Lance Turner
Shirogami
05-08-2024, 12:17 AM
El cocinero, era sin duda, la persona que más estaba llamando mi atención en esa pequeña reunión. No era sólo por su considerable tamaño o aspecto, bastante imponente ya de por sí, si no por cómo trabajaba en ese pequeño espacio, la dedicación que tenía por la cocina, y su forma de expresarse.
Se negó de inmediato a darnos agua, no obstante tengo que admitir que me hizo mucha gracia cuando nos indicó que podíamos buscar una fuente para beber agua, como un perro que viva en la calle. Acto seguido respondió a mi segunda pregunta sin dejar margen a responderle sobre el asunto del agua, pero para esto se acercó demasiado a mí, hasta tal punto que por unos segundos dejé de ser tan amistoso pensando que haría algo peligroso. Dispuesto a no levantar la liebre, decidí fingir un poco y retomar una postura relajada.
- Jajajajaja, está bien, está bien, nada de agua entonces. – Le dije en tono bromista levantando las manos como gesto de rendición. Miré a Juuken y continué hablando con él. – No te preocupes, ahora buscamos una fuente, al fin y al cabo siempre me han dicho que tengo el olfato de un perro, no será difícil encontrarlo jajajaja.
Bajé las manos y volví a mi plato mirando al grandullón directamente a sus ojos.
- Elbaf… he escuchado que es el hogar de gigantes… pero tengo que reconocer que no sé mucho de esa isla. ¿Puedo preguntar qué haces tan lejos de casa? ¿Quizá algún sueño que cumplir? – Le pregunté con una pequeña sonrisa desafiante, que no amenazadora. Los que somos unos soñadores natos no podemos mantenernos inmóviles cuando se nos menciona algo al respecto, y quería ver si él era uno de estos o no.
Escuché entonces que Juuken preguntó si yo era de aquí, pero una silueta se acercaba por el lado derecho según pude ver por el rabillo del ojo. Era alguien diferente, no sueles ver a una persona así a menudo. Lo que más llamó mi atención, no era su aspecto, dispar al resto que allí estábamos, si no su postura al caminar. Estaba notablemente confiado y seguro, por lo que era de aquel lugar, o tenía algo que le hacía estar seguro incluso llamando tanto la atención por la calle. Cualquiera podría llegar a pensaría que era una presa fácil para cualquier asaltante, sin embargo, había algo en esa confianza que me hacía pensar que no.
Su cabello era también blanco, aunque quizá algo más grisáceo que el mío, pero era la única similitud entre ambos. Tenía lunares por varias zonas del cuerpo, y sus ropas desde luego no eran las más baratas del puerto.
-¿No sois de por aquí, verdad? – Preguntó mostrándonos una sonrisa y sus ojos sobre las gafas. Estos eran ahora más visibles que antes, y pude contemplar que era la mirada de alguien confiado, pero quizá muerto en vida.
- Así que un “ojos de pez muerto”. – Pensé nada más fijarme en ellos.
- ¿Eh? – Dijo el grandullón, que hasta hace un momento había sido bastante intimidante. Me hizo gracia su escueta reacción verbal, pero si me reía podía parecer que me burlaba de él, y no quería dar esa impresión.
Iba a responder midiendo bien mis palabras, cuando Juuken intervino rápido. Quizá la inocencia del niño podría meterme en algún lío, pero en ese momento vino bien para romper el hielo. No obstante, el chico no tardó en redirigir la atención a mi persona indicando que no sabía si yo era de aquí.
Antes siquiera de poder responder, Juuken había vuelto a tomar la palabra para extender la mano y presentarse al nuevo desconocido, haciendo una broma sobre que no sabía ni cómo se llamaba este lugar. Tras esto, empezó a reírse, creo que le estaba empezando a afectar el pasar tanto tiempo conmigo.
Ese corto ambiente distendido se vio alterado por un brusco movimiento del cocinero, quien dando pasos hacia atrás terminó por coger una espada de grandes dimensiones. Acto seguido se activaron mis alarmas y coloqué un pie en la parte inferior del puesto y otro en la silla de Juuken. Ante cualquier señal de peligro, empujaría para desplazarnos de la trayectoria de ese arma.
Pero el objetivo de su arma no éramos nosotros al parecer, sino que lo era el nuevo acompañante.
