Vance Kerneus
Umi no Yari
11-11-2024, 01:51 AM
La velocidad de reacción del revolucionario es más que notable, consiguiendo que dos de los tres depredadores alados se frenen en su trayectoria gracias a la técnica a distancia que utiliza contra ellos. El tercero sigue avanzando hacia él, aunque se ve frenado considerablemente por la fuerza del ataque de Alistair. Cuando ambos chocan la colisión es espectacular. Lunarian y ave (si es que esos extraños seres pueden ser calificados como aves, cosa bastante dudosa) pugnan durante unos momentos, unos intensos instantes en los que sus fuerzas parecen igualadas, hasta que finalmente el primero sale vencedor. El carnívoro es lanzado unos metros hacia atrás, pero pronto consigue estabilizarse de nuevo en el aire y recobrar el control de sus movimientos.
Los tres depredadores, conscientes de que han dado con un hueso duro de roer, se organizan con la aparente intención de volver a atacar. La fuerza de su adversario no les ahuyenta, pues una vez han abandonado la cumbre de la montaña para cazar no pueden pensar en otra cosa que en regresar a su hogar con su presa. Hace falta mucho más que una demostración de poder para amedrentar a los reyes de los cielos de Momobami, que no parece que tengan intención de dar su brazo a torcer.
Uno de ellos emite un nuevo chirrido, más agudo y más intenso aún que el anterior. Tanto que los monorámpagos comienzan a llevarse las manos a los oídos, visiblemente molestos por el ruido que hace el alatiburnus. Los oídos del lunarian empiezan también a doler con fuerza, pues el sonido de ese chillido penetra hasta lo más profundo de sus tímpanos activando al mismo tiempo todos sus receptores. Este siente la imperiosa necesidad de cubrirse las orejas para mitigar ese dolor, impulso que es difícil saber si podrá resistir la tentación de llevar a cabo.
Y justo en ese momento, aprovechando la distracción causada por el chirrido, los otros dos cazadores aéreos se lanzan de nuevo al ataque. Esta vez van con las garras de sus patas traseras por delante, buscando herir al espadachín cada uno en un brazo de forma que se vea forzado a soltar las armas que porta. Por último el tercero, apenas deja de chillar, se lanza también en un vuelo rasante a tanta velocidad como es capaz y, cuando está lo suficientemente cerca, estira su cuello para ampliar su alcance y tratar de morder con fuerza la pierna derecha del lunarian. Es llamativa la coordinación de la que estas bestias hacen gala, con movimientos y tácticas que a priori resultan demasiado avanzados para lo que uno esperaría de simples animales. Se nota que están acostumbrados a cazar en grupo y que su inteligencia no es precisamente pequeña.