Rose D. Hestia
Vesta
11-11-2024, 05:13 AM
La noche había caído silenciosamente sobre la tranquila villa Syrup, una pequeña localidad costera del East Blue. La mayoría de los residentes ya se encontraban en sus hogares, preparándose para el descanso, mientras los barcos que partían de la isla aguardaban en el puerto. Entre ellos se encontraba una joven de baja estatura, una chica con una actitud serena y amable que caminaba con pasos ligeros por las estrechas calles empedradas mientras volvia a su posada. Una chica que simplemente estaba de paso en aquella población por una noche hasta partir hacia Kilombo en la mañana.
Aquella noche, Hestia se encontraba en su habitación, una muy modesta dada su economía pero confortable, mientras pensaba en el siguiente destino al que viajaría. Mañana tomaría un barco hacia la isla cercana de Kilombo, donde tenía planeado investigar un poco sobre el faro que tenian en esa isla y su funcionamiento y arquitectura.
Sin embargo, un estruendo de truenos rompió el silencio de la noche, y la paz se desvaneció en un instante. Hestia miró por la ventana y vio cómo las nubes oscuras cubrían el cielo, amenazando con una tormenta mucho más grande de lo que había previsto. Su mente empezó a trabajar rápidamente, recordando las señales de tormentas fuertes y las posibles consecuencias para los barcos y los residentes del pueblo.
La joven decidió asegurarse de que todo estuviera en orden antes de acostarse. Salió de su casa y comenzó a caminar por las calles de Villa Syrup, observando cómo el viento empezaba a levantarse, moviendo las ramas de los árboles y las olas del mar. La tormenta era imparable. Los faroles de la calle comenzaron a parpadear, y la lluvia torrencial empezó a caer, golpeando la tierra con furia. En cuestión de minutos, lo que había sido una brisa agradable se convirtió en una tormenta violenta.
Entonces, ocurrió algo inesperado. Desde el borde de la playa, un sonido sordo retumbó. Era el sonido de una tromba de agua, que comenzó a formarse a lo lejos, moviéndose rápidamente hacia la villa. Las casas cercanas a la orilla empezaron a tambalear, y las primeras gotas de agua se convirtieron en olas que inundaban las calles de la villa. Los residentes comenzaron a gritar en pánico mientras la corriente arrastraba todo a su paso: muebles, vehículos y, lo peor de todo, personas. Era como si las aguas de las montañas se hubieran fusionado con el mar, convirtiendo la villa en un fragmento del océano.
Hestia, al ver el caos que se desataba frente a ella, sintió una oleada de urgencia. Sin dudar ni un segundo comenzó a mirar rápidamente cómo podría ayudar a la gente, pero la tormenta arremetía con tal fuerza que no tenía tiempo para pensarlo demasiado. En un parpadeo, los pensamientos se desvanecieron y algo dentro de ella cambió.
Un estornudo salió de su boca sin previo aviso, y en ese preciso momento, su personalidad dio un giro radical. La chica tranquila y amable desapareció, y en su lugar apareció una versión más altiva y obstinada. Su postura se volvió más erguida, y una feroz determinación brilló en sus ojos - ¡Esto es una completa locura! - Dijo en voz alta, mientras su nuevo yo tomaba control - ¡Vamos a salvar a estos idiotas ahora!
Vesta, la personalidad alternativa de Hestia, era todo lo contrario a su yo habitual. Mientras Hestia era calmada y paciente, Vesta era explosiva y se dejaba llevar por el impulso. Su mente todavía era tan brillante, pero no dudaba en arriesgarse y tomar decisiones rápidamente. En este caso, no iba a esperar a que alguien más tomara la iniciativa. El desastre ya estaba aquí, y no iba a quedarse de brazos cruzados.
Con una sonrisa orgullosa, Vesta se lanzó a la acción. Saltó entre los tejados de las casas, usando su agilidad para evitar las calles inundadas. Sus pies impactaban con fuerza sobre los techos de las casas, creando una pequeña vibración que resonaba en cada edificio. Mientras avanzaba, podía ver cómo el agua seguía subiendo y cómo algunas casas ya estaban siendo arrastradas por las corrientes. Los gritos de los residentes perdidos en la tormenta llegaban a sus oídos, pero no se detuvo. Sabía que tenía que actuar rápido.