- ¿Todoss turrristas?... – Preguntó con un extraño tono de sospecha que me pilló con la guardia baja.
- ¿Por qué diantres se pone así? – Pensé reflexionando al respecto de la situación.
No había motivo aparente para reaccionar así, de hecho, él mismo ya era de fuera, con lo que su tono tenía aún menos sentido para mí. Hay ocasiones en las que muchas personas son fieles al pensamiento de conservar la isla sólo para los de la isla, un movimiento que en mayor o menor medida podía ser comprensible dependiendo del tipo de extranjero que fuera allí, pero este era un caso totalmente diferente.
En el rostro de aquel hombre se podía leer un poco de confusión, hasta que clavó la espada en el suelo del puesto. El suelo retumbó un poco, hasta me asusté al no esperar esa reacción. Aguardé en silencio observando cada acto reflejo de sus músculos manteniendo aún los pies preparados para un posible esquive, que al parecer no sería necesario.
- Dah ... Esto no darr un duro. — Dijo con cierto pasotismo justo antes de guardar la espada sobre su espalda. - ¡DE NUEVO INVITA LA CASA! — Exclamó en un grito que volvió a cogerme por sorpresa mientras alzaba brazos.
Miré estupefacto a mi alrededor, primero a Juuken, luego al otro tipo que ya había invitado antes, y por último al último que vino a este peculiar grupo. Esperaba encontrar en sus rostro alguna respuesta a esto, pero antes siquiera de darle oportunidad a alguno de tomar la palabra relajé las piernas y alcé las manos yo también en un grito de júbilo.
Pude escuchar como en un tono cada vez más bajo daba indicaciones de comer llamándonos ratas. No pude evitar reírme y lleno de confianza llevé la mano hacia delante para estrechársela. Era, sin duda, un hombre de lo más peculiar, y quería conocerle más.
- Soy Lance Turner, y no, no soy de esta isla, pero amo el mar y los puertos como este, ¿Puedo saber cuál es su nombre? – Le pregunté clavando mi mirada en sus ojos una vez más. - ¿Cómo ha terminado aquí un gran guerrero de Elbaf?
En ese momento no era del todo consciente de la diferencia de fuerza que habría entre nosotros, pero de estrecharme la mano, iba a tenerlo muy presente en adelante.
Se negó de inmediato a darnos agua, no obstante tengo que admitir que me hizo mucha gracia cuando nos indicó que podíamos buscar una fuente para beber agua, como un perro que viva en la calle. Acto seguido respondió a mi segunda pregunta sin dejar margen a responderle sobre el asunto del agua, pero para esto se acercó demasiado a mí, hasta tal punto que por unos segundos dejé de ser tan amistoso pensando que haría algo peligroso. Dispuesto a no levantar la liebre, decidí fingir un poco y retomar una postura relajada.
- Jajajajaja, está bien, está bien, nada de agua entonces. – Le dije en tono bromista levantando las manos como gesto de rendición. Miré a Juuken y continué hablando con él. – No te preocupes, ahora buscamos una fuente, al fin y al cabo siempre me han dicho que tengo el olfato de un perro, no será difícil encontrarlo jajajaja.
Bajé las manos y volví a mi plato mirando al grandullón directamente a sus ojos.
- Elbaf… he escuchado que es el hogar de gigantes… pero tengo que reconocer que no sé mucho de esa isla. ¿Puedo preguntar qué haces tan lejos de casa? ¿Quizá algún sueño que cumplir? – Le pregunté con una pequeña sonrisa desafiante, que no amenazadora. Los que somos unos soñadores natos no podemos mantenernos inmóviles cuando se nos menciona algo al respecto, y quería ver si él era uno de estos o no.
Escuché entonces que Juuken preguntó si yo era de aquí, pero una silueta se acercaba por el lado derecho según pude ver por el rabillo del ojo. Era alguien diferente, no sueles ver a una persona así a menudo. Lo que más llamó mi atención, no era su aspecto, dispar al resto que allí estábamos, si no su postura al caminar. Estaba notablemente confiado y seguro, por lo que era de aquel lugar, o tenía algo que le hacía estar seguro incluso llamando tanto la atención por la calle. Cualquiera podría llegar a pensaría que era una presa fácil para cualquier asaltante, sin embargo, había algo en esa confianza que me hacía pensar que no.
