Hay rumores sobre…
... que existe un circuito termal en las Islas Gecko. Aunque también se dice que no es para todos los bolsillos.
[Común] Fiesta de fin de curso.
Angelo
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Angelo soltó un silbido que se prolongó durante unos segundos mientras oteaba con los ojos muy abiertos el interior del casino. La decoración, la calidad de los materiales, las luces, el sonido de las maquinitas y de la bolita girando en la ruleta. Todo cuando había allí era un espectáculo visual. Incluso la gente iba vestida como si se fuera de boda. Bueno, como bodas de verdad, porque las cuatro últimas a las que había asistido, siendo suyas tres de ellas, no se parecían en lo más mínimo a eso.

—¿Ves? Te dije que iba a poder pasar así sin problemas. Te preocupas demasiado, sister —le dijo a Iris a su lado, encogiéndose de hombros—. Es verdad que lo del lagartón mazado ese y el otro pringao' quizá haya ayudado, pero ya sabes lo que dicen. Si la vida te da limones...

No se acordaba de cómo terminaba aquel dicho, pero tampoco importaba mucho. Lo verdaderamente importante allí era decidir cuáles iban a ser sus próximos movimientos tras conseguir, gracias a una pelea convenientemente provocada, colarse en el Casino Missile de Loguetown. Entrar ahí era tan solo el primer paso de un minucioso y cuidado plan con el que conseguirían agenciarse un dineral. ¿En qué consistía ese plan? Bueno, lo cierto es que aún no lo había pensado mucho, por no decir nada, pero todos sabían que él era un hombre de acción y no de ciencia.

En fin. El caso es que, de momento, todo estaba saliendo a pedir de boca. Es cierto que había algunas personas que le dedicaban miradas de disgusto, a veces solo de confusión, lo que supuso que se debía a sus pintas. Porque sí, se había plantado allí con su chupa de cuero, los pantalones rotos, las botas y todos aquellos pinchos tan poco sutiles. Por suerte, Iris se había vestido para la ocasión y probablemente pudiera pasar por su guardaespaldas o algo de eso.

—Ya que estamos aquí, podríamos jugar a algo, ¿no crees? —Su sugerencia, más que eso, pareció una súplica. Carraspeó un poco, tratando de disimular el tono—. Quiero decir, es un casino, podríamos divertirnos aparte de dar un buen palo...

¿Se iban a arriesgar a dar un golpe en uno de los negocios más chanchulleros que podían encontrarse en el East Blue? ¿En mitad de una isla que contaba con una de las bases de la Marina más grandes de ese mar? ¿Potencialmente rodeados de seguratas, marines y gente influyente con contactos que podrían hacerles picadillo? Bueno, es posible que sí. En peores plazas habían toreado —a veces literalmente—, de eso estaba seguro, pero por el momento convendría que guardasen un perfil bajo. Después de todo, no tenían ninguna prisa y estaba seguro de que aquel sitio no cerraría hasta bien entrada la madrugada... si es que cerraba a alguna hora del día. Tal vez no.

Sin mucho disimulo, extendió el brazo y se agenció un par de copas que llevaba un camarero sobre una bandeja dorada. Le tendió una a Iris y le ofreció un brindis.

—Un poco cutres, ¿no? Tanto dinero y pomposidad y te ponen esta mierda de copitas. Necesitaría al menos siete u ocho para ponerme a tono —se quejó, olisqueando con una ausencia total de finura el interior de la copa antes de bebérsela de un trago. No sabía qué era eso, pero prefería el ron o la ginebra—. Puag... 

Lanzó la copita a uno de los camareros que pasó cerca de él, el cual apenas alcanzó a cogerla al vuelo por los pelos tras soltar un sonoro «¡¿Pero qué hace?!». Algunas personas se giraron, pero no parecieron darle mayor importancia. Después de todo, el cliente siempre tenía la razón, ¿no? El caso es que, tras dar unas cuantas vueltas, mezclarse entre la gente e ir abriéndose paso como buenamente pudo, tardó unos minutos en darse cuenta de que había perdido por completo a Iris. Bueno, quizá Iris le había perdido a él, más bien. «Pues está la cosa como para encontrarla entre toda esta chusma», se dijo, rascándose la nuca y encogiéndose de hombros a continuación.

