Yuya Mirokuji
Handsome Hunter
12-11-2024, 04:21 AM
(Última modificación: 13-11-2024, 12:04 PM por Yuya Mirokuji.)
64 de Verano del 724
Un día excelente, sin duda alguna. Sol, una leve brisa marina de aroma cítrico, la humedad justa en el aire como para que uno no se sintiera agobiado… Desde luego era un día perfecto para estar dentro de un bar de mala muerte. A ver, no me entendáis mal. El bar en sí era respetable, y el tabernero también, pero con todo, desde las paredes al mobiliario, desgastado por los años y el uso, sumado a que estando cerca del puerto toda clase de personas entraban allí… Pues «respetable» no era la primera palabra que se le venía a la cabeza a cualquiera que entrara allí por primera vez. ¿Tugurio? ¿Antro? Tal vez esas encajasen mejor con el negocio. A mí no me molestaba que fuera un bar de mala muerte. De hecho, allí había encontrado a varios criminales buscados fanfarroneando de sus aventuras o sus carteles de «Se Busca». Sí, siendo cazadores novatos, Diana y yo encontramos un pequeño filón en aquel sitio. Bastaba con ir a las horas punta, estar atentos y una vez por semana, alguien aparecía por el que ofrecían dinero. No mucho, cierto, pero daba para ir tirando. Aunque alguna vez había aparecido algún pirata de renombre, de esos con muchos ceros en el cartel. Esas veces… Bueno, no me avergüenza decir que simplemente los ignoramos. No nos juzguéis, no somos marines ni protectores del pueblo ni héroes ni nada por el estilo. Nos ganamos la vida principalmente capturando criminales y cobrando las recompensas que entregan por ellos, pero para eso hay que tener una vida que ganarse, y nosotros perderíamos las nuestras si fuéramos a por peces tan gordos estando tan verdes.
- ¡Hey grandullón! ¿Cómo va la vida? ¿Me sirves una jarra de esa sidra tan rica de siempre? Estaré en aquella mesa. – La mesa que señalé resultaba obvia por varios motivos: La mayoría de las veces que íbamos a ese bar nos sentábamos a ella si estaba libre, era la única mesa libre en la dirección en la que señalé… Bueno, la lista de motivos no era tan larga, pero ya era más de uno, así que era una lista estrictamente hablando. Tras realizar mi pedido me dirigí hacia la mesa señalada. En el camino había varias mesas ocupadas con señoritas que me miraban y luego se ponían a reír o a cuchichear después de pasar por su lado, obviamente regalándoles un guiño y una sonrisa siempre. Al final llegué a sentarme a la mesa con cinco papeles en el bolsillo de la chaqueta. Alguno me lo habían dado en mano y algún otro lo habían colado a escondidas. Incluso había uno de un hombre. Lo acepté igualmente, no me importaba encamar a hombres siempre que fueran lo suficientemente atractivos para mí, y eso significaba que fueran afeminados. Sí, este en concreto era afeminado, casi lo había confundido con una chica y todo. ¿Qué había en los papeles? Números de Den-Den Mushi, obvio.
Había quedado allí con Diana para hablar de nuestro futuro. No hacía mucho que mis hermanos habían comenzado a realizar trabajos pequeños para aportar a la economía familiar y eso me quitaba un peso de encima. Ya no tenía que darles casi todo lo que ganaba para que no murieran de hambre. Y eso también significaba que era libre de moverme de aquella isla por más de un par de semanas. No mejoraría nunca ni atraparía peces cada vez más gordos si me quedaba para siempre en un acuario pequeño rodeado siempre de lo mismo. La escuela de navegación estuvo entretenida mientras me duró, pero ya no podía aprender más ni sobre navegación ni sobre esgrima allí. Necesitaba experiencia real o nuevos maestros, y no los encontraría quedándome quieto. Por eso, tal vez, lo mejor sería que viajásemos para fortalecernos y poder capturar a esos piratas que antes nos obligaban a apartar la mirada debido a lo elevado de su recompensa. Así que me senté, puse los pies sobre la mesa y esperé.