Daryl Kilgore
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13-11-2024, 02:39 PM
Daryl dejó las copas sobre la mesa y se dispuso a sentarse, pero la mirada repentina de Irina le dejó inmóvil. Puede que otros no supieran interpretar los gestos aparentemente erráticos de la mujer, puede que ni siquiera se esforzaran por tratar de comprenderla, de aprender sus complicados patrones. Por que los tenía. La mayoría simplemente se excusaban en que estaba loca, desentendiéndose por completo. Pero Daryl llevaba años estudiando aquellas miradas, aquellos gestos, la sutileza de cada uno de sus movimientos. Aprendiendo a captar los mensajes detrás de las palabras. Y supo enseguida que estaba cabreada.
Así que no llegó a sentarse, la pelirroja se levantó de su asiento, dando un rápido salto solo con el fin de plantarle un puñetazo a Daryl en todo el rostro. El demonio ni si quiera hizo el intento de esquivarlo o de bloquearlo, o de nada en general. Recibió el impacto, retrocediendo un poco debido a aquella fuerza que la mujer ocultaba detrás de su esbelta apariencia, pero aguantando el tipo lo suficiente como para no llegar a caer. No sería la primera vez que Irina le pegaba alguna hostia, ya ni siquiera se lo tomaba como algo personal, se podría decir que estaba acostumbrado a aquel tipo de trato, no solo por ella, sino durante toda su vida. Al fin y al cabo, había nacido y se había criado como un demonio, rodeado de otros demonios, que la manera que tenían sus padres de demostrarle cariño era molerle a palizas. Así que los golpes de Irina no le ofendían. Era algo que solo le permitía a ella.
— Toda la isla está plagada de chusma. Este es solo un sitio más. — Respondió ante el mal humor de la mujer. ¿Que la había dejado abandonada? Decidió no entrar en eso, siquiera. Y lo cierto es que daba igual el lugar que Daryl propusiera, porque todos le parecerían a Irina una absoluta mierda, llena de gente infecta y una gigantesca pérdida de tiempo. No merecía la pena discutir por ello. Realmente casi nunca discutía con Irina, simplemente le daba la razón y seguía para delante. Estuvo cerca de sentarse, ahora, sí, a la mesa, pero la aparición de un tercero le interrumpió una vez más. Esa asquerosa voz sibilina y reptiliana le atravesó por la nuca, sabiendo perfectamente a quién le pertenecía. Instantáneamente, se llevó la mano a la cintura, agarrando la empuñadura de su espada. Su mera presencia era una amenaza, una invitación a la pelea, y es que Ares tenía un gusto especial por ser un absoluto dolor de huevos. No era ningún secreto el hecho de que Daryl despreciaba la cercanía física, había llegado incluso a matar a personas por pasar el límite que Daryl les permitía, y la verdad es que el demonio era tan imponente e intimidante por culpa de su tamaño y su rostro que pocos eran los que intentaban traspasar sus límites. Pero Ares era uno de ellos, jugando constantemente con la línea de fuego. Se giró para mirarle, viendo cómo su mano pasaba de largo en lugar de tratar de tocarle, regodeándose. Se sirvió una copa mientras Irina le daba la bienvenida. Él no soltaba la mano de su espada. — Hablando de chusma... — Soltó mientras le miraba de arriba abajo, con el desprecio reflejado en la cara. Aquel lagarto era uno de los pocos hombres que conocía que midiera lo mismo que él, lo cual ya despertaba en el interior del demonio una extraña sensación de competencia. Lo bueno es que físicamente se le notaba bastante más debilucho, menos ancho, más parecido a una serpiente.
Y ahora llegaban otros dos más. El hombre, vestido con una chupa de cuero y gafas de sol dio un manotazo contra una bandeja llena de copas, ensuciando parte de la mesa y sobre todo el suelo, cerca del sitio en el que se habría sentado si no hubiera sido por el puñetazo de Irina. Al final tendría que darle las gracias y todo. La cosa es que, ni ancho ni perezoso, tomó asiento como si estuviera en su casa y se pidió una bebida. Madre del amor hermoso, Daryl estaba empezando a necesitar alcohol en la sangre si de verdad iba a tener que soportar aquella doble invasión. Triple, cuando la mujer de los cabellos blancos apareció, pidiéndole fuego al que parecía ser su amigo. Era increíble observar cómo la expresión de Daryl se torcía más y más según iban pasando los segundos e iba apareciendo más gente que o no le caía bien, directamente, o no conocía de nada. La peliblanca hizo el gesto de acercarse a él, pero Daryl no dudó en retroceder, dejándola a un medio camino. Al menos ella se presentó, cosa que su colega obvió por completo. Era guapa, llamaba la atención con aquel vestido oscuro y sus afiladas facciones, y parecía ser todo lo contrario al chico al que acompañaba.
