Takahiro
La saeta verde
13-11-2024, 02:35 PM
El peliverde notó una presencia bajo el barco, la cual se fue alejando poco a poco. ¿Un gyojin? ¿Un rey marino? ¿Un buzo? ¿El ladrón de la espada huyendo? Podría ser cualquier cosa. En momento como aquel extrañaba a Octo, que ante una cosa así tan solo tenía que lanzarse al mar e investigar lo que ocurría. Sin embargo, en esa vez no estaba para ayudarle. Ese pensamiento llevo a Takahiro a cuestionarse que había, realmente, pocos gyojins en la grandiosa marina del gobierno mundial. «Creo que voy a proponerle a Beatrice que realice un reclutamiento voluntario de hombres-peces. Tener uno por escuadrón sería de mucha ayuda», pensó.
Fue en ese momento cuando el recluta joven viene, con un gesto de felicidad bastante grande. Durante un instante, Taka pensó que su plan había funcionado, pero la respuesta del chico fue como un balde de agua fría sobre sus hombros.
—Pues vaya… —comentó el marine, cruzándose de brazos—. Esta bien, espérese usted un segundo, recluta.
Dicho aquello, contó las espadas que se encontraban allí espuestas, para luego hablar con otro de los marines que se encontraban allí.
—Vamos a llevarnos estas espadas al cuartel, ¿entendido? Las he contado, así que espero que no falte ninguna al llegar —dijo—. Nos van a servir para mejorar nuestro armamento, o tal vez nos de una pista para ver lo que ocurre. Peinad lo que queda del barco y en media hora nos vemos fuera, ¿entendido?
Ordenado aquello subió a la cubierta, y contempló la improvisada y grandiosa obra de ingeniería que habían hecho los marines que estaban allí. Habían hecho una especie de polea usando un motón, con el que bajaban y subían al pobre marine que parecía a desesperado.
—Por el amor de Cristo Rey —En ese instante él mismo se recordó a su amigo Masao, pero es que lo que estaba viendo era inhumano—. Si veis que no esta diciendo nada, soltadlo leches. Y traedle una manta.
En ese momento, Takahiro se puso a pensar. ¿De que otra manera podría comunicarse con aquellos hombres? Si no estaban bajo la influencia de alguna fruta, tenía que ser otra cosa. Fue en se momento cuando la bandera pirata volvió a su mente. «¿Y si…? No, no puede ser. Sería una posibilidad entre un millar, o tal vez más», pensaba el peliverde para sus adentros.
—¡Señores! —alzó la voz el alférez—. Traedme papel y algo para escribir —ordenó—. Creo que he tenido una idea.
Fue en ese momento, cuando Takahiro se puso a escribir en el papel para comunicarse. Escribiendo lo siguiente:
En caso de que respondieran afirmativamente, el peliverde escribiría lo siguiente:
Fue en ese momento cuando el recluta joven viene, con un gesto de felicidad bastante grande. Durante un instante, Taka pensó que su plan había funcionado, pero la respuesta del chico fue como un balde de agua fría sobre sus hombros.
—Pues vaya… —comentó el marine, cruzándose de brazos—. Esta bien, espérese usted un segundo, recluta.
Dicho aquello, contó las espadas que se encontraban allí espuestas, para luego hablar con otro de los marines que se encontraban allí.
—Vamos a llevarnos estas espadas al cuartel, ¿entendido? Las he contado, así que espero que no falte ninguna al llegar —dijo—. Nos van a servir para mejorar nuestro armamento, o tal vez nos de una pista para ver lo que ocurre. Peinad lo que queda del barco y en media hora nos vemos fuera, ¿entendido?
Ordenado aquello subió a la cubierta, y contempló la improvisada y grandiosa obra de ingeniería que habían hecho los marines que estaban allí. Habían hecho una especie de polea usando un motón, con el que bajaban y subían al pobre marine que parecía a desesperado.
—Por el amor de Cristo Rey —En ese instante él mismo se recordó a su amigo Masao, pero es que lo que estaba viendo era inhumano—. Si veis que no esta diciendo nada, soltadlo leches. Y traedle una manta.
En ese momento, Takahiro se puso a pensar. ¿De que otra manera podría comunicarse con aquellos hombres? Si no estaban bajo la influencia de alguna fruta, tenía que ser otra cosa. Fue en se momento cuando la bandera pirata volvió a su mente. «¿Y si…? No, no puede ser. Sería una posibilidad entre un millar, o tal vez más», pensaba el peliverde para sus adentros.
—¡Señores! —alzó la voz el alférez—. Traedme papel y algo para escribir —ordenó—. Creo que he tenido una idea.
Fue en ese momento, cuando Takahiro se puso a escribir en el papel para comunicarse. Escribiendo lo siguiente:
Cita:Hola, buenas tardes.
¿Sabéis escribir?
En caso de que respondieran afirmativamente, el peliverde escribiría lo siguiente:
Cita:Decidme, ¿por qué no podéis hablar? ¿Sois mudos? ¿Sordo-Mudos? ¿Nunca os han enseñado?
Y si os ha molestado lo de vuestro amigo, lo siento, pensábamos que estabais bajo la influencia de una fruta del diablo.
Pero me gustaría que me respondierais a las preguntas que os haga. ¿Entendido? Si colaboráis hablaré en vuestro favor.
Confiad en mí.