De perdidos al río. Tarde o temprano volverían a encontrarse: la mujer tenía una habilidad innata para dar con él cuando se extraviaba. O, en su defecto, él tenía un talento único en llamar la atención como para facilitarle el trabajo. Haría algo de tiempo hasta que eso sucediera, y no había mejor forma de pasar el tiempo que con un poco de bebida. Se puso a buscar en las proximidades a algún camarero, dando con una chica del personal que llevaba una bandeja en alto por encima del gentío. En esa zona parecía haber un montonazo de gente, lo que dificultaba muchísimo avanzar. Iba apartando a quien se le ponía en el camino con la sutileza de un elefante en una cacharrería, sin prestarle demasiada atención a las quejas que iban saltando aquí y allá.

Tras unos tortuosos minutos, ya casi había llegado hasta la camarera y tan solo tenía que estirar el brazo un poco para alcanzar su tan ansiada bebidas. Sin embargo, terminó estirándose tanto que al final trastabilló y le pegó un manotazo a la bandeja, con la mala suerte de que le cayó encima a un pedazo de hombretón que había por allí. La que había liao' el pollito. Madre mía.

—¡Aibá! —exclamó el peliverde, poniéndose junto al afectado que, todo sea dicho, le sacaba unas cuantas cabezas—. Joder, vaya liada tío —le empezó a decir al tiempo que le atusaba con la mano para tratar de quitarle, de alguna forma, la bebida que le había tirado encima. Bueno, lo cierto es que estaba haciendo poco menos que darle de sopapos en el brazo y espalda a mano abierta y sin mucha delicadeza—. Si es que el servicio no sabe ni por donde anda. Ya les vale, ya les vale...

Sus ojos se apartaron del moreno para echarle un ojo a sus acompañantes. Para su sorpresa, el lagartujo que les había servido de distracción para colarse en el Casino formaba parte de ese grupo. Pero, mucho más importante que esto, una señorita de cabello rosado y vestido revelador estaba por allí también disfrutando de... ¿Vino?

—Pues sí que estás en buenas manos sí. ¿Os importa que me siente? La peña de este sitio es un muermo —y, ni corto ni perezoso, se sentó en la mesa entre el moreno y la pelirrosa. Acto seguido, chasqueó los dedos en alto—. ¡Camareros! Unas copillas para mis nuevos amigos, que vaya liada le habéis hecho al pobre muchacho. ¡Ah! Y para mí una botella de... ¿Ron? ¿No? ¿No hay ron? Bueno, pues de lo que tengáis.

Igual la bebida no era muy buena, pero la compañía pintaba a que sí. Al menos, toda esa peña parecía interesante de cojones, aunque no entendía muy bien por qué el armario empotrado que tenía a su lado le estaba mirando tan mal. En fin, ¿qué se le iba a hacer? Apoyó el codo en la mesa y ladeo el cuerpo hacia la mujer, con la cabeza apoyada sobre la mano.

—¿Y venís mucho por aquí?
#4


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Fiesta de fin de curso. - por Irina Volkov - 11-11-2024, 08:19 PM
RE: Fiesta de fin de curso. - por Daryl Kilgore - 11-11-2024, 09:23 PM
RE: Fiesta de fin de curso. - por Ares Brotoloigos - 11-11-2024, 10:45 PM
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RE: Fiesta de fin de curso. - por Irina Volkov - 13-11-2024, 08:36 AM
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RE: Fiesta de fin de curso. - por Ares Brotoloigos - 13-11-2024, 03:13 PM
RE: Fiesta de fin de curso. - por Angelo - 13-11-2024, 11:55 PM
RE: Fiesta de fin de curso. - por Iris - 15-11-2024, 09:30 PM

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