En un momento, vio a una familia atrapada dentro de su casa, con el agua subiendo rápidamente por las paredes. Sin pensarlo, Vesta usó su destreza técnica para identificar los puntos débiles del edificio. Con unos rápidos movimientos, comenzó a usar cuerdas y otros materiales que encontraba en el camino, creando una serie de mecanismos improvisados para elevar a la familia y llevarlos hasta el techo de la casa, donde estarían a salvo por el momento.
- ¡Suban! - Ordenó, mostrando una feroz determinación algo gresiva - ¡No hay tiempo que perder! - Mientras ayudaba a la familia, notó que el agua seguía avanzando con una fuerza imparable. Por un momento, se detuvo, mirando el panorama: algunas casas habían sido arrastradas por completo, mientras otras seguían siendo desbordadas por la fuerza de la tormenta. Los pescadores del pueblo también trataban de mantenerse a salvo, pero sus botes ya se habían volcado en la inundación.
- ¡Maldita sea, esto no puede seguir así! - Vesta exclamó con una sonrisa traviesa en su rostro, como si la tormenta fuera solo un desafío más - ¡Vamos a detener esto de una vez por todas! - Vesta saltó hacia el siguiente edificio, donde un grupo de hombres intentaba sujetarse a una estructura de madera que estaba a punto de desmoronarse. Con una serie de movimientos rápidos y calculados, les tendió una cuerda resistente, y con su increíble fuerza, comenzó a levantar la estructura con la ayuda de los marineros. El agua subía a un ritmo alarmante, pero ella no estaba dispuesta a rendirse. Usando su ingenio, empezó a juntar materiales de las casas cercanas de uso cotidiano que encontro, para crear una red de seguridad improvisada que pudiera resistir las fuertes corrientes y mantener a salvo a los residentes.
A medida que el tiempo avanzaba y la tormenta continuaba su furia, Vesta seguía ayudando a la gente, salvando a cada vecino atrapado en las calles inundadas y guiándolos a puntos más altos y seguros. Su actitud intrépida y su rapidez para tomar decisiones salvaron a muchas vidas esa noche. Cada vez que parecía que las fuerzas de la naturaleza iban a vencer, Vesta encontraba una solución, aunque siempre con una actitud desafiante y una sonrisa de triunfo en su rostro.
Finalmente, después de horas de lucha contra la tormenta, los pescadores y algunos otros residentes, guiados por las indicaciones de Vesta, comenzaron a organizarse para evacuar a los que aún quedaban atrapados. Gracias a su intervención y su capacidad para crear soluciones rápidas, la mayoría de los habitantes de Villa Syrup se encontraban ahora a salvo en los techos de las casas o en los puntos más altos, lejos de la amenaza del agua.
A lo lejos, los primeros barcos de la Marina comenzaron a llegar, navegando con dificultad por las aguas turbulentas. Aunque no pudieron hacer mucho más debido a la tormenta, ayudaron a trasladar a los más necesitados a zonas más seguras. En ese momento, cuando la tormenta finalmente comenzó a amainar, Vesta, agotada pero satisfecha, saltó al último edificio seguro, donde vio a algunos residentes reunidos, agradecidos, con sonrisas de alivio en sus rostros.
- Huh... al final no estuvo tan mal - Dijo Vesta, sacudiendo las manos, como si todo fuera una gran aventura - ¡Qué increíble! - Fue entonces cuando, con un suave estornudo, la personalidad de Vesta desapareció tan repentinamente como había llegado. Hestia volvió a ser la chica tranquila y amable, mirando alrededor con una sonrisa tímida - ¿Lo logré? - Murmuró, algo confundida - ¿Todo está bien? - Los habitantes de la villa Syrup asintieron con entusiasmo, agradecidos por todo lo que había hecho. El caos había cesado, y aunque Hestia apenas se daba cuenta de la magnitud de lo que había sucedido, todos sabían que sin su ingenio y valentía, muchos no habrían sobrevivido esa noche.
