Asradi
Völva
12-11-2024, 07:06 PM
Por supuesto Alistair terminaría por colaborar para que ella le pudiese ver las heridas, si es que tenía alguna. Los enfrentamientos que se habían dado en Oykot no habían sido moco de pavo y hasta ella se había llevado algún que otro rasguño a pesar de haber estado, mayoritariamente, siendo un apoyo. Ahora bien, había cosas que habían sucedido de manera posterior a eso y que se estaba callando por no enturbiar el ambiente festivo que se había instaurado en el pueblo y entre los balleneros, pero que todavía le hacía estremecerse un poco cada vez que lo pensaba. Por inercia, Asradi se llevó una mano al costado. Tenía esa zona vendada y con algunas gasas con las que escondía, y protegía, los moretones y quemazones que había recibido por parte de aquellos tipos que pretendían regresarla con su amo. O venderla. O cualquier cosa peor. No quería ni pensarlo. Así que decidió centrarse en Alistair. Aferrarse a esa luz que era Alistair. Como si fuese, ahora mismo, un pequeño flotador salvavidas para ella, por decirlo de alguna manera. El sentimiento fraternal que tenia con el lunarian, Asradi no lo tenía con prácticamente nadie más.
Al final, le sonrió de manera suave.
— No te preocupes, he visto más heridas de las que te puedas imaginar. — Más graves o menos graves, aunque nunca más allá de disparos, desgarros y cosas así, por ahora. — Así que no me voy a espantar. Además, noto que te mueves parcialmente bien, así que intuyo que no es nada excesivamente grave. — Dijo, recolocándole ligeramente un mechón de los rubios cabellos de la frente.
Para cuando separó la mano, volvió a sonreír al chico, esta vez de manera mucho más tranquila. Alistair tenía algo que le elevaba el buen humor cuando se encontraba baja de energía. Era curioso como alguien con quien se había topado, escasamente, dos o tres veces, tenía esa especie de poder. Y tan solo con esa chispeante personalidad. Cuando ella se ofreció a ayudar, el buen humor no tardó en volver a llenar el buen ambiente entre ambos y Asradi iba escuchando atentamente a Alistair mientras éste la guiaba a algún lugar en específico. Algún refugio que el emplumado seguramente tendría para poder trabajar. La sirena había medio protestado, inicialmente, cuando Alistair le revolvió un poco los cabellos. Pero no le molestaba, sino que era más bien algo que terminó haciéndole gracia. Hacía mucho tiempo que no tenía un trato de ese tipo de confianza con alguien del sexo contrario. Con Octojin había otro tipo de cariño, más intenso, más íntimo. Pero con Alistair sentía como si fuesen, los dos, una especie de hermanos. De distinta especie, sí, pero no por ello había menos aprecio entre ambos.
— Así que trabajando con mercancía peligrosa, ¿hm? — Asradi enarcó ambas cejas. Pero era en un gesto gracioso y solo para meterse un poco con el joven lunarian. — ¿Debería dar parte a las autoridades? — Continuó con la broma apenas un rato más.
Finalmente llegaron hasta lo que parecía ser una gran tienda de campaña, un refugio improvisado sobre el terreno. Todavía había muchas cosas que hacer en Oykot pero tener un pequeño guarecimiento como ese, facilitaba mucho las cosas.
— No está mal... — Fue el primer murmullo que brotó de entre los sonrosados labios de la sirena.
Dió unos cuantos saltitos adelantándose ya que Alistair le había invitado a ello. Y sí que curioseó sin problema alguno. También vió aquella caja. Como para no verla con lo llamativa que era con aquella marca. Así que ahí estaban los reactivos peligrosos. Y Alistair le daba vía libre para curiosear. Asradi fue, literalmente, lo que hizo. Mirando y abriendo algún que otro frasco, curioseando algunas piezas de a saber qué aparatos. También topó el cuaderno de notas sobre aquel nebulizador del que habían hablado la vez anterior. Eso fue lo que más llamó la atención de la joven sirena. Sin más, tomó los papeles y les echó un vistazo breve, pero interesado.
— Has avanzado mucho, por lo que veo. — A ella se lo parecía, aunque el lunarian pudiese decirle lo contrario. Con mucho cuidado dejó de nuevo las hojas y las notas en su lugar, perfectamente alineadas y colocadas.
Por lo que hizo un giro suave, hermoso incluso, junto con la sonrisa que le volvió a dedicar a Alistair. A pesar de algunos golpes que tenía encima, y que ya los cubría con gasas y demás, Asradi seguía estando tan esplendorosa como siempre, con esa llamativa cola de tiburón escamada sobre la que se movía, tan graciosamente, por tierra.
Porque, por mar, era otro cantar.
