Odinson D. Shizu
Asesina de Espadas
11-11-2024, 02:15 AM
El sol comenzaba a caer sobre la base naval de Kilombo, tiñendo el cielo con un tono naranja que reflejaba su luz sobre el mar tranquilo. Desde la torre de vigilancia, los oficiales observaban en silencio, casi desconectados de los ruidos cotidianos de la base. Pero esa paz se quebró abruptamente cuando un oficial de turno se acercó apresurado a la mesa principal, portando un mensaje urgente.
- ¡Urgente! ¡Aviso de emergencia! - Exclamó, entregando un papel arrugado a la oficial Shizu. La gigante lo miró con calma, sus ojos de color ámbar brillando levemente a medida que sus manos tomaban el mensaje. Era una notificación rápida pero precisa. La información era clara, un monstruo marino, una serpiente de gigantesco tamaño, había sido avistada cerca del faro. Los pescadores locales reportaban que la criatura no había atacado a nadie, pero su presencia era suficiente para sembrar el miedo en los habitantes cercanos. Los pescadores no se atrevían a salir de sus barcos.
Shizu frunció el ceño. No era común ver criaturas marinas de tal tamaño por esas aguas, pero no era algo que ella pudiera dejar pasar. Aunque su rango dentro de la Marina era bajo, su tamaño y poder no podían ser ignorados. Aquel asunto requería rapidez, y con su fuerza imponente, sería la ideal para resolverlo.
- Es mi turno entonces - Murmuró para sí misma. Luego, con paso firme, salió de su oficina y se dirigió hacia la bahía.
La base estaba en un puerto resguardado por acantilados rocosos, donde los barcos de la Marina amarraban en silencio. El agua se movía suavemente hacia la orilla, pero la calma en el ambiente estaba a punto de alterarse. Shizu caminaba hacia la orilla, sus pasos resonando como retumbos lejanos en el suelo, y la sombra de su gigantesco cuerpo se proyectaba sobre los oficiales que la miraban con respeto. Con un simple salto, su figura enorme despegó del suelo, volando por los aires hasta aterrizar con fuerza en una de las plataformas flotantes que daban acceso al mar. El viento soplaba fuerte en su rostro, y los pocos que se encontraban cerca se apartaban rápidamente para no ser aplastados por su aterrizaje.
Cada uno de sus pasos provocaba una vibración en el suelo, y la enorme figura de la gigante se alzaba contra el cielo. La brisa salada le daba en el rostro mientras sus enormes pies tocaban el agua, hundiéndose ligeramente, pero sin perder el equilibrio. El mar estaba tranquilo, casi demasiado tranquilo. Algo no estaba bien.
Tras una corta caminata, Shizu llegó al faro, que se erguía solitario sobre una roca que sobresalía del agua. El edificio era pequeño comparado con su tamaño, pero aún así, era una importante referencia para los navegantes. A su alrededor, pequeños botes de pesca flotaban, algunos abandonados, otros con los pescadores todavía atrapados en el pánico.
En el agua, a unos cien metros de la costa, algo emergió. Era la criatura de la que hablaban los informes: una serpiente marina de proporciones colosales. Su cuerpo serpenteaba a través del mar, alzando su cabeza hacia el cielo, que parecía abrirse ante su tamaño. La serpiente estaba tan cerca del faro que sus ojos, rojos como brasas, miraban con furia hacia la costa, pero no atacaba. Sin embargo, su mera presencia hacía temblar a los hombres que aún intentaban pescar en la zona.
“¡Es enorme!” Pensó Shizu, observando a la serpiente. Su tamaño parecía casi igual al suyo, lo que la hacía sentir la amenaza más de cerca. Sin embargo, eso no la asustaba. Era una oficial de la Marina, y el deber le exigía actuar.
Con una mirada decidida, Shizu avanzó hacia el agua. Aprovechando su gran tamaño y fuerza, comenzó a caminar sobre las olas, pisando con firmeza el agua como si fuera tierra firme. La serpiente, al ver a la gigante acercarse, levantó más de la mitad de su cuerpo, mostrando su tamaño colosal. Las olas se alzaban a su alrededor como si el mar mismo tratara de huir de ella.
