Octojin
El terror blanco
10-11-2024, 08:31 PM
Sientes el cansancio acumulado en cada fibra de tu cuerpo, pero no te permites flaquear. Esa es mi valiente sirenita. Me sé de un grandullón que estaría orgullosísimo de lo que estás haciendo. Cada respiración te recuerda el desgaste de la pelea, pero tienes claro que no dejarás que estos tipos te lleven a ningún sitio. Concentrando tus últimas fuerzas, alzas las manos y convocas una oleada de agua que empieza a girar con rapidez, formando un ataque aún más potente que los anteriores. El rugido del agua llena la habitación, y lanzas el ataque con una determinación que hace que tus oponentes retrocedan nuevamente. La película se está repitiendo mucho, ¿no?
El ciclón impacta con fuerza, y ves cómo el primer hombre sale despedido hacia atrás, chocando brutalmente contra la pared. Cae al suelo por unos segundos, aturdido, pero pronto se esfuerza por levantarse, tambaleante y visiblemente agotado. El segundo intenta desafiar el ataque y lanza un puñetazo en un intento desesperado por detener la oleada de agua, pero la fuerza de tu embate lo supera. Es lanzado hacia atrás, chocando también contra la pared. Desde donde estás, alcanzas a notar cómo su rostro se contrae de dolor y una fina línea de sangre se dibuja en su labio. Su respiración es jadeante, y por primera vez en toda la pelea, te das cuenta de que los has dejado exhaustos, al igual que tú. Pero ellos lo parecen más, quizá esto te consuele un poco.
El agua cae al suelo, y el repentino silencio en la habitación es casi ensordecedor. Ambos hombres se miran entre ellos, visiblemente confusos y sin esa arrogancia que llevaban al principio. Están jodidos, tremendamente jodidos. Están tan desgastados como tú, y la frustración en sus ojos te confirma que esta batalla no les está saliendo como esperaban. Por más que atacan es como pegarse con una pared, siempre caen hacia atrás.
Justo cuando piensas en tu siguiente movimiento, el primero de ellos asiente al segundo y desliza la mano a su bolsillo, sacando una pequeña bomba de humo. Antes de que puedas reaccionar, la lanza al suelo, y el espacio se llena de un denso humo gris que rápidamente te impide ver más allá de unos pocos centímetros. Unas manos toscas te empujan con fuerza, haciéndote perder el equilibrio y caer al suelo. El golpe te deja momentáneamente aturdida, y mientras tratas de incorporarte, oyes el sonido de pasos apresurados que se alejan de ti. Están huyendo, y lo hacen dejando un pequeño rastro de sangre.
Cuando consigas ponerte de pie, ya será demasiado tarde. El humo se estará disipando y verás que el metálico recipiente que han lanzado está cerca de ti. Tus rivales ya han desaparecido, como el humo. La habitación se queda en un silencio absoluto, roto solo por el eco de tu respiración entrecortada. Parece que tienes unos instantes para recobrar el aliento y centrarte en mejorar esa respiración que tan exagerada parece ahora. Todo tu cuerpo duele, cada músculo protesta por el esfuerzo. Los rastros de agua se mezclan con el polvo en el suelo, y observas el destrozo que ha quedado en la habitación. Las paredes están húmedas y llenas de grietas, y en el suelo se esparcen los restos de los muebles y de la propia pelea. Sangre, astillas, alguna piedra y hasta lo que parece un diente. Espera, ¿has perdido un diente? No, no, parece de uno de esos tipos. Sientes una mezcla de satisfacción y cansancio; al menos, lograste mantenerte firme.
Pero la sensación de logro se ve empañada por la inquietud. El viejo se ha esfumado y los tipos han escapado. Todavía tienes preguntas sin respuesta, y sabes que la amenaza no se ha desvanecido. Ni mucho menos, ahora parece mucho más peligrosa que antes. Lo que parecía un simple cargamento, ahora parece que gira entorno a algo más. Al menos si el nombre de aquél tipo no es una mera coincidencia.
Ahora, debes decidir hacia dónde ir. La idea de simplemente salir de aquí y buscar un lugar seguro para descansar resulta tentadora, pero también sabes que esta no es una situación para subestimar. La mención de Shaitán aún resuena en tu mente como un presagio oscuro. Si realmente está involucrado, puede que esta pelea haya sido solo el comienzo.