Aunque realmente no tuvo mucho tiempo para celebrar, puesto que los navíos de la Marina ya estaban pudiendo desembarcar con estabilidad en la costa, lo cual haría que no tardaran en múltiples soldados a venir a rescatar de los tejados a la gente que Hestia ayudo a evacuar. Y ella era una prófuga de la justicia aunque no muchos lo supieran, y no contaremos en esta ocasión. Así que tomo la decisión de huir no quedándose a ser felicitada por los residentes agradecidos.
Aquella noche, Hestia se encontraba en su habitación, una muy modesta dada su economía pero confortable, mientras pensaba en el siguiente destino al que viajaría. Mañana tomaría un barco hacia la isla cercana de Kilombo, donde tenía planeado investigar un poco sobre el faro que tenian en esa isla y su funcionamiento y arquitectura.
Sin embargo, un estruendo de truenos rompió el silencio de la noche, y la paz se desvaneció en un instante. Hestia miró por la ventana y vio cómo las nubes oscuras cubrían el cielo, amenazando con una tormenta mucho más grande de lo que había previsto. Su mente empezó a trabajar rápidamente, recordando las señales de tormentas fuertes y las posibles consecuencias para los barcos y los residentes del pueblo.
La joven decidió asegurarse de que todo estuviera en orden antes de acostarse. Salió de su casa y comenzó a caminar por las calles de Villa Syrup, observando cómo el viento empezaba a levantarse, moviendo las ramas de los árboles y las olas del mar. La tormenta era imparable. Los faroles de la calle comenzaron a parpadear, y la lluvia torrencial empezó a caer, golpeando la tierra con furia. En cuestión de minutos, lo que había sido una brisa agradable se convirtió en una tormenta violenta.
Entonces, ocurrió algo inesperado. Desde el borde de la playa, un sonido sordo retumbó. Era el sonido de una tromba de agua, que comenzó a formarse a lo lejos, moviéndose rápidamente hacia la villa. Las casas cercanas a la orilla empezaron a tambalear, y las primeras gotas de agua se convirtieron en olas que inundaban las calles de la villa. Los residentes comenzaron a gritar en pánico mientras la corriente arrastraba todo a su paso: muebles, vehículos y, lo peor de todo, personas. Era como si las aguas de las montañas se hubieran fusionado con el mar, convirtiendo la villa en un fragmento del océano.
Hestia, al ver el caos que se desataba frente a ella, sintió una oleada de urgencia. Sin dudar ni un segundo comenzó a mirar rápidamente cómo podría ayudar a la gente, pero la tormenta arremetía con tal fuerza que no tenía tiempo para pensarlo demasiado. En un parpadeo, los pensamientos se desvanecieron y algo dentro de ella cambió.
Un estornudo salió de su boca sin previo aviso, y en ese preciso momento, su personalidad dio un giro radical. La chica tranquila y amable desapareció, y en su lugar apareció una versión más altiva y obstinada. Su postura se volvió más erguida, y una feroz determinación brilló en sus ojos - ¡Esto es una completa locura! - Dijo en voz alta, mientras su nuevo yo tomaba control - ¡Vamos a salvar a estos idiotas ahora!
Vesta, la personalidad alternativa de Hestia, era todo lo contrario a su yo habitual. Mientras Hestia era calmada y paciente, Vesta era explosiva y se dejaba llevar por el impulso. Su mente todavía era tan brillante, pero no dudaba en arriesgarse y tomar decisiones rápidamente. En este caso, no iba a esperar a que alguien más tomara la iniciativa. El desastre ya estaba aquí, y no iba a quedarse de brazos cruzados.
Con una sonrisa orgullosa, Vesta se lanzó a la acción. Saltó entre los tejados de las casas, usando su agilidad para evitar las calles inundadas. Sus pies impactaban con fuerza sobre los techos de las casas, creando una pequeña vibración que resonaba en cada edificio. Mientras avanzaba, podía ver cómo el agua seguía subiendo y cómo algunas casas ya estaban siendo arrastradas por las corrientes. Los gritos de los residentes perdidos en la tormenta llegaban a sus oídos, pero no se detuvo. Sabía que tenía que actuar rápido.
En un momento, vio a una familia atrapada dentro de su casa, con el agua subiendo rápidamente por las paredes. Sin pensarlo, Vesta usó su destreza técnica para identificar los puntos débiles del edificio. Con unos rápidos movimientos, comenzó a usar cuerdas y otros materiales que encontraba en el camino, creando una serie de mecanismos improvisados para elevar a la familia y llevarlos hasta el techo de la casa, donde estarían a salvo por el momento.