Sin embargo, Shizu no vaciló. Usó su habilidad con la Logia de la Arena, concentrando su poder en sus manos, que comenzaron a transformarse en arena dorada, mezclándose con el viento. Hizo un gesto con la mano y, al instante, una tormenta de arena se levantó en el aire, rodeando a la serpiente y cegándola momentáneamente. Aprovechó ese momento para dar un salto tremendo, atravesando el aire con la fuerza de su cuerpo y cayendo justo delante de la serpiente. El impacto de su aterrizaje fue tan fuerte que las olas alrededor de la criatura se elevaron en una gigantesca pared de agua.
La serpiente, confundida por el ataque repentino, retrocedió, pero Shizu no le dio tregua. Usó sus puños de arena para golpear el agua con tal fuerza que generó grandes ondas que afectaron la estabilidad de la criatura. Luego, concentró la arena bajo sus pies y la usó para levantar enormes bloques que lanzó contra el cuerpo de la serpiente. Cada golpe era un estruendo, y la serpiente comenzó a retroceder, asustada por el poder de la gigante.
- ¡Déjanos en paz! - Rugió Shizu, mientras su control sobre la arena se intensificaba, cubriendo completamente a la serpiente. La arena la rodeó, atrapándola en una especie de prisión. La serpiente luchó por liberarse, pero los bloques de arena que Shizu había formado la mantenían inmóvil. Tras varios minutos de lucha, la serpiente dejó de moverse, finalmente sometida por la fuerza de Shizu. Pero ella no la mató. En lugar de eso, la gigante dejó que el poder de la arena se desvaneciera lentamente, permitiendo que la criatura se liberara y nadara lejos.
La serpiente, derrotada y sin ganas de pelear más, huyó rápidamente hacia lo profundo del mar. Los pescadores, que habían observado todo el enfrentamiento desde sus botes, comenzaron a vitorear y a aplaudir a Shizu, agradeciéndole por su valentía. El sol comenzaba a ponerse, y la base naval estaba de vuelta en calma. Shizu, agotada pero satisfecha, regresó a su puesto, mientras los pescadores regresaban a sus hogares con una sonrisa.
- ¿Todo en orden? - Le preguntó un marinero cuando volvió - Todo en orden - Respondió Shizu con una sonrisa ligera. Aunque su rango en la Marina era bajo, su tamaño y habilidades la hacían capaz de enfrentar incluso las amenazas más grandes. La gigante de la arena había cumplido una vez más con su deber.
- ¡Urgente! ¡Aviso de emergencia! - Exclamó, entregando un papel arrugado a la oficial Shizu. La gigante lo miró con calma, sus ojos de color ámbar brillando levemente a medida que sus manos tomaban el mensaje. Era una notificación rápida pero precisa. La información era clara, un monstruo marino, una serpiente de gigantesco tamaño, había sido avistada cerca del faro. Los pescadores locales reportaban que la criatura no había atacado a nadie, pero su presencia era suficiente para sembrar el miedo en los habitantes cercanos. Los pescadores no se atrevían a salir de sus barcos.
Shizu frunció el ceño. No era común ver criaturas marinas de tal tamaño por esas aguas, pero no era algo que ella pudiera dejar pasar. Aunque su rango dentro de la Marina era bajo, su tamaño y poder no podían ser ignorados. Aquel asunto requería rapidez, y con su fuerza imponente, sería la ideal para resolverlo.
- Es mi turno entonces - Murmuró para sí misma. Luego, con paso firme, salió de su oficina y se dirigió hacia la bahía.
La base estaba en un puerto resguardado por acantilados rocosos, donde los barcos de la Marina amarraban en silencio. El agua se movía suavemente hacia la orilla, pero la calma en el ambiente estaba a punto de alterarse. Shizu caminaba hacia la orilla, sus pasos resonando como retumbos lejanos en el suelo, y la sombra de su gigantesco cuerpo se proyectaba sobre los oficiales que la miraban con respeto. Con un simple salto, su figura enorme despegó del suelo, volando por los aires hasta aterrizar con fuerza en una de las plataformas flotantes que daban acceso al mar. El viento soplaba fuerte en su rostro, y los pocos que se encontraban cerca se apartaban rápidamente para no ser aplastados por su aterrizaje.
