Joder como se las gastaban en el East Blue, este casino no tenía nada que ver con los que Iris solía frecuentar en su isla natal. Incluso su vestido y tacones parecían fuera de lugar en comparación con los demás. Pero eso a ella le daba igual. Además, Angelo atraía todas las miradas.
—No te flipes— Le contestó a su amigo — Solo has pasado porque el grandullón se ha metido en una buena pelea.
La verdad es que había gente interesante, justo lo que la chica esperaba. Llevaba tiempo con ganas de una buena fiesta, no había ido a ninguna desde que habían salido corriendo de Jaya y en cuanto le llegó a sus oídos que esa noche el casino albergaba una no pudo resistirse a ir. Aunque quizás debería tener cuidado con su amigo, podría endeudarles y tendría que buscarse un barco y toda la mandanga para huir de otra isla más.
— Oye, ¿como que dar un buen palo? A que coño te refi... — Y ya había dejado de prestarle atención.
Iris suspiró mientras aceptaba la copa que Angelo le ofrecía. No podían tener una sola noche de diversión, no, la cabecita de su amigo ya estaba planeando una manera de meterles en algún lio. Aunque bueno... Probablemente se le olvidaría a los cinco minutos. En fin, brindó con la copa que le había ofrecido. Estaba asquerosa.
—Y que lo digas, vaya mierda de bebida, no hay nada como el buen calimocho de la tía Abby. Eso si que te da un buen pelotazo.
Dejo la copa en una bandeja y intentó encenderse el cigarro mientras ojeaba la sala: Sin duda ellos llamaban la atención pero no eran los únicos ya que en una mesa se encontraba el reptil que había creado todo el follón a la entrada —Debería darle las gracias— junto con el chaval más fuerte que probablemente hubiera visto nunca, y detrás de ellos una chica de extraña mirada. Puto mechero, se le había escacharrado.
¿Y dónde coño se había metido Angelo? ¿Ya había vuelto a perderse? Donde estaba cuando le necesitaba. Si no se fumaba ese piti iba a empezar a enfadarse. De repente escuchó un estruendo que provenía de la mesa que había estado observando segundos antes. Ahí estaba, como no, dando el cante.
Se movió ágilmente entre las distintas personas hasta que llegó a su altura.
—Angelo, tío, ¿tienes fuego?— Dijo, ignorando completamente a los demás y la, probablemente incomoda, situación que se estaba desarrollando hasta su llegada.
Se dio cuenta de que quizás había interrumpido una conversación importante, y como no quería dar una mala impresión sonrió y apoyó su mano delicadamente sobre el hombro del armario que tenía a su lado.
— Me llamo Iris, disculpad el comportamiento de mi amigo, a veces es un poco... pasional.
Joder como necesitaba que alguien le encendiera el puto cigarro.
—No te flipes— Le contestó a su amigo — Solo has pasado porque el grandullón se ha metido en una buena pelea.
La verdad es que había gente interesante, justo lo que la chica esperaba. Llevaba tiempo con ganas de una buena fiesta, no había ido a ninguna desde que habían salido corriendo de Jaya y en cuanto le llegó a sus oídos que esa noche el casino albergaba una no pudo resistirse a ir. Aunque quizás debería tener cuidado con su amigo, podría endeudarles y tendría que buscarse un barco y toda la mandanga para huir de otra isla más.
— Oye, ¿como que dar un buen palo? A que coño te refi... — Y ya había dejado de prestarle atención.
Iris suspiró mientras aceptaba la copa que Angelo le ofrecía. No podían tener una sola noche de diversión, no, la cabecita de su amigo ya estaba planeando una manera de meterles en algún lio. Aunque bueno... Probablemente se le olvidaría a los cinco minutos. En fin, brindó con la copa que le había ofrecido. Estaba asquerosa.
—Y que lo digas, vaya mierda de bebida, no hay nada como el buen calimocho de la tía Abby. Eso si que te da un buen pelotazo.
Dejo la copa en una bandeja y intentó encenderse el cigarro mientras ojeaba la sala: Sin duda ellos llamaban la atención pero no eran los únicos ya que en una mesa se encontraba el reptil que había creado todo el follón a la entrada —Debería darle las gracias— junto con el chaval más fuerte que probablemente hubiera visto nunca, y detrás de ellos una chica de extraña mirada. Puto mechero, se le había escacharrado.
¿Y dónde coño se había metido Angelo? ¿Ya había vuelto a perderse? Donde estaba cuando le necesitaba. Si no se fumaba ese piti iba a empezar a enfadarse. De repente escuchó un estruendo que provenía de la mesa que había estado observando segundos antes. Ahí estaba, como no, dando el cante.
Se movió ágilmente entre las distintas personas hasta que llegó a su altura.
—Angelo, tío, ¿tienes fuego?— Dijo, ignorando completamente a los demás y la, probablemente incomoda, situación que se estaba desarrollando hasta su llegada.
Se dio cuenta de que quizás había interrumpido una conversación importante, y como no quería dar una mala impresión sonrió y apoyó su mano delicadamente sobre el hombro del armario que tenía a su lado.
— Me llamo Iris, disculpad el comportamiento de mi amigo, a veces es un poco... pasional.
Joder como necesitaba que alguien le encendiera el puto cigarro.