- ¡Suban! - Ordenó, mostrando una feroz determinación algo gresiva - ¡No hay tiempo que perder! - Mientras ayudaba a la familia, notó que el agua seguía avanzando con una fuerza imparable. Por un momento, se detuvo, mirando el panorama: algunas casas habían sido arrastradas por completo, mientras otras seguían siendo desbordadas por la fuerza de la tormenta. Los pescadores del pueblo también trataban de mantenerse a salvo, pero sus botes ya se habían volcado en la inundación.
- ¡Maldita sea, esto no puede seguir así! - Vesta exclamó con una sonrisa traviesa en su rostro, como si la tormenta fuera solo un desafío más - ¡Vamos a detener esto de una vez por todas! - Vesta saltó hacia el siguiente edificio, donde un grupo de hombres intentaba sujetarse a una estructura de madera que estaba a punto de desmoronarse. Con una serie de movimientos rápidos y calculados, les tendió una cuerda resistente, y con su increíble fuerza, comenzó a levantar la estructura con la ayuda de los marineros. El agua subía a un ritmo alarmante, pero ella no estaba dispuesta a rendirse. Usando su ingenio, empezó a juntar materiales de las casas cercanas de uso cotidiano que encontro, para crear una red de seguridad improvisada que pudiera resistir las fuertes corrientes y mantener a salvo a los residentes.
A medida que el tiempo avanzaba y la tormenta continuaba su furia, Vesta seguía ayudando a la gente, salvando a cada vecino atrapado en las calles inundadas y guiándolos a puntos más altos y seguros. Su actitud intrépida y su rapidez para tomar decisiones salvaron a muchas vidas esa noche. Cada vez que parecía que las fuerzas de la naturaleza iban a vencer, Vesta encontraba una solución, aunque siempre con una actitud desafiante y una sonrisa de triunfo en su rostro.
Finalmente, después de horas de lucha contra la tormenta, los pescadores y algunos otros residentes, guiados por las indicaciones de Vesta, comenzaron a organizarse para evacuar a los que aún quedaban atrapados. Gracias a su intervención y su capacidad para crear soluciones rápidas, la mayoría de los habitantes de Villa Syrup se encontraban ahora a salvo en los techos de las casas o en los puntos más altos, lejos de la amenaza del agua.
A lo lejos, los primeros barcos de la Marina comenzaron a llegar, navegando con dificultad por las aguas turbulentas. Aunque no pudieron hacer mucho más debido a la tormenta, ayudaron a trasladar a los más necesitados a zonas más seguras. En ese momento, cuando la tormenta finalmente comenzó a amainar, Vesta, agotada pero satisfecha, saltó al último edificio seguro, donde vio a algunos residentes reunidos, agradecidos, con sonrisas de alivio en sus rostros.
- Huh... al final no estuvo tan mal - Dijo Vesta, sacudiendo las manos, como si todo fuera una gran aventura - ¡Qué increíble! - Fue entonces cuando, con un suave estornudo, la personalidad de Vesta desapareció tan repentinamente como había llegado. Hestia volvió a ser la chica tranquila y amable, mirando alrededor con una sonrisa tímida - ¿Lo logré? - Murmuró, algo confundida - ¿Todo está bien? - Los habitantes de la villa Syrup asintieron con entusiasmo, agradecidos por todo lo que había hecho. El caos había cesado, y aunque Hestia apenas se daba cuenta de la magnitud de lo que había sucedido, todos sabían que sin su ingenio y valentía, muchos no habrían sobrevivido esa noche.
Aunque realmente no tuvo mucho tiempo para celebrar, puesto que los navíos de la Marina ya estaban pudiendo desembarcar con estabilidad en la costa, lo cual haría que no tardaran en múltiples soldados a venir a rescatar de los tejados a la gente que Hestia ayudo a evacuar. Y ella era una prófuga de la justicia aunque no muchos lo supieran, y no contaremos en esta ocasión. Así que tomo la decisión de huir no quedándose a ser felicitada por los residentes agradecidos.