Johnny King
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11-11-2024, 02:40 AM
Johnny King no estaba en el mercado de Loguetown por obligación, sino por una curiosa mezcla de ocio y rutina. Ese tipo de paseos eran su excusa favorita para familiarizarse con la comunidad. Una interpretación libre de sus deberes como Marine, claro está. Mientras los vendedores gritaban precios y ofertas, y los compradores regateaban y discutían animadamente, el oni avanzaba con paso relajado, dejando que el gentío casi lo moviera como la marea.
El aire estaba cargado de especias exóticas, frutas frescas y algo de salitre que llegaba de la costa. Era una mezcla que despertaba los sentidos, aunque Johnny pensaba que lo mejor de esos paseos era la posibilidad de desaparecer en el caos, de ser un transeúnte más. Con las manos en los bolsillos y una expresión despreocupada, miraba sin ver demasiado, pensando en si este día sería lo suficientemente tranquilo para no hacer mucho más que estar allí, entre el bullicio, “cumpliendo con su deber”.
Fue en ese momento cuando, entre el ir y venir de la gente, algo captó su atención: una joven avanzaba entre la multitud de una forma que, en palabras de Johnny, se podría describir como... peculiar. Caminaba a pequeños saltos, y aunque parecía querer pasar desapercibida, el gesto de moverse de ese modo llamaba más la atención. Sus labios dibujaron una sonrisa divertida, y no pudo evitar mirarla con interés.
Cuando la chica, distraída y absorta en su propio mundo, pasó cerca de él, Johnny no dudó ni un segundo en desplegar una de sus maniobras “casuales” favoritas. Se quitó las gafas de sol lentamente, lo suficiente para que ella notara el movimiento. Mantuvo la mirada fija, como si intentara transmitir algo entre seductor y cómico. Claro que, en un gesto que lo caracterizaba, apenas logró cruzar su mirada con ella, cambió las gafas por otro par idéntico, con un leve arqueo de ceja, como si todo hubiera sido un chiste elaborado solo para él. La joven, sin embargo, parecía no prestarle mucha atención, ya que continuó su camino sin detenerse.
Fue justo en ese instante cuando el marine de sombrero blanco se dio cuenta de que un papel había caído de sus manos, deslizándose sin que ella lo notara y aterrizando justo frente a sus pies. Se agachó para recogerlo, y mientras lo hacía, su mirada volvió a la chica, quien ya se alejaba con esa caminata tan particular, saltando entre la gente como si buscara pasar desapercibida y, paradójicamente, llamando más la atención.
Johnny sostuvo el papel en sus manos y lo observó con curiosidad, entrecerrando los ojos un momento. Con una mueca de resignación, miró a la figura de la chica, que ya se encontraba más allá de la plaza del mercado. Podría haberse limitado a dejar el papel en algún lugar visible y que ella lo encontrara por casualidad, pero pensó que, dadas las circunstancias, lo más razonable sería devolvérselo. Además, aunque no lo admitiera en voz alta, había algo en esa joven que despertaba su interés.
— Eh, disculpa… ¡Se te cayó esto! — agitó el papel ligeramente y casi sin ganas mientras se aproximaba a ella.
Johnny King sabía que la chica era diferente. No era la primera vez que encontraba visitantes excéntricos en Loguetown, pero una sirena dando saltitos y repartiendo flyers era toda una novedad para él.
El aire estaba cargado de especias exóticas, frutas frescas y algo de salitre que llegaba de la costa. Era una mezcla que despertaba los sentidos, aunque Johnny pensaba que lo mejor de esos paseos era la posibilidad de desaparecer en el caos, de ser un transeúnte más. Con las manos en los bolsillos y una expresión despreocupada, miraba sin ver demasiado, pensando en si este día sería lo suficientemente tranquilo para no hacer mucho más que estar allí, entre el bullicio, “cumpliendo con su deber”.
Fue en ese momento cuando, entre el ir y venir de la gente, algo captó su atención: una joven avanzaba entre la multitud de una forma que, en palabras de Johnny, se podría describir como... peculiar. Caminaba a pequeños saltos, y aunque parecía querer pasar desapercibida, el gesto de moverse de ese modo llamaba más la atención. Sus labios dibujaron una sonrisa divertida, y no pudo evitar mirarla con interés.
Cuando la chica, distraída y absorta en su propio mundo, pasó cerca de él, Johnny no dudó ni un segundo en desplegar una de sus maniobras “casuales” favoritas. Se quitó las gafas de sol lentamente, lo suficiente para que ella notara el movimiento. Mantuvo la mirada fija, como si intentara transmitir algo entre seductor y cómico. Claro que, en un gesto que lo caracterizaba, apenas logró cruzar su mirada con ella, cambió las gafas por otro par idéntico, con un leve arqueo de ceja, como si todo hubiera sido un chiste elaborado solo para él. La joven, sin embargo, parecía no prestarle mucha atención, ya que continuó su camino sin detenerse.
Fue justo en ese instante cuando el marine de sombrero blanco se dio cuenta de que un papel había caído de sus manos, deslizándose sin que ella lo notara y aterrizando justo frente a sus pies. Se agachó para recogerlo, y mientras lo hacía, su mirada volvió a la chica, quien ya se alejaba con esa caminata tan particular, saltando entre la gente como si buscara pasar desapercibida y, paradójicamente, llamando más la atención.
Johnny sostuvo el papel en sus manos y lo observó con curiosidad, entrecerrando los ojos un momento. Con una mueca de resignación, miró a la figura de la chica, que ya se encontraba más allá de la plaza del mercado. Podría haberse limitado a dejar el papel en algún lugar visible y que ella lo encontrara por casualidad, pero pensó que, dadas las circunstancias, lo más razonable sería devolvérselo. Además, aunque no lo admitiera en voz alta, había algo en esa joven que despertaba su interés.
— Eh, disculpa… ¡Se te cayó esto! — agitó el papel ligeramente y casi sin ganas mientras se aproximaba a ella.
Johnny King sabía que la chica era diferente. No era la primera vez que encontraba visitantes excéntricos en Loguetown, pero una sirena dando saltitos y repartiendo flyers era toda una novedad para él.