Sin mostrar problema en realizar una parada para que Jack pudiera recobrar algo el aliento, los trillizos hicieron un alto eventual, ellos también estaban mermados a pesar de su juventud, pues la subida al dojo era todo un periplo para cualquiera que quisiera llegar al mismo, por eso era un destino tan exclusivo y tan ansiado por todos los forasteros que desafiaban a la selva y al pico donde se hallaba.
- Já! De no haber podido tendríamos que bajar de nuevo a por el monolito y cargarlo entre los 3 otra vez hasta el dojo, menos mal que gracias a tí pudimos hacer todo en un solo viaje en vez de en dos. -
Le contestó Ori, mientras abanicaba con la una rama cercana a su hermano Dori, el cual fatigado tomaba bocanadas de aire y estiraba su espalda por el peso del enorme pedrusco. Retomando el camino, consiguieron llegar hasta los dominios del dojo, y Jack no dudó una vez pudo comprobar las vistas en asumir que estaba en una ubicación idílica, a pesar del sobreesfuerzo que suponía llegar hasta el pico.
- Es nuestro pan de cada día... Aunque ninguno nos hemos acostumbrado aún a la subida, siempre nos deja muertos... Por eso los jóvenes somos los más predispuestos a hacer los recados en la villa. -
Le contestaría Nori. Tras eso, el grandullón se vería sutilmente asaltado por un vagabundo de rostro oculto, y ante la petición de este, el pirata se negaría dándole un par de monedas que el mismo desconocido rechazaría sin hacerle perder más el tiempo. Sin volver a musitar palabra alguna, asintió tras las últimas palabras del pirata y volvió sobre sus pasos para internarse de nuevo hacia el dojo. En esas, Dori volvió hacia la entrada donde se encontraban sus hermanos y Jack.
- Bien chicos, dejad todo aquí que vendrán a recogerlo, ya avisé de lo que traíamos y de que Jack quiere ingresar al dojo... vamos a lavarnos al estanque y subimos. -
Seguido por sus hermanos y Jack, el grupo subiría unas escaleras hasta una especie de manantial adjunto a la puerta de entrada al edificio donde se descalzarían y lavarían sus pies y manos. Algunas pastillas de jabón artesanales se distribuían por el borde de piedra al estanque y les serviría para quitar el sudor y el polvo que habían cogido durante la caminata, tras ello, se dispondrían a entrar al dojo.
Un patio hacía de antesala a las estancias interiores del dojo, era el lugar escogido por el maestro para recibir a los aspirantes y evaluarlos cuando estos querían ingresar y ser parte del alumnado que componía la escuela. El patio es cuadrado, tiene unas dimensiones de 30x30 metros y la entrada exterior se encuentra justo enfrente de la interior al dojo, ubicada justo en el lado contrario. En sus límites, columnas sostienen sus altas paredes y algunos cojines aguardan mientras el resto de alumnos salen del dojo para ocuparlos y recibir a los trillizos y Jack, que se encuentran justo en la puerta inferior del patio cuadrilátero.
Frente a ellos, casi una treintena de jóvenes se desplazan de forma calmada y solemne hacia los extremos, se sientan y esperan en sumo silencio algo, o más bien alguien. Tras un joven de cabellos azabaches y larga melena, la figura de un último cierra la puerta de entrada al interior y el resto de los presentes se inclinan de manera sincronizada una vez este pisa el pequeño porche de madera. El maestro y su alumno predilecto hicieron acto de presencia.
- Hoy tenemos la visita de Jack, un nuevo aspirante para pertenecer a nuestra familia y del que de primera mano, he podido evaluar yo mismo en un primer acercamiento. -
Tras una pausa, el gran maestro saca lo que parece un bastón de madera con forma de katana, la cual, le puede resultar algo familiar a Jack. Tras la pausa correspondiente, y con su mano libre, alza esta hacia el joven de largos cabellos haciéndole saber que se interne hacia el medio del patio, el chico sin rechistar ni mediar palabra, se acerca hasta el mismo mientras posa su mano derecha en el mango de una katana que descansa sobre su cintura.
- Para todos los presentes, evaluaremos la destreza del pretendiente para conocer como se comporta ante el hermano Yui. -
Termina su presentación y guarda silencio mientras los trillizos que acompañaban al alto pirata buscan un asiento entre los libres que quedaban más cerca. Yui, una vez llega al medio del patio, realiza una respetada reverencia ante Jack, un preámbulo protocolario antes de medirlo ante los atentos ojos de sus hermanos y de su maestro.