Asradi
Völva
10-11-2024, 04:37 PM
Una vez se hicieron con más bebida y, sobre todo, comida, encontraron un buen lugar para continuar disfrutando de los manjares y, al mismo tiempo, de la alegría de la fiesta que continuaba. Y, por las pintas que tenía, seguiría haciéndolo durante varias horas más adelante. Asradi le hizo un gesto sutil a Galhard y ella apoyó la bandeja de mariscos sobre un barril que usó a modo de mesa para ello. Se hizo con una gamba bastante grande, la descabezó y degustó el interior de la cabeza junto con su sabor a mar y sus proteínas, con la mayor naturalidad y elegancia. Tenía un sabor profundo y fuerte, y le encantaba.
— Yo llegué a Kilombo por casualidad. — Se encogió levemente de hombros, mientras se chupaba sutilmente el dedo índice, degustando el jugo de la cabeza de la gamba que se le había escurrido por dicha falange. — Generalmente me oriento bien en el mar, pero a veces las tormentas o las corrientes son demasiado intensas. Al menos si quedo varada no tengo tantos problemas como los de la superficie. — Sonrió un poco divertida con ese detalle.
Acto seguido, y disfrutando de la conversación que todavía mantenía con Galhard, continuó con su ágil desmembramiento de la pobre gamba. Era de buen tamaño, así que tenía bastante carne. Separó el caparazón con los dedos, de la misma manera que lo haría un experto cirujano con un bisturí, y extrajo la carne de la cola. Se deshizo del caparazón como tal y se llevó el bocado, degustándolo con sumo agrado. Incluso se le iluminaron ligeramente los ojos.
— ¿Ya has probado esto? ¡Está riquísimo! — Vale, no era lo mismo que comerlas recién atrapadas, pero estaban bien cocinadas al menos. En su punto y con la justa cantidad de sal.
Tras chuparse nuevamente los dedos, en un gesto inconscientemente coqueto, se hizo con otra gamba. Había bastantes, así que los dos podrían ponerse las botas con los mariscos. Y a la sirena le encantaban. La mención de la boda en sí le hizo reírse un poco. Era verdad que la pareja en sí era bastante llamativa y estrafalaria, pero... ¿Qué más daba? Si ambos estaban contentos, eso era lo realmente importante.
Alguien se acercó con otro par de copas que, al menos, Asradi no rechazó, y se hizo con una de inmediato. ¿Cuánto tiempo hacía que no podía beber y comer hasta reventar? Al menos no con tanto relajo y tanto disfrute. Por primera vez en mucho tiempo, deseaba que ese día no se terminase.
— Al menos ellos son felices, sin importar la diferencia de edad o de raza. Mucho hay que aprender de ellos. — Muchos deberían hacerlo, en realidad. Era lo que pensaba mientras veía, a lo lejos, a los dos festejados disfrutando, a pesar de la edad y las diferencias, de aquella celebración en su honor.
La sonrisa de la sirena se dulcificó levemente, antes de suspirar y centrarse en pensamientos más positivos, al menos.
— Yo provengo del North Blue. A veces me gustaría regresar con los míos. — Hubo un deje de nostalgia, ese cambio sutil en su tono de voz al mencionarlo. Así como el remordimiento de haberles dejado atrás aunque no hubiese sido algo voluntario como tal. — … Pero todavía no es tiempo. Hay cosas que debo arreglar antes.
Y no quería involucrar a nadie más por todo el equipaje que aquello significaba.
— Yo llegué a Kilombo por casualidad. — Se encogió levemente de hombros, mientras se chupaba sutilmente el dedo índice, degustando el jugo de la cabeza de la gamba que se le había escurrido por dicha falange. — Generalmente me oriento bien en el mar, pero a veces las tormentas o las corrientes son demasiado intensas. Al menos si quedo varada no tengo tantos problemas como los de la superficie. — Sonrió un poco divertida con ese detalle.
Acto seguido, y disfrutando de la conversación que todavía mantenía con Galhard, continuó con su ágil desmembramiento de la pobre gamba. Era de buen tamaño, así que tenía bastante carne. Separó el caparazón con los dedos, de la misma manera que lo haría un experto cirujano con un bisturí, y extrajo la carne de la cola. Se deshizo del caparazón como tal y se llevó el bocado, degustándolo con sumo agrado. Incluso se le iluminaron ligeramente los ojos.
— ¿Ya has probado esto? ¡Está riquísimo! — Vale, no era lo mismo que comerlas recién atrapadas, pero estaban bien cocinadas al menos. En su punto y con la justa cantidad de sal.
Tras chuparse nuevamente los dedos, en un gesto inconscientemente coqueto, se hizo con otra gamba. Había bastantes, así que los dos podrían ponerse las botas con los mariscos. Y a la sirena le encantaban. La mención de la boda en sí le hizo reírse un poco. Era verdad que la pareja en sí era bastante llamativa y estrafalaria, pero... ¿Qué más daba? Si ambos estaban contentos, eso era lo realmente importante.
Alguien se acercó con otro par de copas que, al menos, Asradi no rechazó, y se hizo con una de inmediato. ¿Cuánto tiempo hacía que no podía beber y comer hasta reventar? Al menos no con tanto relajo y tanto disfrute. Por primera vez en mucho tiempo, deseaba que ese día no se terminase.
— Al menos ellos son felices, sin importar la diferencia de edad o de raza. Mucho hay que aprender de ellos. — Muchos deberían hacerlo, en realidad. Era lo que pensaba mientras veía, a lo lejos, a los dos festejados disfrutando, a pesar de la edad y las diferencias, de aquella celebración en su honor.
La sonrisa de la sirena se dulcificó levemente, antes de suspirar y centrarse en pensamientos más positivos, al menos.
— Yo provengo del North Blue. A veces me gustaría regresar con los míos. — Hubo un deje de nostalgia, ese cambio sutil en su tono de voz al mencionarlo. Así como el remordimiento de haberles dejado atrás aunque no hubiese sido algo voluntario como tal. — … Pero todavía no es tiempo. Hay cosas que debo arreglar antes.
Y no quería involucrar a nadie más por todo el equipaje que aquello significaba.