Si decides salir por la puerta, puedes seguir el rastro de sangre de los tipos, han salido hacia el edificio en el cual te encerraron. Si, por el contrario, deseas ponerte a salvo, seguro que hay mil sitios a los que acudir. Esto parece que solo acaba de comenzar, así que elige sabiamente.
El ciclón impacta con fuerza, y ves cómo el primer hombre sale despedido hacia atrás, chocando brutalmente contra la pared. Cae al suelo por unos segundos, aturdido, pero pronto se esfuerza por levantarse, tambaleante y visiblemente agotado. El segundo intenta desafiar el ataque y lanza un puñetazo en un intento desesperado por detener la oleada de agua, pero la fuerza de tu embate lo supera. Es lanzado hacia atrás, chocando también contra la pared. Desde donde estás, alcanzas a notar cómo su rostro se contrae de dolor y una fina línea de sangre se dibuja en su labio. Su respiración es jadeante, y por primera vez en toda la pelea, te das cuenta de que los has dejado exhaustos, al igual que tú. Pero ellos lo parecen más, quizá esto te consuele un poco.
El agua cae al suelo, y el repentino silencio en la habitación es casi ensordecedor. Ambos hombres se miran entre ellos, visiblemente confusos y sin esa arrogancia que llevaban al principio. Están jodidos, tremendamente jodidos. Están tan desgastados como tú, y la frustración en sus ojos te confirma que esta batalla no les está saliendo como esperaban. Por más que atacan es como pegarse con una pared, siempre caen hacia atrás.
Justo cuando piensas en tu siguiente movimiento, el primero de ellos asiente al segundo y desliza la mano a su bolsillo, sacando una pequeña bomba de humo. Antes de que puedas reaccionar, la lanza al suelo, y el espacio se llena de un denso humo gris que rápidamente te impide ver más allá de unos pocos centímetros. Unas manos toscas te empujan con fuerza, haciéndote perder el equilibrio y caer al suelo. El golpe te deja momentáneamente aturdida, y mientras tratas de incorporarte, oyes el sonido de pasos apresurados que se alejan de ti. Están huyendo, y lo hacen dejando un pequeño rastro de sangre.
Cuando consigas ponerte de pie, ya será demasiado tarde. El humo se estará disipando y verás que el metálico recipiente que han lanzado está cerca de ti. Tus rivales ya han desaparecido, como el humo. La habitación se queda en un silencio absoluto, roto solo por el eco de tu respiración entrecortada. Parece que tienes unos instantes para recobrar el aliento y centrarte en mejorar esa respiración que tan exagerada parece ahora. Todo tu cuerpo duele, cada músculo protesta por el esfuerzo. Los rastros de agua se mezclan con el polvo en el suelo, y observas el destrozo que ha quedado en la habitación. Las paredes están húmedas y llenas de grietas, y en el suelo se esparcen los restos de los muebles y de la propia pelea. Sangre, astillas, alguna piedra y hasta lo que parece un diente. Espera, ¿has perdido un diente? No, no, parece de uno de esos tipos. Sientes una mezcla de satisfacción y cansancio; al menos, lograste mantenerte firme.
Pero la sensación de logro se ve empañada por la inquietud. El viejo se ha esfumado y los tipos han escapado. Todavía tienes preguntas sin respuesta, y sabes que la amenaza no se ha desvanecido. Ni mucho menos, ahora parece mucho más peligrosa que antes. Lo que parecía un simple cargamento, ahora parece que gira entorno a algo más. Al menos si el nombre de aquél tipo no es una mera coincidencia.
Ahora, debes decidir hacia dónde ir. La idea de simplemente salir de aquí y buscar un lugar seguro para descansar resulta tentadora, pero también sabes que esta no es una situación para subestimar. La mención de Shaitán aún resuena en tu mente como un presagio oscuro. Si realmente está involucrado, puede que esta pelea haya sido solo el comienzo.
Si decides salir por la puerta, puedes seguir el rastro de sangre de los tipos, han salido hacia el edificio en el cual te encerraron. Si, por el contrario, deseas ponerte a salvo, seguro que hay mil sitios a los que acudir. Esto parece que solo acaba de comenzar, así que elige sabiamente.