Airgid Vanaidiam
Metalhead
13-11-2024, 02:02 AM
Las bebidas no dejaban de llegar. Entre las que se pedía ella y a las que la invitaban los balleneros, con la tontería llevaba ya un par de horas en la taberna empinando el codo. Por suerte, Airgid tenía bastante buena resistencia con el alcohol, y en una ocasión normal, aquel ritmo no le supondría ningún problema. Pero por algún motivo, estaba empezando a encontrarse un poco mal. ¿Igual se debía a la bebida que servían allí? ¿Sería la cerveza, que contaba con un ingrediente diferente e inusual? Al principio no lo había notado, pero ahora cada vez más se le estaba empezando a repetir. Así que bajó un poco el ritmo, aprovechando para pedirse también algo de comer con lo que acompañar la charleta tan animada que estaba teniendo con Garren y los demás balleneros que se acercaban a participar.
Charlaron un poco de todo, de temas más distendidos, más típicos del día a día, hasta la cuestión política de la isla, pasando por los asuntos más... amorosos, o calientes mejor dicho. Y es que Airgid se trataba de una joven bastante agraciada, que además era más maja que las pesetas, así que llamaba rápidamente la atención de los hombres allí presentes, sobre todo con la reputación que le precedía. Pero ella cortó rápidamente con la dinámina, soltando un sencillo "esta rubia ya tiene maromo". Frase que solo desencadenó aún más interés y preguntas, y es que a todo el mundo le gustaba un poco de cotilleo, de salseo. Airgid no dudó en compartir con ellos de quién se trataba, y claro, cómo no iban a conocerle. Fueron ellos dos los que más se enzarzaron contra el general Kudthrow frente a palacio, sin olvidar la inestimable ayuda de Asradi, la sirena. Así que ahí se generó durante un buen rato, una conversación la mar de entretenida y vergonzosa a partes iguales. Era curioso y resultaba agradable ver cómo la mayoría se alegraba por ambos, alguno soltó: "¡eso ya lo sabía yo! ¿No visteis cómo peleaban?", otro dijo: "así que era verdad... me dijeron que os vieron besandoos en una taberna". Qué vergüenza.
El caso es que su colega en un momento de la tarde, se alejó a la barra y desde ahí le gritó si le pedía otra cerveza. puro chillido, claro. — ¡Mejor no, que me encuentro un poco mal! ¡Pídeme una cola! — Qué raro, le estaban dando incluso... náuseas. Un escalofrío le recorrió la espalda mientras apartaba las patatas, por lo que sea, ahora no le apetecían para nada. O quizás aquel escalofrío se debía a una fría mirada que estaba recibiendo, y a la presencia que se le iba acercando cada vez más, hasta que resultó imposible de ignorar.
La rubia le devolvió la mirada a aquella gran mujer que se le había parado frente a la mesa. Le tomó unos segundo alcanzar a mirarle a la cara, y es que sí que era alta, la tía. Pero la verdad es que estaba acostumbrada a tratar con grandes tamaños. Aquel cabello oscuro, sus ojos rojos, su piel pálida... ¡esos cuernos! Airgid abrió los ojos con la misma intensidad que ella, observándola fijamente. Hasta que dijo su nombre en un tono interrogante. — ¿¡CAMILLE!? — Era imposible no reconocerla. Habían pasado los años, bastantes años, pero solo conocía a una persona con cuernos en todo el puto mundo, y estaba ahí, de nuevo frente a ella.
Sus movimientos fueron rápidos, dejándose llevar por la emoción del reencuentro. Se puso en pie y utilizó el magnetismo para en apenas un momento, tomar como referencia la espada que la morena llevaba en la cintura y atraérla hacia ella, a la vez que la misma rubia saltaba sobre la oni, y también sobre la mesa, tirando la gran mayoría de vasos y removiendo todos los platos con sus respectivas comidas. Se encontraron como si fueran dos imanes que chocaban el uno contra el otro. — ¡¡CAMIIIILLEEEEEEEE!! — Gritó como una loca, como una absoluta neurótica, mientras aprovechaba el salto para abrazarla y engancharse al GRAN cuerpo de la mujer como si se tratara de un koala. Joder, sí que había crecido, ¿qué diantes había comido? También se había puesto petadísima, lo notó enseguida. Airgid se aferró a su cuello con ambos brazos, con fuerza, incluso ahogándola un poco. Simplemente no se lo podía creer. Incluso se le pusieron los ojillos un poco llorosos, pero sin terminar de llorar, porque ella era una tía dura. — ¿¡Qué haces aquí!? ¡Estás enorme! ¡Y guapísima! ¡Y QUÉ MÚSCULOS! ¡¡CAMILLE NO ME LO CREO!! — Cada vez se emocionaba más y más, si alguien no la paraba, era capaz de pegarse gritando incluso horas.