— Empecemos con la lección de los Den Den Mushi. — Aceptó, brotando el brillo de ilusión directamente en sus bonitos ojos azules. Tan intensos y tan misteriosos como el océano del que provenía. — Tengo uno propio que conseguí en... Bueno, no recuerdo donde, pero lo tengo. — Comenzó a revolver en la mochila donde siempre trasportaba sus cosas y, en un bolsillo exterior aparte, agarró el pequeño caracol, el cual le mostró al lunarian.
Una vez lo tuvo directamente en su mano, la sonrisa de la sirena se acrecentó.
— Tú eres el experto, te escucho. — Ahora era el turno de Alistair de darle una magistral clase a ella.
Al final, le sonrió de manera suave.
— No te preocupes, he visto más heridas de las que te puedas imaginar. — Más graves o menos graves, aunque nunca más allá de disparos, desgarros y cosas así, por ahora. — Así que no me voy a espantar. Además, noto que te mueves parcialmente bien, así que intuyo que no es nada excesivamente grave. — Dijo, recolocándole ligeramente un mechón de los rubios cabellos de la frente.
Para cuando separó la mano, volvió a sonreír al chico, esta vez de manera mucho más tranquila. Alistair tenía algo que le elevaba el buen humor cuando se encontraba baja de energía. Era curioso como alguien con quien se había topado, escasamente, dos o tres veces, tenía esa especie de poder. Y tan solo con esa chispeante personalidad. Cuando ella se ofreció a ayudar, el buen humor no tardó en volver a llenar el buen ambiente entre ambos y Asradi iba escuchando atentamente a Alistair mientras éste la guiaba a algún lugar en específico. Algún refugio que el emplumado seguramente tendría para poder trabajar. La sirena había medio protestado, inicialmente, cuando Alistair le revolvió un poco los cabellos. Pero no le molestaba, sino que era más bien algo que terminó haciéndole gracia. Hacía mucho tiempo que no tenía un trato de ese tipo de confianza con alguien del sexo contrario. Con Octojin había otro tipo de cariño, más intenso, más íntimo. Pero con Alistair sentía como si fuesen, los dos, una especie de hermanos. De distinta especie, sí, pero no por ello había menos aprecio entre ambos.
— Así que trabajando con mercancía peligrosa, ¿hm? — Asradi enarcó ambas cejas. Pero era en un gesto gracioso y solo para meterse un poco con el joven lunarian. — ¿Debería dar parte a las autoridades? — Continuó con la broma apenas un rato más.
Finalmente llegaron hasta lo que parecía ser una gran tienda de campaña, un refugio improvisado sobre el terreno. Todavía había muchas cosas que hacer en Oykot pero tener un pequeño guarecimiento como ese, facilitaba mucho las cosas.
— No está mal... — Fue el primer murmullo que brotó de entre los sonrosados labios de la sirena.
Dió unos cuantos saltitos adelantándose ya que Alistair le había invitado a ello. Y sí que curioseó sin problema alguno. También vió aquella caja. Como para no verla con lo llamativa que era con aquella marca. Así que ahí estaban los reactivos peligrosos. Y Alistair le daba vía libre para curiosear. Asradi fue, literalmente, lo que hizo. Mirando y abriendo algún que otro frasco, curioseando algunas piezas de a saber qué aparatos. También topó el cuaderno de notas sobre aquel nebulizador del que habían hablado la vez anterior. Eso fue lo que más llamó la atención de la joven sirena. Sin más, tomó los papeles y les echó un vistazo breve, pero interesado.
— Has avanzado mucho, por lo que veo. — A ella se lo parecía, aunque el lunarian pudiese decirle lo contrario. Con mucho cuidado dejó de nuevo las hojas y las notas en su lugar, perfectamente alineadas y colocadas.
Por lo que hizo un giro suave, hermoso incluso, junto con la sonrisa que le volvió a dedicar a Alistair. A pesar de algunos golpes que tenía encima, y que ya los cubría con gasas y demás, Asradi seguía estando tan esplendorosa como siempre, con esa llamativa cola de tiburón escamada sobre la que se movía, tan graciosamente, por tierra.
Porque, por mar, era otro cantar.
— Empecemos con la lección de los Den Den Mushi. — Aceptó, brotando el brillo de ilusión directamente en sus bonitos ojos azules. Tan intensos y tan misteriosos como el océano del que provenía. — Tengo uno propio que conseguí en... Bueno, no recuerdo donde, pero lo tengo. — Comenzó a revolver en la mochila donde siempre trasportaba sus cosas y, en un bolsillo exterior aparte, agarró el pequeño caracol, el cual le mostró al lunarian.
Una vez lo tuvo directamente en su mano, la sonrisa de la sirena se acrecentó.
— Tú eres el experto, te escucho. — Ahora era el turno de Alistair de darle una magistral clase a ella.