¡Había funcionado! O eso creía inicialmente cuando escuchó las voces en el exterior. Se quedó muy quieta detrás de las cajas, intentando hacer el menor ruido posible. Incluso hubo un momento dado en que, cuando escuchó el sonido del metal siendo “desanudado” de la puerta de entrada, tuvo que llevarse ambas manos a cubrir los labios para opacar cualquier tipo de sonido que se le pudiese escapar sin querer y, por ende, ser descubierta en ese lugar. Pero hubo algo que la mantuvo en su lugar por unos iniciales segundos. Desde su lugar, no podía ver muy bien, sin arriesgarse demasiado, por donde andaban exactamente los tipos. Pero la luz de una de las linternas le daba una ínfima idea y así podía orientarse más o menos.
Escuchó con atención, en silencio, pero sobre todo con una naciente rabia que iba colmando su interior. Una rabia que tuvo que tragarse solo para no joder más la situación en la que se encontraba. Tanto ella como los que estaban encerrados.
¿Habían dicho... Villa Syrup? No tenía ni la menor idea de donde se encontraba eso, pero al menos tenía información relevante de cuál sería la ruta que los esclavistas seguirían. Y, lo peor de todo, es que seguramente fuese a haber más. Sentía como si el corazón se le quisiese salir del pecho en cualquier momento. Pero tenía que salir de ahí o, simplemente, lo que había descubierto, sería todo en vano.
Con todo el dolor de su corazón, tenía que dejarles momentáneamente atrás. Ella no podía hacer nada ahora mismo en su situación. En solitario. Necesitaba a los demás. Necesitaba llegar con el resto y exponerles lo que había visto y descubierto. Lo que también habían intentado hacer con ella eso era lo de menos. Había que ayudar a esas criaturas. ¿No estaba para eso la Revolución?
Asradi esperó el momento adecuado, con toda la paciencia y la calma que pudo en una situación como esa. Y cuando creyó tener su oportunidad, se deslizó hasta el exterior aprovechándose de que todavía era bastante de noche y podía ocultarse entre la oscuridad y cualquier obstáculo que hubiese por el lugar. Cuando lo logró, pudo respirar tranquila. Parcialmente, al menos, porque todavía continuaba esa misma desazón en su pecho. El hecho de haberles tenido que dejar atrás, aunque fuese momentáneamente, le partía el alma. Pero al menos ya había alguien ahí, de su lado, que estaba enterada de todo el percal. Ahora solo tenía que llegar con los demás para darles el aviso. Y pedirles ayuda.
Porque iba a volver a por ellos y por los demás que tuviesen encerrados. Fuese como fuese.
Escuchó con atención, en silencio, pero sobre todo con una naciente rabia que iba colmando su interior. Una rabia que tuvo que tragarse solo para no joder más la situación en la que se encontraba. Tanto ella como los que estaban encerrados.
¿Habían dicho... Villa Syrup? No tenía ni la menor idea de donde se encontraba eso, pero al menos tenía información relevante de cuál sería la ruta que los esclavistas seguirían. Y, lo peor de todo, es que seguramente fuese a haber más. Sentía como si el corazón se le quisiese salir del pecho en cualquier momento. Pero tenía que salir de ahí o, simplemente, lo que había descubierto, sería todo en vano.
Con todo el dolor de su corazón, tenía que dejarles momentáneamente atrás. Ella no podía hacer nada ahora mismo en su situación. En solitario. Necesitaba a los demás. Necesitaba llegar con el resto y exponerles lo que había visto y descubierto. Lo que también habían intentado hacer con ella eso era lo de menos. Había que ayudar a esas criaturas. ¿No estaba para eso la Revolución?
Asradi esperó el momento adecuado, con toda la paciencia y la calma que pudo en una situación como esa. Y cuando creyó tener su oportunidad, se deslizó hasta el exterior aprovechándose de que todavía era bastante de noche y podía ocultarse entre la oscuridad y cualquier obstáculo que hubiese por el lugar. Cuando lo logró, pudo respirar tranquila. Parcialmente, al menos, porque todavía continuaba esa misma desazón en su pecho. El hecho de haberles tenido que dejar atrás, aunque fuese momentáneamente, le partía el alma. Pero al menos ya había alguien ahí, de su lado, que estaba enterada de todo el percal. Ahora solo tenía que llegar con los demás para darles el aviso. Y pedirles ayuda.
Porque iba a volver a por ellos y por los demás que tuviesen encerrados. Fuese como fuese.