Asradi
Völva
11-11-2024, 08:02 PM
Se dió toda la prisa que pudo, atravesando los escuetos y sucios callejones de Oykot o, más bien, los de los muelles. Todavía sentía el dolor en los músculos de los brazos y de la cola. Pero poco a poco iba recuperando el aliento, aunque tenía que hacer el esfuerzo de callejear lo más rápido que podía hasta que llegó al lugar. Tras echar un cuidadoso vistazo a su alrededor, desde su improvisado escondite, inicialmente no vió nada extraño. Hasta que cierto movimiento, en uno de los muelles en concreto le hizo entornar los ojos. Un barco que, en principio, no llamaba mucho la atención, pero que estaba custodiado y del que comenzaban a descargar mercancías. O, al menos, grandes cajas.
De hecho, el avance de una carretilla con una caja de madera más que considerablemente grande fue lo que hizo que Asradi entornase los ojos y captase todavía más su atención. En silencio se movió solo un poco para ver la ruta que seguían. El sutil sonido del crujido proveniente del interior de la caja, le provoca una desazón considerable en el pecho y, al mismo tiempo, un sentimiento de indignación. Si cree lo que cree que es... No podía darles la espalda.
En silencio y con cuidado, les sigue a una distancia prudencial hasta el almacén donde dejan la dichosa mercancía. Los oscuros recuerdos no tardan en volver a su cabeza a medida que continúa no solo vigilando, sino también esperando a ver que sucede. Tras unos minutos de incertidumbre, y de tener que espantar los fantasmas y los oscuros sentimientos de su cabeza, los dos hombres se alejan del almacén en cuestión. Había llegado a tiempo, o eso era lo que creía. Tras haber bordeado el muelle, pudo comprobar que había un acceso discreto al interior de ese almacén en concreto. Sin dudarlo ni un ápice de segundo, la sirena se logró colar por la puerta entreabierta. De hecho, una vez hizo esto, lo primero que hizo fue buscar refugio tras unas cajas cercanas.
Lo primero que le llegó fue el olor a humedad rancia del interior del edificio, algo que le hizo arrugar muy levemente la nariz. Pero no estaba ahí para preocuparse del olor, ni mucho menos. Lo primero que su vista captó fueron unas cajas grandes, a su izquierda, una vez se quedó a solas en aquel lugar.
Y encerrada.
— Genial... — Sentía que el corazón le iba a mil por hora. Era una situación peligrosa y ahora se encontraba ahí encerrada junto con más criaturas. Al menos un par eran gyojin, o medio gyojin, por lo que había podido lograr ver, a medias, a través de los agujeros de una de las cajas.
Pero estaban dormidos. Suponía que los habrían sedado o dejado inconscientes de alguna manera. Asradi miró a su alrededor o, al menos, en lo poco que podía distinguir bajo aquella falta de luz, aunque esto no solía ser un gran problema para ella. Lo bueno de su subespecie de tiburón azul era que tenían una buena vista. Aún así, fue tanteando el terreno en silencio.
Encerrada y con gente atrapada. Lo primero era lo primero. Liberarlos.
Contempló las cajas grandes, en busca de candados y alguna manera de romperlos o de abrirlos. Pero no estaba segura de si todavía habría gente en el exterior.
Se aproximó a una de las cajas más grandes, donde había visto al primer gyojin dormido.
— ¡Ey, pst! ¡Despierta! — No exclamó, aunque su susurro sí era más alto de lo habitual con afán de que el contrario pudiese escucharla. O, al menos, salir de su estado y despertarle. No podía hacer eso sola, necesitaba colaboración de algún tipo. Y ellos necesitaban despertar para poder escapar también.
Podría cantar pero eso también podría alertar en el exterior. De momento intentaría mantener un perfil bajo.
Se le ocurrió algo. Aprovechando la saliva de su boca, lanzó un disparo de la misma hacia el gyojin dormido. Con potencia y con la suficiente puntería como para tan solo rozarle la mejilla. Lo justo para intentar despertarle gracias a la quemazón.
De hecho, el avance de una carretilla con una caja de madera más que considerablemente grande fue lo que hizo que Asradi entornase los ojos y captase todavía más su atención. En silencio se movió solo un poco para ver la ruta que seguían. El sutil sonido del crujido proveniente del interior de la caja, le provoca una desazón considerable en el pecho y, al mismo tiempo, un sentimiento de indignación. Si cree lo que cree que es... No podía darles la espalda.
En silencio y con cuidado, les sigue a una distancia prudencial hasta el almacén donde dejan la dichosa mercancía. Los oscuros recuerdos no tardan en volver a su cabeza a medida que continúa no solo vigilando, sino también esperando a ver que sucede. Tras unos minutos de incertidumbre, y de tener que espantar los fantasmas y los oscuros sentimientos de su cabeza, los dos hombres se alejan del almacén en cuestión. Había llegado a tiempo, o eso era lo que creía. Tras haber bordeado el muelle, pudo comprobar que había un acceso discreto al interior de ese almacén en concreto. Sin dudarlo ni un ápice de segundo, la sirena se logró colar por la puerta entreabierta. De hecho, una vez hizo esto, lo primero que hizo fue buscar refugio tras unas cajas cercanas.
Lo primero que le llegó fue el olor a humedad rancia del interior del edificio, algo que le hizo arrugar muy levemente la nariz. Pero no estaba ahí para preocuparse del olor, ni mucho menos. Lo primero que su vista captó fueron unas cajas grandes, a su izquierda, una vez se quedó a solas en aquel lugar.
Y encerrada.
— Genial... — Sentía que el corazón le iba a mil por hora. Era una situación peligrosa y ahora se encontraba ahí encerrada junto con más criaturas. Al menos un par eran gyojin, o medio gyojin, por lo que había podido lograr ver, a medias, a través de los agujeros de una de las cajas.
Pero estaban dormidos. Suponía que los habrían sedado o dejado inconscientes de alguna manera. Asradi miró a su alrededor o, al menos, en lo poco que podía distinguir bajo aquella falta de luz, aunque esto no solía ser un gran problema para ella. Lo bueno de su subespecie de tiburón azul era que tenían una buena vista. Aún así, fue tanteando el terreno en silencio.
Encerrada y con gente atrapada. Lo primero era lo primero. Liberarlos.
Contempló las cajas grandes, en busca de candados y alguna manera de romperlos o de abrirlos. Pero no estaba segura de si todavía habría gente en el exterior.
Se aproximó a una de las cajas más grandes, donde había visto al primer gyojin dormido.
— ¡Ey, pst! ¡Despierta! — No exclamó, aunque su susurro sí era más alto de lo habitual con afán de que el contrario pudiese escucharla. O, al menos, salir de su estado y despertarle. No podía hacer eso sola, necesitaba colaboración de algún tipo. Y ellos necesitaban despertar para poder escapar también.
Podría cantar pero eso también podría alertar en el exterior. De momento intentaría mantener un perfil bajo.
Se le ocurrió algo. Aprovechando la saliva de su boca, lanzó un disparo de la misma hacia el gyojin dormido. Con potencia y con la suficiente puntería como para tan solo rozarle la mejilla. Lo justo para intentar despertarle gracias a la quemazón.