Alistair
Mochuelo
11-11-2024, 09:02 PM
¡Las reconstrucciones! Aunque externamente el joven emplumado se veía alegre ante la idea por el hecho de que habían avanzado a un ritmo desaforado, por dentro un sudor frío le invadió. Hace unos días se había ofrecido a ayudar como bien pudiera en los esfuerzos de restauración de Oykot, y eso había tenido... Resultados. Si, resultados era la mejor palabra. No es que le molestase, pues había sido su propia idea la de ayudar, pero recordar el agotamiento de estar moviendo cantidades industriales de madera de un lado a otro como si fuese un balandro de transporte comercial se había encargado de drenar cada reserva de energía que el revolucionario cargaba consigo, por imposible que pudiera sonar para el chico que siempre mostraba una energía inagotable. Cargar con un montón de tablones era mas duro de lo que parecía... Ese día había ganado un nuevo nivel de respeto por la gente que llevaba cargas pesadísimas a cuestas.
La sirena anunciaba que redoblaría en asegurarse de que el emplumado estaría bien, demostrando la intranquilidad de haber visto a través de los ojos del Lunarian, ¿podía ser que le hubiera pillado? Incluso si fuera el caso, no pudo evitar dibujar una sonrisa enternecida ante el hecho de que, como él, ella parecía preocuparse por el bienestar de la persona con quien sostenía ese vínculo fraternal. El suficiente como para ir en contra de sus deseos sutilmente, con la finalidad de asegurarse de que esa persona estuviese bien. En luz de eso, no era capaz de protestar en contra, siquiera internamente. — ¡De acuerdo! Si puede darte paz de mente, te dejaré que revises lo que gustes. Solo... — Pausó un segundo, analizando la mejor forma de poner lo siguiente. — Recuerda que rara vez un conflicto sale perfectamente, ¿de acuerdo? No verás nada grave, pero puede que veas uno que otro golpecillo. — "Golpecillo" no era una forma particularmente correcta de llamar a un balazo a quemarropa, pero siendo justo en su comparación, el sujeto con el que se había enfrentado había salido muchísimo peor parado que Alistair.
La energía de del emplumado igualó a la de la sirena cuando empezaron a hablar sobre aquellos temas del pasado, sobre su experimento concretamente. una alegría contagiosa que le demostraba cuánto significaba para la sirena el progreso del Lunarian. — ¡Ya he empezado, si! Recalco que por ahora solo tengo sistemas individuales sueltos que debo averiguar cómo unir en el sistema completo, así que lo más significante que verás seguramente sean mas diseños e ideas sueltas. ¡Pero! Achinando un poco los ojos, ya puede verse la meta al otro lado. — Era un pensamiento optimista, pues incluso si la parte más difícil ya había sido superada, aún quedaba bastante esfuerzo por delante antes de que la unión de todo lo que tenía en la mesa se convirtiera en una realidad. Pero lo conseguiría como fuera.
Como esperaba, Asra se ofreció de frente para ayudar como bien pudiera en el experimento; no podía pedir una mejor segunda voz en el tanque de ideas que la sirena cuyos regalos le habían permitido hacer significante progreso, e ideas que habían despertado en él una nueva curiosidad capaz de permitirle avanzar a pasos agigantados. — No podría pedir una mejor ayuda que la tuya, sirenita. — Y sonrió suave, tierno inclusive a diferencia de los gestos mas enérgicos usuales, mientras una mano se colocaba sobre la cabeza de ella y daba algunas caricias suaves, algo que descolocó algunos mechones en la parte superior de su cabello pero que pronto desharía al recolocarlos en su sitio inmediatamente después. La trataba como si fuera hermana de otra madre, y continuaría tanto como ella se lo permitiera.
— ¿La idea de los Den Den entonces? ¡Perfecto por mi parte! Pero espero sepas que no te dejaré ir hasta que me muestres las notas nuevas que has hecho. — Bromeó, riendo suave. Bueno... Medio bromeó.
— ¡Ven, acompáñame! Tengo el sitio perfecto para eso. — Hizo un ademán para que caminara a su lado, y tan pronto se asegurara de que la sirena se ubicara al lado del emplumado, empezaría a avanzar sin explicar mucho sobre la ubicación a la que se dirigían. Sería una pequeña sorpresa. — Como nos hemos quedado algunos días en Oykot, he decidido montar un pequeño lugar para realizar mis experimentos. No es lo mas ideal, pero es lo mejor que pude montar en medio de este viaje. Al menos durante el tiempo, sirve como mi sitio privado para hacer prácticas en solitario y que además nadie acabe siendo víctima de un... desafortunado accidente. Suelo manejar bastantes cosas que pueden hacer boom. — Lo último fue una onomatopeya que provocó a sus labios torcerse de manera cómica y a sus manos abrirse de golpe como si de un pequeño intentando asustar a alguien se tratara. Ojalá fuese una broma, pero... No lo era en lo absoluto, aunque su mímica fuese para reírse.
