Octojin
El terror blanco
11-11-2024, 10:09 AM
Apoyas la espalda contra la pared del edificio, respirando con dificultad mientras intentas regular el ritmo de tu corazón. Desde tu posición, puedes escuchar voces tenues en el interior. Parece que seguir los rastros de sangre de esos tipos ha sido buena idea, o como mínimo, te han llevado a un sitio donde recopilar información. Te concentras, esforzándote por distinguir las palabras entre el sonido de tu propia respiración. Al principio, los susurros son apenas audibles, pero pronto reconoces una voz familiar: son los dos hombres con los que acabas de pelear. ¿Cómo podrías olvidar su tono de voz?
Justo entonces, escuchas otra voz que te resulta escalofriantemente parecida a la del anciano que había desaparecido antes de la pelea. ¿Será él? Te acercas un poco más a la ventana, conteniendo el aliento, y las palabras empiezan a hacerse más claras.
—Ya he hablado con el jefe. No me puedo creer que seáis tan inútiles —escuchas decir al que parece ser el anciano, con su voz impregnada de desprecio—. ¿En serio habéis tenido que huir de una maldita sirena?
Uno de los hombres responde, con un tono cargado de frustración y de algo que suena a disculpa.
—No es una cualquiera, de verdad. No es la primera que capturamos, pero sí la primera que nos planta tanta cara.
Vaya tela... Parece que tus sospechas eran ciertas: estos hombres tienen experiencia capturando a otros como tú, pero por alguna razón parecen pertenecer a algo más grande, ¿no? De lo contrario, quizá hablarían de otra manera. Actuarían distinto.
—No me valen esas excusas —responde el que parece ser el anciano, cortante—. El jefe ya ha dictado su castigo. Miradme bien porque no lo voy a repetir.
Un silencio tenso se instala en la habitación. Durante unos segundos, solo puedes oír el eco de esas palabras y la expectativa que parecen contener. ¿Será que no oyes bien y ahora están susurrando? Yo te recomendaría inclinarte un poco más, quizá así puedas captar cualquier indicio de lo que pueda suceder. De repente, el silencio se rompe con dos disparos consecutivos. Entonces, el tiempo parece detenerse, ¿acaba de...? Unos instantes después, escuchas el ruido sordo de dos cuerpos cayendo al suelo y unos pasos que se alejan con calma.
No puede ser. ¿Pero no eran aliados estos tres? Quizá, por parecida que fuese la voz, ¿no era la del viejo? Seguramente te preguntas si el viejo se ha marchado, y te debates entre entrar a la habitación o alejarte de allí. Es una decisión difícil.
Si te animas a entrar a la sala, verás que la puerta trasera, la más cercana a tu ubicación, está abierta, solo tendrás que empujarla. ¿Un despiste? No sé qué decirte.
La escena que encuentras al otro lado te produce una mezcla de sorpresa y horror. En el suelo, yacen los cuerpos de los dos tipos con los que acabas de enfrentarte, ambos con un disparo en la cabeza. La sangre se esparce en torno a ellos, formando un charco oscuro que contrasta con la frialdad de sus expresiones sin vida. Miras a tu alrededor, sintiendo la opresiva atmósfera del lugar, y el silencio se convierte en algo casi insoportable.
El que parecía ser el anciano, se ha asegurado de que no haya testigos que lo delaten, y te das cuenta de que cualquier oportunidad de obtener respuestas de estos hombres se ha desvanecido. La crudeza de la escena y el rastro de sangre te indican que esto no es simplemente una advertencia; es una ejecución. Y, por la expresión de terror que aún se nota en sus rostros, los dos hombres no tuvieron tiempo ni de defenderse.
Si decides observar la habitación, buscando alguna pista que pueda darte más información sobre quién es este “jefe” o qué intenciones tenía con ellos, lamento informarte que lo único que encuentras es la perturbadora sensación de que acabas de presenciar la obra de alguien despiadado y sin piedad. Fuera quien fuese el tipo que parecía ser el anciano, no tuvo reparos en deshacerse de ellos cuando fallaron en su misión, y eso solo hace que el miedo y la tensión en tu interior aumenten. ¿Son capaces de cualquier cosa estos tipos?
La decisión de quedarte aquí mucho tiempo ya no parece una opción. Cualquier rastro que encuentres te haría parecer involucrada en esta ejecución, y ya sabes que no es el momento de correr riesgos. Estás agotada, herida, y el escenario en el que te encuentras es un crimen evidente. Salir de allí parece la única opción lógica antes de que todo se ponga más feo. La cuestión es, ¿dónde ir? No parece que el tipo que los ha ejecutado te haya dejado pistas, pero al menos tienes bastante información.
