Lemon Stone
MVP
13-11-2024, 01:11 AM
GRUPO NORTE:
El resultado de esto es que una gran cantidad de material detrítico avanza directo hacia ustedes, una serie de bolones incluso más grandes que Octojin ruedan con violencia. ¿Pueden hacerse a un lado y esquivar? Pues… Podrían intentarlo. Lo hagan o no, y si sobreviven a esto (que intuyo que lo harán pues son nuestros héroes), notarán que las rocas han arrasado con una parte importante del bosque. Entre los árboles arrancados verán un pozo medio destruido, lo suficientemente grande como para que Octojin entre sin preocuparse por el espacio.
Masao, gracias a ti es que el viaje hasta la meseta alta ha sido relativamente ameno. Tu compañero es demasiado serio y prudente como para caminar de la mano con la diversión. Tampoco te preocupes mucho porque nadie te ha escuchado, de hecho, diría que el viento ulula tan fuerte que nadie más que tu compañero ha podido escucharte.
Ambos consiguen llegar sin ningún tipo de percance a las ruinas que se encuentran en lo alto de la isla y, al observarlas desde fuera y como mencioné anteriormente, se encontrarán con un túnel extenso y oscuro invadido por la bruma, por lo que poco se puede ver. El pasaje tiene poco más de diez metros de alto y unos escasos seis de ancho. Poco después de entrar y luego de recorrer los primeros metros del pasillo oscuro y brumoso, Ray siente que algo le ha frenado el pie. No jala con fuerza ni le detiene demasiado, de hecho, el “tirón” ha bastado para que ambos, Ray y Masao escuchen un clic.
Una ola de calor invade sus cuerpos al mismo tiempo que un estallido supersónico lastima sus oídos. El fuego devora sus prendas, quema sus pestañas y amenaza con destrozar sus pupilas en caso de mantenerlas abiertas. El infierno ha durado poco más de segundo y medio, pero ha bastado para causar estragos en sus cuerpos, causándoles quemaduras generalizadas de primer grado y dejándoles una preocupante advertencia de lo que puede haber a continuación: trampas.
Supongo que estarán demasiado ocupados lidiando con el dolor de las quemaduras como para sentir la violenta sacudida que estremece la isla entera, o igual les preocupa esto también. El caso es que han caído unas cuantas piedrecillas en sus cabezas y el polvo entra en sus fosas nasales, causándoles unas cuantas molestias. No se preocupen, esto no les ha hecho daño, que sé que son muy fuertes.
Pueden continuar avanzando, pero, si me permiten darles un consejo, midan bien sus pasos y abran bien los ojos. Han entrado en la guarida de los bandidos como quien entra al cuarto de estar de su casa y ya sabemos todos que a los bandidos les gustan las trampas.
GRUPO CENTRAL:
Camille, si los Santos existieran en este mundo, apostaría a por ti porque eres la bondad hecha persona. Gracias a tu abrigo es que Alexandra ha conseguido entrar en calor, dejando de tiritar y, quién sabe, coger una neumonía o algo así. ¿Cómo? ¿Enfermedades aquí? Pues ya se van enterando cómo va la cosa… El caso es que han llegado sin mayores complicaciones al claro relativamente plano.
Lo que haría una persona relativamente inteligente y paranoica es investigar las piedras y los árboles caídos porque, como bien sabrán, están en territorio de unos bandidos sin escrúpulos. Camille, tienes un buen ojo analítico para perseguir pistas y efectivamente te das cuenta de que la mayoría de las rocas han caído desde la muralla. Muchas están fragmentadas y tienen bordes puntiagudos, repletas de lodo. Por otro lado, tanto Camille como Atlas se dan cuenta de que los árboles han sido arrancados de cuajo y sin ningún tipo de cuidado, como si una arrolladora fuerza los hubiese tirado. Si se fijan, tienen cortes absolutamente irregulares, como si las gigantescas piedras los hubieran arrasado.
Alexandra, haces bien en investigar la muralla de cerca porque, si bien es peligroso que te caiga una roca encima y te parta la cabeza, tomar riesgos está bien. ¡Felicitaciones! ¡Has descubierto una grieta lo suficientemente grande como para que tus gigantescos amigos quepan sin problemas! Bueno, tendrán que ladearse para pasar y seguramente los para nada grandes pechos no van a molestar en lo absoluto.
Vean ustedes si es buena idea internarse en la grieta o elegir la ruta de Atlas. Por el momento no importa la decisión que hayan tomado, pues sienten que, de pronto, la isla completa se estremece, sacudiéndola violentamente. Los tres consiguen mantenerse estables, pero un movimiento así de fuerte ha terminado de desestabilizar la ladera ya desestabilizada por la tormenta.
Alexandra, un gigantesco peñasco amenaza con caer directo sobre tu cabeza. Como todo está oscuro y la bruma reduce considerablemente la ya escasa visibilidad, es muy difícil reaccionar. En caso de tener unos buenos reflejos y la movilidad necesaria podrás hacerte a un lado y evitar la caída de rocas. Atlas y Camille, si bien están en una posición más segura que Alexandra, están posicionados justo en la bajada natural de los deslizamientos de ladera. Un montón de rocas de todos tamaños rueda violentamente hacia ustedes. Lo mismo: en caso de tener buenos reflejos y la movilidad necesaria podrán hacerse a un lado. Por cierto, nada les impide proteger a Alexandra con sus cuerpos o quitarla de allí, en caso de ser lo suficientemente rápidos.
La buena noticia es que la grieta sigue descubierta y parece ser una garganta profunda que los conduce directo a las profundidades de la isla. Pueden sobrevolar el muro o tomar este camino completamente mortal seguro.
GRUPO SUR:
Octojin, exploras incansablemente la zona llana a la que has llegado y, en primera instancia, notas que las rocas tienen un aspecto… normal. Son angulosas, de diferentes tamaños y, si te fijas bien, notarás que la mayoría de las más grandotas se ubican más lejos del escarpe. Al moverlas no activas ningún mecanismo secreto, pero sí que te ensucias las manos con lodo. Ahora bien, ¿no te preguntaste de dónde han salido todos esos bolones? En ocasiones, las respuestas más simples son las acertadas.
Por otro lado, y en caso de que Octojin acepte ser utilizado como escalera, Takahiro no logras ver nada. Es de noche, todo está oscuro, y encima la humedad de la bruma empieza a infiltrarse por todo tu cuerpo (en especial por tu entrepierna, que la bruma es una picarona). Supongo que tanto tú como tu compañero están en la posición donde el escarpe alcanza su máxima altura.
De pronto, la isla es sacudida con violencia como si un enorme titán la hubiera zarandeado de izquierda a derecha y viceversa. ¿Un temblor, quizás? Tampoco pasa nada, ninguno de los dos pierde la estabilidad y no caen al suelo. Entonces, escuchan un ruido, uno bastante fuerte y preocupante, como si una retroexcavadora comenzara a arrancar sin piedad un montón de piedras grandotas. En cuestión de segundos, un peligroso deslizamiento de ladera se acerca hacia ustedes a una velocidad impresionante. Pueden intentar detenerlo utilizando la fuerza bruta, pero les anticipo que no funcionará: la fuerza de la naturaleza es aún más grande.