Varios minutos mas tarde de caminar, finlamente arribarían a su destino en las afueras de Oykot; no llegaban a la zona urbana, pero estaban lo suficientemente cerca para captar el ruido de los ciudadanos y los sonidos de la urbe. — ¡Y hemos llegado! Adelante, siéntete como en casa. — Anunció orgulloso, sonriendo a la sirena. Por fuera, lo que veía el ojo era una tienda de campaña de gran tamaño que imitaba la silueta de una casa firmemente anclada al suelo por múltiples puntos, exactamente como las que se veían en campañas militares -incluso tenía espacios que imitaban a ventanas, los cuales podían cubrirse con tela ya integrada en la tienda-. Había sido un esfuerzo mayor montarla, pero había valido la pena completamente; el dinero no había sido problema tampoco, pues la comercialización de Den Den Mushis había resultado ser un éxito rotundo.
Por dentro, el improvisado recinto multiplicaba el espacio que aparentaba desde fuera; era engañosamente grande, y servía como un pequeño edén donde el Lunarian había montado una quimera que mezclaba un taller de ingeniero y un laboratorio, ambos generosamente equipados con toda clase de materiales y herramientas para poner a prueba cada idea que aparecía en su desordenada cabeza. En el medio exacto de ambos ambientes, un tablero de corcho se encargaba de sujetar múltiples notas con garabatos que tendrían sentido solo a ojos del Lunarian, y en un espacio apartado sobre una mesa descansaría el cuaderno con todos los dibujos finiquitados que Alistair producía, el experimento del nebulizador siendo el último. Aquel concepto había recibido su unificada atención por las últimas semanas. Habían algunos muebles dispersos largo y tendido por la tienda de campaña, un regalo de la población local cuando les comentó del lugar que quería montar. ¡Parecían más que alegres con respecto a retribuir la ayuda del Lunarian! Aunque seguramente los regresaría tan pronto zarpara a otra isla.
— Puedes explorar y tocar lo que te apetezca, o preguntarme lo que gustes. No te preocupes, todos los reactivos peligrosos están en ese cajón. — Al tiempo señaló a una pequeña caja simple de madera señalada con una X roja bastante visible en la tapa superior. Rudimentaria como pocas, pero cumplía idealmente su propósito; no tenía tan buena mano para las manualidades de carpintero. — O podemos avanzar directamente a la lección de los Den Den. En cualquiera de los casos, ya me es suficiente alegría poder conversar contigo nuevamente. — Añadió, sonriente. Llamarlo adulador no cuadraría con su persona, pues cada palabra que salía de él era completamente genuina. De verdad le alegraba demasiado tener a la sirena en sus cercanías e intercambiar cada idea con ella sin reservas.
La sirena anunciaba que redoblaría en asegurarse de que el emplumado estaría bien, demostrando la intranquilidad de haber visto a través de los ojos del Lunarian, ¿podía ser que le hubiera pillado? Incluso si fuera el caso, no pudo evitar dibujar una sonrisa enternecida ante el hecho de que, como él, ella parecía preocuparse por el bienestar de la persona con quien sostenía ese vínculo fraternal. El suficiente como para ir en contra de sus deseos sutilmente, con la finalidad de asegurarse de que esa persona estuviese bien. En luz de eso, no era capaz de protestar en contra, siquiera internamente. — ¡De acuerdo! Si puede darte paz de mente, te dejaré que revises lo que gustes. Solo... — Pausó un segundo, analizando la mejor forma de poner lo siguiente. — Recuerda que rara vez un conflicto sale perfectamente, ¿de acuerdo? No verás nada grave, pero puede que veas uno que otro golpecillo. — "Golpecillo" no era una forma particularmente correcta de llamar a un balazo a quemarropa, pero siendo justo en su comparación, el sujeto con el que se había enfrentado había salido muchísimo peor parado que Alistair.
La energía de del emplumado igualó a la de la sirena cuando empezaron a hablar sobre aquellos temas del pasado, sobre su experimento concretamente. una alegría contagiosa que le demostraba cuánto significaba para la sirena el progreso del Lunarian. — ¡Ya he empezado, si! Recalco que por ahora solo tengo sistemas individuales sueltos que debo averiguar cómo unir en el sistema completo, así que lo más significante que verás seguramente sean mas diseños e ideas sueltas. ¡Pero! Achinando un poco los ojos, ya puede verse la meta al otro lado. — Era un pensamiento optimista, pues incluso si la parte más difícil ya había sido superada, aún quedaba bastante esfuerzo por delante antes de que la unión de todo lo que tenía en la mesa se convirtiera en una realidad. Pero lo conseguiría como fuera.
