Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
04-08-2024, 11:03 PM
Zev parpadeó lentamente al abrir los ojos, el calor del sol ya comenzaba a calentar su piel bajo el espeso pelaje. El amanecer en la sabana de Cozia traía consigo una sinfonía de sonidos que Zev conocía bien, pero que nunca dejaban de alertar sus instintos. El susurro de los pastizales, el trote de las cebras, y el lejano rugido de algún depredador en busca de alimento llenaban el aire con una energía vibrante y peligrosa.
Mientras se incorporaba, notó la sequedad en su boca, un recordatorio urgente de la implacable sequía que asolaba la isla. Las nubes que había visto la noche anterior prometían alivio, pero se habían desvanecido en la oscuridad, dejándolo con la necesidad acuciante de encontrar agua.
La preocupación pesaba en su pecho como una piedra. La supervivencia en este entorno dependía de más que solo fuerza y voluntad; requería ingenio y una aguda percepción del mundo que lo rodeaba. Zev sabía que la desconfianza podía ser una virtud aquí, donde la traición no siempre venía de un enemigo humano, sino del mismo entorno. No podía permitirse bajar la guardia.
Determinado a sobrevivir, Zev se levantó de su improvisado lecho de hierba seca, sacudiéndose el polvo del pelaje. Sus orejas se movían, captando cualquier sonido fuera de lugar, mientras sus ojos recorrían el horizonte en busca de algún indicio de agua. Necesitaba un plan, y rápido. Recordó los mapas que había memorizado, las rutas de migración de los animales, las pocas zonas de vegetación densa que podrían indicar la presencia de un arroyo subterráneo.
Con la decisión firme, Zev se dispuso a explorar los alrededores. La búsqueda de agua sería su prioridad. Sin recuerdos claros de su origen, cada día era una oportunidad para descubrir más sobre sí mismo y el mundo que le rodeaba.
Mientras avanzaba con paso decidido, su mente estaba alerta, consciente de cada sombra y cada movimiento. A pesar de su desconfianza, Zev era consciente de que podría encontrar aliados en el lugar más inesperado. Su instinto le decía que no estaba solo en esta lucha, y aunque le costaba abrirse a los demás, la idea de encontrar a alguien con quien compartir esta carga le daba
fuerzas.Mientras se incorporaba, notó la sequedad en su boca, un recordatorio urgente de la implacable sequía que asolaba la isla. Las nubes que había visto la noche anterior prometían alivio, pero se habían desvanecido en la oscuridad, dejándolo con la necesidad acuciante de encontrar agua.
La preocupación pesaba en su pecho como una piedra. La supervivencia en este entorno dependía de más que solo fuerza y voluntad; requería ingenio y una aguda percepción del mundo que lo rodeaba. Zev sabía que la desconfianza podía ser una virtud aquí, donde la traición no siempre venía de un enemigo humano, sino del mismo entorno. No podía permitirse bajar la guardia.
Determinado a sobrevivir, Zev se levantó de su improvisado lecho de hierba seca, sacudiéndose el polvo del pelaje. Sus orejas se movían, captando cualquier sonido fuera de lugar, mientras sus ojos recorrían el horizonte en busca de algún indicio de agua. Necesitaba un plan, y rápido. Recordó los mapas que había memorizado, las rutas de migración de los animales, las pocas zonas de vegetación densa que podrían indicar la presencia de un arroyo subterráneo.
Con la decisión firme, Zev se dispuso a explorar los alrededores. La búsqueda de agua sería su prioridad. Sin recuerdos claros de su origen, cada día era una oportunidad para descubrir más sobre sí mismo y el mundo que le rodeaba.
Mientras avanzaba con paso decidido, su mente estaba alerta, consciente de cada sombra y cada movimiento. A pesar de su desconfianza, Zev era consciente de que podría encontrar aliados en el lugar más inesperado. Su instinto le decía que no estaba solo en esta lucha, y aunque le costaba abrirse a los demás, la idea de encontrar a alguien con quien compartir esta carga le daba
La sabana de Cozia era tanto un campo de batalla como un hogar temporal, y Zev estaba preparado para enfrentar cualquier desafío que viniera, determinado a proteger lo que le importaba y a encontrar su verdadero propósito en este vasto mundo.