[Aventura] [T-1] Recoge tus micrófonos y vete

Aquella parecía una mañana más en el restaurante Baratie, el lugar al que Zane había decidido llamar hogar, al menos por el momento. Acababa de volver de sacar a Princesa por la cubierta exterior para que hiciera sus necesidades y estirara un poco las piernas. Estar allí era bonito, casi un sueño que hacía mucho que tenía, pero se sentía mal por el único ser que le había dado amor incondicional, su perrita.

—No te preocupes, princesita —le dijo Zane, mientras le rascaba tras la oreja—. Que esto va a ser pasajero, ¿vale?

—¡Guau, guau! —exclamó la perra, dándole un lametón en la mano.

—¡Ay, que bonica eres!

Tras ordenar un poco la habitación, vertió parte de su botella de agua mineral en el cuenco de princesa, tras haberlo lavado en el baño. Luego, sacó una pequeña fiambrera que había traído de la cocina con arroz hervido con pechuga de pollo y zanahoria, una comida ideal para ella.

—Vuelvo en cuanto termine la sesión, ¿vale? —le dijo, como si la perra la entendiera—. Pórtate bien.

—¡Guau!

El pelirrojo se aproximó al salón del Baratie, parándose en un espejo para observarse primero. Estaba vestido como un auténtico pijo: con un pantalón chino azul marino, zapatos negros y una camisa blanca sobre una de tirantas. Era lamentable. Sin embargo, era el uniforme, no podía hacer nada al respecto. «Parezco un tolili», pensó el cantante, suspirando y yendo hacia el lugar en el que debía actuar.

En cuanto llegó observó que había bastante barullo. Un pelón con un perro feo, un traje hortera y gafas de sol estaba junto a un gnomo de jardín cerca de mi escenario. Estaba ocurriendo algo, pero tampoco es que fuera de su incumbencia. ¿O sí? Fue en ese momento, cuando un individuo subió al escenario y aclaró que había dos artistas esa noche. Para Zane estaba claro que uno era él, pero ¿quién era el otro? Rápidamente el enano subió al escenario y comenzó a hablar.

—Tú sí que eres difícil, personae’ —comentaba Zane por lo bajo, aunque con un tono de voz que era probable que muchos otros le escucharan—. Será posible. 

La cara de enfado de Zane era notable. Los que le conocían sabía que no tenía paciencia para esas gilipolleces y que estaba a punto de explotar. Ante eso, viendo que el calvo estaba tomando su puesto en el escenario, se adentró en la barra del salón y se bebió un vaso de agua fría.

—Te juro por dios, hermano —comenzó diciéndole al barman—. Que como esos tres inútiles digan que gana el pelón, los saco por la borda.

Después de una canción sobre el tren marítimo y algo sobre on the roof, llegó el momento de Zane. Que pasó por el lado del calvo directamente y le miró a los ojos, clavando sus preciosos ojos grises sobre los del sujeto.

—Gracias por calentarme el escenario —le dijo—. Es lo que hace un buen telonero.

Respiró hondo, mirando a su público y clavando una mirada de odio sobre el enano pelirrojo. Nunca lo había visto en ese lugar, así que para Zane era el culpable de todo aquello. Sin más dilación, se quitó la camisa blanca, quedándose únicamente con el pantalón chino y la camiseta de tirantas, mostrando su esculpido cuerpo musculado, junto a una cadena con un perro.

Sonrió con chulería, y lanzó la camisa a Mommy Yankee.

—¡Vamos gente, repetid conmigo! ¡YEEEEEH! —eleva el brazo y señala al público esperando que lo repitieran, mientras su músico de confianza ponía una buena base. Tras ello, volvería a llevarlo a su boca —¡UUUOOOO! —y volvería a dirigirlo al público, antes de ponerse a cantar:

Yoh, yoh.
Este escenario es mío. ¡Come on!

Tras esas palabras, guiñaría un ojo a Beyontwice.

Habéis visto lo que he visto.
Habéis escuchado lo que yo.
Un parguela afónico que se cree un cantautor.
Habéis tenido mala suerte.

Os habéis topado con un tolili.
Un poco gili.
Que usa un PC
Para sonar bien.
Pero habéis dado con ZB,
y es la hora del placer.

La música fue mi maestra y yo fui su mejor discípulo.
Nunca dejé en blanco un capítulo.
El calvo y el enano de jardín son unos ridículos.
Juegan a ser dios.
Y solo hacen ridículos.
A ver si os vais y decís adiós

Estos son las ligas mayores, ¿me entendéis?
Y no estáis preparados para este infierno lleno de horrores, ¿lo sabéis?
Creéis que por tener ritmo latino y mucha plata
¿Queréis ir contra el Boss?
Anda, por favor…, ¡DEJAR DE DAR LA LATA!

Una vez acabara el ritmo de la canción, dejaría caer el micro con chulería sobre el escenario, para bajar y esperar a que los tres miembros del jurado dijeran algo.