Silver D. Syxel
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13-11-2024, 04:40 AM
La calma se había asentado en el muelle, y el eco del reciente enfrentamiento quedaba suspendido en el aire como un rastro casi tangible de lo que acababa de ocurrir. Syxel recorrió la escena con la mirada, tomando un momento para evaluar el estado de sus compañeros y los restos de aquellos traficantes. Al ver el resultado, una chispa de satisfacción se encendió en su interior: la tripulación había reaccionado con precisión, sin titubeos ni fallos. Balagus, implacable en su papel de protector, ya aseguraba a los pequeños Lunarian; mientras Marvolath, con su calma característica, les ofrecía agua y algo de comida con una serenidad capaz de templar cualquier temor. Por su parte, Dharkel, siempre meticuloso y un paso por delante, ya tenía asegurados a los prisioneros y revisaba cada pliegue de sus ropas en busca de información.
Sin embargo, el momento de alivio fue breve. Desde donde estaba, el pirata alcanzó a ver el brillo de un Den Den Mushi en las manos de Dharkel, con su caparazón blanco emitiendo una vibración repetitiva que interrumpía el silencio. Era una oportunidad de oro, pero también un riesgo. El capitán frunció el ceño, decidiendo acercarse rápidamente. Observó cómo Dharkel se tomaba un momento antes de responder, probablemente evaluando la misma posibilidad que rondaba su mente: ignorar la llamada sería sospechoso, pero contestarla podía atraer una tormenta que aún no sabían que implicaría. Tras cruzar sus miradas, Dharkel se decidió y activó el caracol.
Silver observó cada uno de los detalles, percibiendo la ligera tensión en Dharkel y el desagrado que escondía detrás de sus palabras. Para quienes habían vivido lo que ellos, esas palabras resultaban tan punzantes como una daga. El capitán asintió levemente, mostrando su aprobación sin palabras. Aquella llamada podía ofrecerles la pieza que necesitaban para llegar hasta la subasta, donde quizás más esclavos esperaban su oportunidad de ser liberados. Cuando finalmente el caracol quedó en silencio, el pirata dirigió una breve mirada a su compañero, confirmando que habían hecho lo correcto.
Pero aún quedaba pendiente una parte de su trabajo. Decidido a evitar que los niños presenciaran lo que estaba a punto de ocurrir, el capitán se acercó a Balagus y Marvolath, observando el modo en que ambos parecían haber logrado calmar a los pequeños. Parecía que estos apenas se atrevían a mirarlo, probablemente por la escena que había desatado en el combate, pero a su alrededor parecían encontrar consuelo en los gestos pacientes y protectores del grandullón y el médico. Aquel instante renovó sus fuerzas y reafirmó sus objetivos. Su expresión se suavizó un poco al observar a sus compañeros.
—Marvolath, Balagus, llevad a los niños al barco mientras terminamos de registrar a estos cabrones. Airok sigue a bordo, cuidará de ellos —ordenó, en un tono firme pero con claro respeto en su voz, una apreciación tácita de la labor que ambos estaban realizando con los pequeños.
Una vez alejada la mirada de los niños, el capitán desvió su atención hacia el grandullón herido que yacía en el suelo, apenas una sombra de lo que había sido momentos antes. Un suspiro entrecortado escapaba de sus labios, mezclado con el temblor de alguien que estaba a un paso de la muerte. Silver caminó hacia él, con sus pasos resonando con una calma que ocultaba su decisión de obtener hasta el último fragmento de información que pudiese exprimirle.
Se inclinó, con la mano estratégicamente descansando sobre la empuñadura de sus espadas, y lo miró desde la sombra de su posición.
—De ti depende si esta noche será tu última —le advirtió con voz baja y contundente—. Dinos todo lo que sabes de esa subasta.
Sin apartarse ni mostrar ningún gesto de piedad, dejó que el peso de sus palabras se asentara en el prisionero, quien, al borde de la inconsciencia, parecía debatirse entre responder o dejarse vencer por el agotamiento. Si se negaba a hablar, Silver estaba dispuesto a asegurarse de que el dolor fuese lo único que aquel desgraciado sintiera mientras le quedara aliento en los pulmones. De un modo u otro, iba a hacerle hablar...
Sin embargo, el momento de alivio fue breve. Desde donde estaba, el pirata alcanzó a ver el brillo de un Den Den Mushi en las manos de Dharkel, con su caparazón blanco emitiendo una vibración repetitiva que interrumpía el silencio. Era una oportunidad de oro, pero también un riesgo. El capitán frunció el ceño, decidiendo acercarse rápidamente. Observó cómo Dharkel se tomaba un momento antes de responder, probablemente evaluando la misma posibilidad que rondaba su mente: ignorar la llamada sería sospechoso, pero contestarla podía atraer una tormenta que aún no sabían que implicaría. Tras cruzar sus miradas, Dharkel se decidió y activó el caracol.
Silver observó cada uno de los detalles, percibiendo la ligera tensión en Dharkel y el desagrado que escondía detrás de sus palabras. Para quienes habían vivido lo que ellos, esas palabras resultaban tan punzantes como una daga. El capitán asintió levemente, mostrando su aprobación sin palabras. Aquella llamada podía ofrecerles la pieza que necesitaban para llegar hasta la subasta, donde quizás más esclavos esperaban su oportunidad de ser liberados. Cuando finalmente el caracol quedó en silencio, el pirata dirigió una breve mirada a su compañero, confirmando que habían hecho lo correcto.
Pero aún quedaba pendiente una parte de su trabajo. Decidido a evitar que los niños presenciaran lo que estaba a punto de ocurrir, el capitán se acercó a Balagus y Marvolath, observando el modo en que ambos parecían haber logrado calmar a los pequeños. Parecía que estos apenas se atrevían a mirarlo, probablemente por la escena que había desatado en el combate, pero a su alrededor parecían encontrar consuelo en los gestos pacientes y protectores del grandullón y el médico. Aquel instante renovó sus fuerzas y reafirmó sus objetivos. Su expresión se suavizó un poco al observar a sus compañeros.
—Marvolath, Balagus, llevad a los niños al barco mientras terminamos de registrar a estos cabrones. Airok sigue a bordo, cuidará de ellos —ordenó, en un tono firme pero con claro respeto en su voz, una apreciación tácita de la labor que ambos estaban realizando con los pequeños.
Una vez alejada la mirada de los niños, el capitán desvió su atención hacia el grandullón herido que yacía en el suelo, apenas una sombra de lo que había sido momentos antes. Un suspiro entrecortado escapaba de sus labios, mezclado con el temblor de alguien que estaba a un paso de la muerte. Silver caminó hacia él, con sus pasos resonando con una calma que ocultaba su decisión de obtener hasta el último fragmento de información que pudiese exprimirle.
Se inclinó, con la mano estratégicamente descansando sobre la empuñadura de sus espadas, y lo miró desde la sombra de su posición.
—De ti depende si esta noche será tu última —le advirtió con voz baja y contundente—. Dinos todo lo que sabes de esa subasta.
Sin apartarse ni mostrar ningún gesto de piedad, dejó que el peso de sus palabras se asentara en el prisionero, quien, al borde de la inconsciencia, parecía debatirse entre responder o dejarse vencer por el agotamiento. Si se negaba a hablar, Silver estaba dispuesto a asegurarse de que el dolor fuese lo único que aquel desgraciado sintiera mientras le quedara aliento en los pulmones. De un modo u otro, iba a hacerle hablar...
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
No Aprendida
7
2
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]