Espera. ¿Dónde habían dicho que estaría el cargamento al inicio de esta historia? Igual es buena idea ir a husmear.
Justo entonces, escuchas otra voz que te resulta escalofriantemente parecida a la del anciano que había desaparecido antes de la pelea. ¿Será él? Te acercas un poco más a la ventana, conteniendo el aliento, y las palabras empiezan a hacerse más claras.
—Ya he hablado con el jefe. No me puedo creer que seáis tan inútiles —escuchas decir al que parece ser el anciano, con su voz impregnada de desprecio—. ¿En serio habéis tenido que huir de una maldita sirena?
Uno de los hombres responde, con un tono cargado de frustración y de algo que suena a disculpa.
—No es una cualquiera, de verdad. No es la primera que capturamos, pero sí la primera que nos planta tanta cara.
Vaya tela... Parece que tus sospechas eran ciertas: estos hombres tienen experiencia capturando a otros como tú, pero por alguna razón parecen pertenecer a algo más grande, ¿no? De lo contrario, quizá hablarían de otra manera. Actuarían distinto.
—No me valen esas excusas —responde el que parece ser el anciano, cortante—. El jefe ya ha dictado su castigo. Miradme bien porque no lo voy a repetir.
Un silencio tenso se instala en la habitación. Durante unos segundos, solo puedes oír el eco de esas palabras y la expectativa que parecen contener. ¿Será que no oyes bien y ahora están susurrando? Yo te recomendaría inclinarte un poco más, quizá así puedas captar cualquier indicio de lo que pueda suceder. De repente, el silencio se rompe con dos disparos consecutivos. Entonces, el tiempo parece detenerse, ¿acaba de...? Unos instantes después, escuchas el ruido sordo de dos cuerpos cayendo al suelo y unos pasos que se alejan con calma.
No puede ser. ¿Pero no eran aliados estos tres? Quizá, por parecida que fuese la voz, ¿no era la del viejo? Seguramente te preguntas si el viejo se ha marchado, y te debates entre entrar a la habitación o alejarte de allí. Es una decisión difícil.
Si te animas a entrar a la sala, verás que la puerta trasera, la más cercana a tu ubicación, está abierta, solo tendrás que empujarla. ¿Un despiste? No sé qué decirte.
La escena que encuentras al otro lado te produce una mezcla de sorpresa y horror. En el suelo, yacen los cuerpos de los dos tipos con los que acabas de enfrentarte, ambos con un disparo en la cabeza. La sangre se esparce en torno a ellos, formando un charco oscuro que contrasta con la frialdad de sus expresiones sin vida. Miras a tu alrededor, sintiendo la opresiva atmósfera del lugar, y el silencio se convierte en algo casi insoportable.
El que parecía ser el anciano, se ha asegurado de que no haya testigos que lo delaten, y te das cuenta de que cualquier oportunidad de obtener respuestas de estos hombres se ha desvanecido. La crudeza de la escena y el rastro de sangre te indican que esto no es simplemente una advertencia; es una ejecución. Y, por la expresión de terror que aún se nota en sus rostros, los dos hombres no tuvieron tiempo ni de defenderse.
Si decides observar la habitación, buscando alguna pista que pueda darte más información sobre quién es este “jefe” o qué intenciones tenía con ellos, lamento informarte que lo único que encuentras es la perturbadora sensación de que acabas de presenciar la obra de alguien despiadado y sin piedad. Fuera quien fuese el tipo que parecía ser el anciano, no tuvo reparos en deshacerse de ellos cuando fallaron en su misión, y eso solo hace que el miedo y la tensión en tu interior aumenten. ¿Son capaces de cualquier cosa estos tipos?
La decisión de quedarte aquí mucho tiempo ya no parece una opción. Cualquier rastro que encuentres te haría parecer involucrada en esta ejecución, y ya sabes que no es el momento de correr riesgos. Estás agotada, herida, y el escenario en el que te encuentras es un crimen evidente. Salir de allí parece la única opción lógica antes de que todo se ponga más feo. La cuestión es, ¿dónde ir? No parece que el tipo que los ha ejecutado te haya dejado pistas, pero al menos tienes bastante información.
Espera. ¿Dónde habían dicho que estaría el cargamento al inicio de esta historia? Igual es buena idea ir a husmear.