Charlaron un poco de todo, de temas más distendidos, más típicos del día a día, hasta la cuestión política de la isla, pasando por los asuntos más... amorosos, o calientes mejor dicho. Y es que Airgid se trataba de una joven bastante agraciada, que además era más maja que las pesetas, así que llamaba rápidamente la atención de los hombres allí presentes, sobre todo con la reputación que le precedía. Pero ella cortó rápidamente con la dinámina, soltando un sencillo "esta rubia ya tiene maromo". Frase que solo desencadenó aún más interés y preguntas, y es que a todo el mundo le gustaba un poco de cotilleo, de salseo. Airgid no dudó en compartir con ellos de quién se trataba, y claro, cómo no iban a conocerle. Fueron ellos dos los que más se enzarzaron contra el general Kudthrow frente a palacio, sin olvidar la inestimable ayuda de Asradi, la sirena. Así que ahí se generó durante un buen rato, una conversación la mar de entretenida y vergonzosa a partes iguales. Era curioso y resultaba agradable ver cómo la mayoría se alegraba por ambos, alguno soltó: "¡eso ya lo sabía yo! ¿No visteis cómo peleaban?", otro dijo: "así que era verdad... me dijeron que os vieron besandoos en una taberna". Qué vergüenza.
El caso es que su colega en un momento de la tarde, se alejó a la barra y desde ahí le gritó si le pedía otra cerveza. puro chillido, claro. — ¡Mejor no, que me encuentro un poco mal! ¡Pídeme una cola! — Qué raro, le estaban dando incluso... náuseas. Un escalofrío le recorrió la espalda mientras apartaba las patatas, por lo que sea, ahora no le apetecían para nada. O quizás aquel escalofrío se debía a una fría mirada que estaba recibiendo, y a la presencia que se le iba acercando cada vez más, hasta que resultó imposible de ignorar.
La rubia le devolvió la mirada a aquella gran mujer que se le había parado frente a la mesa. Le tomó unos segundo alcanzar a mirarle a la cara, y es que sí que era alta, la tía. Pero la verdad es que estaba acostumbrada a tratar con grandes tamaños. Aquel cabello oscuro, sus ojos rojos, su piel pálida... ¡esos cuernos! Airgid abrió los ojos con la misma intensidad que ella, observándola fijamente. Hasta que dijo su nombre en un tono interrogante. — ¿¡CAMILLE!? — Era imposible no reconocerla. Habían pasado los años, bastantes años, pero solo conocía a una persona con cuernos en todo el puto mundo, y estaba ahí, de nuevo frente a ella.
Sus movimientos fueron rápidos, dejándose llevar por la emoción del reencuentro. Se puso en pie y utilizó el magnetismo para en apenas un momento, tomar como referencia la espada que la morena llevaba en la cintura y atraérla hacia ella, a la vez que la misma rubia saltaba sobre la oni, y también sobre la mesa, tirando la gran mayoría de vasos y removiendo todos los platos con sus respectivas comidas. Se encontraron como si fueran dos imanes que chocaban el uno contra el otro. — ¡¡CAMIIIILLEEEEEEEE!! — Gritó como una loca, como una absoluta neurótica, mientras aprovechaba el salto para abrazarla y engancharse al GRAN cuerpo de la mujer como si se tratara de un koala. Joder, sí que había crecido, ¿qué diantes había comido? También se había puesto petadísima, lo notó enseguida. Airgid se aferró a su cuello con ambos brazos, con fuerza, incluso ahogándola un poco. Simplemente no se lo podía creer. Incluso se le pusieron los ojillos un poco llorosos, pero sin terminar de llorar, porque ella era una tía dura. — ¿¡Qué haces aquí!? ¡Estás enorme! ¡Y guapísima! ¡Y QUÉ MÚSCULOS! ¡¡CAMILLE NO ME LO CREO!! — Cada vez se emocionaba más y más, si alguien no la paraba, era capaz de pegarse gritando incluso horas.