Su cabello era también blanco, aunque quizá algo más grisáceo que el mío, pero era la única similitud entre ambos. Tenía lunares por varias zonas del cuerpo, y sus ropas desde luego no eran las más baratas del puerto.
-¿No sois de por aquí, verdad? – Preguntó mostrándonos una sonrisa y sus ojos sobre las gafas. Estos eran ahora más visibles que antes, y pude contemplar que era la mirada de alguien confiado, pero quizá muerto en vida.
- Así que un “ojos de pez muerto”. – Pensé nada más fijarme en ellos.
- ¿Eh? – Dijo el grandullón, que hasta hace un momento había sido bastante intimidante. Me hizo gracia su escueta reacción verbal, pero si me reía podía parecer que me burlaba de él, y no quería dar esa impresión.
Iba a responder midiendo bien mis palabras, cuando Juuken intervino rápido. Quizá la inocencia del niño podría meterme en algún lío, pero en ese momento vino bien para romper el hielo. No obstante, el chico no tardó en redirigir la atención a mi persona indicando que no sabía si yo era de aquí.
Antes siquiera de poder responder, Juuken había vuelto a tomar la palabra para extender la mano y presentarse al nuevo desconocido, haciendo una broma sobre que no sabía ni cómo se llamaba este lugar. Tras esto, empezó a reírse, creo que le estaba empezando a afectar el pasar tanto tiempo conmigo.
Ese corto ambiente distendido se vio alterado por un brusco movimiento del cocinero, quien dando pasos hacia atrás terminó por coger una espada de grandes dimensiones. Acto seguido se activaron mis alarmas y coloqué un pie en la parte inferior del puesto y otro en la silla de Juuken. Ante cualquier señal de peligro, empujaría para desplazarnos de la trayectoria de ese arma.
Pero el objetivo de su arma no éramos nosotros al parecer, sino que lo era el nuevo acompañante.
- ¿Todoss turrristas?... – Preguntó con un extraño tono de sospecha que me pilló con la guardia baja.
- ¿Por qué diantres se pone así? – Pensé reflexionando al respecto de la situación.
No había motivo aparente para reaccionar así, de hecho, él mismo ya era de fuera, con lo que su tono tenía aún menos sentido para mí. Hay ocasiones en las que muchas personas son fieles al pensamiento de conservar la isla sólo para los de la isla, un movimiento que en mayor o menor medida podía ser comprensible dependiendo del tipo de extranjero que fuera allí, pero este era un caso totalmente diferente.
En el rostro de aquel hombre se podía leer un poco de confusión, hasta que clavó la espada en el suelo del puesto. El suelo retumbó un poco, hasta me asusté al no esperar esa reacción. Aguardé en silencio observando cada acto reflejo de sus músculos manteniendo aún los pies preparados para un posible esquive, que al parecer no sería necesario.
- Dah ... Esto no darr un duro. — Dijo con cierto pasotismo justo antes de guardar la espada sobre su espalda. - ¡DE NUEVO INVITA LA CASA! — Exclamó en un grito que volvió a cogerme por sorpresa mientras alzaba brazos.
Miré estupefacto a mi alrededor, primero a Juuken, luego al otro tipo que ya había invitado antes, y por último al último que vino a este peculiar grupo. Esperaba encontrar en sus rostro alguna respuesta a esto, pero antes siquiera de darle oportunidad a alguno de tomar la palabra relajé las piernas y alcé las manos yo también en un grito de júbilo.
Pude escuchar como en un tono cada vez más bajo daba indicaciones de comer llamándonos ratas. No pude evitar reírme y lleno de confianza llevé la mano hacia delante para estrechársela. Era, sin duda, un hombre de lo más peculiar, y quería conocerle más.
- Soy Lance Turner, y no, no soy de esta isla, pero amo el mar y los puertos como este, ¿Puedo saber cuál es su nombre? – Le pregunté clavando mi mirada en sus ojos una vez más. - ¿Cómo ha terminado aquí un gran guerrero de Elbaf?
En ese momento no era del todo consciente de la diferencia de fuerza que habría entre nosotros, pero de estrecharme la mano, iba a tenerlo muy presente en adelante.