Cada uno de sus pasos provocaba una vibración en el suelo, y la enorme figura de la gigante se alzaba contra el cielo. La brisa salada le daba en el rostro mientras sus enormes pies tocaban el agua, hundiéndose ligeramente, pero sin perder el equilibrio. El mar estaba tranquilo, casi demasiado tranquilo. Algo no estaba bien.
Tras una corta caminata, Shizu llegó al faro, que se erguía solitario sobre una roca que sobresalía del agua. El edificio era pequeño comparado con su tamaño, pero aún así, era una importante referencia para los navegantes. A su alrededor, pequeños botes de pesca flotaban, algunos abandonados, otros con los pescadores todavía atrapados en el pánico.
En el agua, a unos cien metros de la costa, algo emergió. Era la criatura de la que hablaban los informes: una serpiente marina de proporciones colosales. Su cuerpo serpenteaba a través del mar, alzando su cabeza hacia el cielo, que parecía abrirse ante su tamaño. La serpiente estaba tan cerca del faro que sus ojos, rojos como brasas, miraban con furia hacia la costa, pero no atacaba. Sin embargo, su mera presencia hacía temblar a los hombres que aún intentaban pescar en la zona.
“¡Es enorme!” Pensó Shizu, observando a la serpiente. Su tamaño parecía casi igual al suyo, lo que la hacía sentir la amenaza más de cerca. Sin embargo, eso no la asustaba. Era una oficial de la Marina, y el deber le exigía actuar.
Con una mirada decidida, Shizu avanzó hacia el agua. Aprovechando su gran tamaño y fuerza, comenzó a caminar sobre las olas, pisando con firmeza el agua como si fuera tierra firme. La serpiente, al ver a la gigante acercarse, levantó más de la mitad de su cuerpo, mostrando su tamaño colosal. Las olas se alzaban a su alrededor como si el mar mismo tratara de huir de ella.
Sin embargo, Shizu no vaciló. Usó su habilidad con la Logia de la Arena, concentrando su poder en sus manos, que comenzaron a transformarse en arena dorada, mezclándose con el viento. Hizo un gesto con la mano y, al instante, una tormenta de arena se levantó en el aire, rodeando a la serpiente y cegándola momentáneamente. Aprovechó ese momento para dar un salto tremendo, atravesando el aire con la fuerza de su cuerpo y cayendo justo delante de la serpiente. El impacto de su aterrizaje fue tan fuerte que las olas alrededor de la criatura se elevaron en una gigantesca pared de agua.
La serpiente, confundida por el ataque repentino, retrocedió, pero Shizu no le dio tregua. Usó sus puños de arena para golpear el agua con tal fuerza que generó grandes ondas que afectaron la estabilidad de la criatura. Luego, concentró la arena bajo sus pies y la usó para levantar enormes bloques que lanzó contra el cuerpo de la serpiente. Cada golpe era un estruendo, y la serpiente comenzó a retroceder, asustada por el poder de la gigante.
- ¡Déjanos en paz! - Rugió Shizu, mientras su control sobre la arena se intensificaba, cubriendo completamente a la serpiente. La arena la rodeó, atrapándola en una especie de prisión. La serpiente luchó por liberarse, pero los bloques de arena que Shizu había formado la mantenían inmóvil. Tras varios minutos de lucha, la serpiente dejó de moverse, finalmente sometida por la fuerza de Shizu. Pero ella no la mató. En lugar de eso, la gigante dejó que el poder de la arena se desvaneciera lentamente, permitiendo que la criatura se liberara y nadara lejos.
La serpiente, derrotada y sin ganas de pelear más, huyó rápidamente hacia lo profundo del mar. Los pescadores, que habían observado todo el enfrentamiento desde sus botes, comenzaron a vitorear y a aplaudir a Shizu, agradeciéndole por su valentía. El sol comenzaba a ponerse, y la base naval estaba de vuelta en calma. Shizu, agotada pero satisfecha, regresó a su puesto, mientras los pescadores regresaban a sus hogares con una sonrisa.
- ¿Todo en orden? - Le preguntó un marinero cuando volvió - Todo en orden - Respondió Shizu con una sonrisa ligera. Aunque su rango en la Marina era bajo, su tamaño y habilidades la hacían capaz de enfrentar incluso las amenazas más grandes. La gigante de la arena había cumplido una vez más con su deber.