Como esperaba, Asra se ofreció de frente para ayudar como bien pudiera en el experimento; no podía pedir una mejor segunda voz en el tanque de ideas que la sirena cuyos regalos le habían permitido hacer significante progreso, e ideas que habían despertado en él una nueva curiosidad capaz de permitirle avanzar a pasos agigantados. — No podría pedir una mejor ayuda que la tuya, sirenita. — Y sonrió suave, tierno inclusive a diferencia de los gestos mas enérgicos usuales, mientras una mano se colocaba sobre la cabeza de ella y daba algunas caricias suaves, algo que descolocó algunos mechones en la parte superior de su cabello pero que pronto desharía al recolocarlos en su sitio inmediatamente después. La trataba como si fuera hermana de otra madre, y continuaría tanto como ella se lo permitiera.
— ¿La idea de los Den Den entonces? ¡Perfecto por mi parte! Pero espero sepas que no te dejaré ir hasta que me muestres las notas nuevas que has hecho. — Bromeó, riendo suave. Bueno... Medio bromeó.
— ¡Ven, acompáñame! Tengo el sitio perfecto para eso. — Hizo un ademán para que caminara a su lado, y tan pronto se asegurara de que la sirena se ubicara al lado del emplumado, empezaría a avanzar sin explicar mucho sobre la ubicación a la que se dirigían. Sería una pequeña sorpresa. — Como nos hemos quedado algunos días en Oykot, he decidido montar un pequeño lugar para realizar mis experimentos. No es lo mas ideal, pero es lo mejor que pude montar en medio de este viaje. Al menos durante el tiempo, sirve como mi sitio privado para hacer prácticas en solitario y que además nadie acabe siendo víctima de un... desafortunado accidente. Suelo manejar bastantes cosas que pueden hacer boom. — Lo último fue una onomatopeya que provocó a sus labios torcerse de manera cómica y a sus manos abrirse de golpe como si de un pequeño intentando asustar a alguien se tratara. Ojalá fuese una broma, pero... No lo era en lo absoluto, aunque su mímica fuese para reírse.
Varios minutos mas tarde de caminar, finlamente arribarían a su destino en las afueras de Oykot; no llegaban a la zona urbana, pero estaban lo suficientemente cerca para captar el ruido de los ciudadanos y los sonidos de la urbe. — ¡Y hemos llegado! Adelante, siéntete como en casa. — Anunció orgulloso, sonriendo a la sirena. Por fuera, lo que veía el ojo era una tienda de campaña de gran tamaño que imitaba la silueta de una casa firmemente anclada al suelo por múltiples puntos, exactamente como las que se veían en campañas militares -incluso tenía espacios que imitaban a ventanas, los cuales podían cubrirse con tela ya integrada en la tienda-. Había sido un esfuerzo mayor montarla, pero había valido la pena completamente; el dinero no había sido problema tampoco, pues la comercialización de Den Den Mushis había resultado ser un éxito rotundo.
Por dentro, el improvisado recinto multiplicaba el espacio que aparentaba desde fuera; era engañosamente grande, y servía como un pequeño edén donde el Lunarian había montado una quimera que mezclaba un taller de ingeniero y un laboratorio, ambos generosamente equipados con toda clase de materiales y herramientas para poner a prueba cada idea que aparecía en su desordenada cabeza. En el medio exacto de ambos ambientes, un tablero de corcho se encargaba de sujetar múltiples notas con garabatos que tendrían sentido solo a ojos del Lunarian, y en un espacio apartado sobre una mesa descansaría el cuaderno con todos los dibujos finiquitados que Alistair producía, el experimento del nebulizador siendo el último. Aquel concepto había recibido su unificada atención por las últimas semanas. Habían algunos muebles dispersos largo y tendido por la tienda de campaña, un regalo de la población local cuando les comentó del lugar que quería montar. ¡Parecían más que alegres con respecto a retribuir la ayuda del Lunarian! Aunque seguramente los regresaría tan pronto zarpara a otra isla.
— Puedes explorar y tocar lo que te apetezca, o preguntarme lo que gustes. No te preocupes, todos los reactivos peligrosos están en ese cajón. — Al tiempo señaló a una pequeña caja simple de madera señalada con una X roja bastante visible en la tapa superior. Rudimentaria como pocas, pero cumplía idealmente su propósito; no tenía tan buena mano para las manualidades de carpintero. — O podemos avanzar directamente a la lección de los Den Den. En cualquiera de los casos, ya me es suficiente alegría poder conversar contigo nuevamente. — Añadió, sonriente. Llamarlo adulador no cuadraría con su persona, pues cada palabra que salía de él era completamente genuina. De verdad le alegraba demasiado tener a la sirena en sus cercanías e intercambiar cada idea con ella sin reservas.