Nathan Caduceus
Boticario
04-08-2024, 02:47 PM
Aprovechando que era un residente de la isla, se había levantado y preparado con antelación para ser uno de los primeros en acudir a la base G-23 de la Marina. He de decir, que Nathan se arrepentía enormemente de esa decisión. A los pocos minutos de presentarse en el patio, ya notaba algunas gotas de sudor resbalarle por la espalda a causa, tanto del nerviosismo, como del sol abrasador.
Al rato, el patio se fue llenando de un mar de nuevos reclutas que se esforzaban por encontrar un lugar apropiado en las filas. Muchas caras nuevas y muchas charlas animadas llenaron el lugar. Nathan miraba alrededor, sintiéndose una pequeña parte de una gran maquinaria que apenas comenzaba a ponerse en marcha.
Finalmente, los superiores hicieron acto de presencia y el bullicio de los novatos se detuvo en seco. Para su desgracia, el discurso que siguió fue interminable y, pese a que intentó con todas sus fuerzas mantenerse atento, el calor insoportable y las molestias de estrenar su nuevo uniforme lo distrajeron más de lo que le gustaría admitir.
No podía evitar ajustarse la chaqueta cada pocos segundos, sentía las botas demasiado pesadas a lo que acostumbraba a vestir y, desde luego, llevar guantes en pleno verano no había sido una decisión muy inteligente.
Cuando se quiso dar cuenta, la formación militar de los reclutas se había roto, ya se habían formado pequeños grupos y él se había perdido medio discurso.
Maldijo en voz baja y caminó entre el gentío, presentándose y saludando a otros reclutas de vez en cuando. Mientras deambulaba por la multitud, algo llamó su atención. A un lado del patio, dos reclutas estaban conversando, uno de ellos un joven novato como él, pero el otro parecía ser bastante más mayor, a pesar de vestir el uniforme de soldado raso igual que todos los demás. Intrigado por la extraña pareja, Nathan se acercó.
- Buenas, soy Nathan. - Saludó con el típico gesto militar, intentando no parecer demasiado curioso sobre el hombre mayor. - Disculpad, ah... ¿No sabréis si me perdí algún detalle importante del discurso? Se me ha ido un poco la cabeza mientras hablaban... - Sonrió tímidamente.
Se sentía un poco idiota al estar preguntando por una información que le acababan de dar, pero entre pedir ayuda y perderse algún dato crucial, prefería quedar de tonto ante sus nuevos compañeros.
Al rato, el patio se fue llenando de un mar de nuevos reclutas que se esforzaban por encontrar un lugar apropiado en las filas. Muchas caras nuevas y muchas charlas animadas llenaron el lugar. Nathan miraba alrededor, sintiéndose una pequeña parte de una gran maquinaria que apenas comenzaba a ponerse en marcha.
Finalmente, los superiores hicieron acto de presencia y el bullicio de los novatos se detuvo en seco. Para su desgracia, el discurso que siguió fue interminable y, pese a que intentó con todas sus fuerzas mantenerse atento, el calor insoportable y las molestias de estrenar su nuevo uniforme lo distrajeron más de lo que le gustaría admitir.
No podía evitar ajustarse la chaqueta cada pocos segundos, sentía las botas demasiado pesadas a lo que acostumbraba a vestir y, desde luego, llevar guantes en pleno verano no había sido una decisión muy inteligente.
Cuando se quiso dar cuenta, la formación militar de los reclutas se había roto, ya se habían formado pequeños grupos y él se había perdido medio discurso.
Maldijo en voz baja y caminó entre el gentío, presentándose y saludando a otros reclutas de vez en cuando. Mientras deambulaba por la multitud, algo llamó su atención. A un lado del patio, dos reclutas estaban conversando, uno de ellos un joven novato como él, pero el otro parecía ser bastante más mayor, a pesar de vestir el uniforme de soldado raso igual que todos los demás. Intrigado por la extraña pareja, Nathan se acercó.
- Buenas, soy Nathan. - Saludó con el típico gesto militar, intentando no parecer demasiado curioso sobre el hombre mayor. - Disculpad, ah... ¿No sabréis si me perdí algún detalle importante del discurso? Se me ha ido un poco la cabeza mientras hablaban... - Sonrió tímidamente.
Se sentía un poco idiota al estar preguntando por una información que le acababan de dar, pero entre pedir ayuda y perderse algún dato crucial, prefería quedar de tonto ante sus nuevos compañeros.