Antes de que Daryl abriera siquiera la boca, se centró en las reacciones de Irina. Parecía curiosamente divertida, seguramente por culpa del alcohol que estaba ya haciéndose paso a través de su torrente sanguíneo. Estaba siendo sarcástica e hiriente pero solo de una forma que ella entendía, y sí, había pillado al tipo de la chupa por el cuello, pero ni siquiera había apretado. Estaba de buen humor, se podría decir. Lo que le hizo dar un paso a presentarse. — Daryl. — Mencionó sin mas, seco y mustio como un puto cactus, que es lo que le caracterizaba. Sobretodo cuando encima, también, apareció la bala perdida de Johnny, el compañero inútil de Ares. Y es que tanto Daryl como Irina tenían una visión bastante desagradable de los marines en general, a sus ojos eran débiles e indisciplinados, sobre todo ellos dos. Tomó su copa, por fin, y se la bebió de un trago, dejando el vaso vacío sobre la bandeja de uno de los camareros que pasó por ahí. El demonio era una persona de pocas palabras, que prefería actuar antes que la palabrería, así que dio un paso atrás en ese sentido. Quedándose pendiente y alerta por si ocurría lo que fuera. Sobre todo, vigilaba con especial interés a Ares, por si se atrevía a hacer cualquier cosa.
Así que no llegó a sentarse, la pelirroja se levantó de su asiento, dando un rápido salto solo con el fin de plantarle un puñetazo a Daryl en todo el rostro. El demonio ni si quiera hizo el intento de esquivarlo o de bloquearlo, o de nada en general. Recibió el impacto, retrocediendo un poco debido a aquella fuerza que la mujer ocultaba detrás de su esbelta apariencia, pero aguantando el tipo lo suficiente como para no llegar a caer. No sería la primera vez que Irina le pegaba alguna hostia, ya ni siquiera se lo tomaba como algo personal, se podría decir que estaba acostumbrado a aquel tipo de trato, no solo por ella, sino durante toda su vida. Al fin y al cabo, había nacido y se había criado como un demonio, rodeado de otros demonios, que la manera que tenían sus padres de demostrarle cariño era molerle a palizas. Así que los golpes de Irina no le ofendían. Era algo que solo le permitía a ella.
— Toda la isla está plagada de chusma. Este es solo un sitio más. — Respondió ante el mal humor de la mujer. ¿Que la había dejado abandonada? Decidió no entrar en eso, siquiera. Y lo cierto es que daba igual el lugar que Daryl propusiera, porque todos le parecerían a Irina una absoluta mierda, llena de gente infecta y una gigantesca pérdida de tiempo. No merecía la pena discutir por ello. Realmente casi nunca discutía con Irina, simplemente le daba la razón y seguía para delante. Estuvo cerca de sentarse, ahora, sí, a la mesa, pero la aparición de un tercero le interrumpió una vez más. Esa asquerosa voz sibilina y reptiliana le atravesó por la nuca, sabiendo perfectamente a quién le pertenecía. Instantáneamente, se llevó la mano a la cintura, agarrando la empuñadura de su espada. Su mera presencia era una amenaza, una invitación a la pelea, y es que Ares tenía un gusto especial por ser un absoluto dolor de huevos. No era ningún secreto el hecho de que Daryl despreciaba la cercanía física, había llegado incluso a matar a personas por pasar el límite que Daryl les permitía, y la verdad es que el demonio era tan imponente e intimidante por culpa de su tamaño y su rostro que pocos eran los que intentaban traspasar sus límites. Pero Ares era uno de ellos, jugando constantemente con la línea de fuego. Se giró para mirarle, viendo cómo su mano pasaba de largo en lugar de tratar de tocarle, regodeándose. Se sirvió una copa mientras Irina le daba la bienvenida. Él no soltaba la mano de su espada. — Hablando de chusma... — Soltó mientras le miraba de arriba abajo, con el desprecio reflejado en la cara. Aquel lagarto era uno de los pocos hombres que conocía que midiera lo mismo que él, lo cual ya despertaba en el interior del demonio una extraña sensación de competencia. Lo bueno es que físicamente se le notaba bastante más debilucho, menos ancho, más parecido a una serpiente.
Y ahora llegaban otros dos más. El hombre, vestido con una chupa de cuero y gafas de sol dio un manotazo contra una bandeja llena de copas, ensuciando parte de la mesa y sobre todo el suelo, cerca del sitio en el que se habría sentado si no hubiera sido por el puñetazo de Irina. Al final tendría que darle las gracias y todo. La cosa es que, ni ancho ni perezoso, tomó asiento como si estuviera en su casa y se pidió una bebida. Madre del amor hermoso, Daryl estaba empezando a necesitar alcohol en la sangre si de verdad iba a tener que soportar aquella doble invasión. Triple, cuando la mujer de los cabellos blancos apareció, pidiéndole fuego al que parecía ser su amigo. Era increíble observar cómo la expresión de Daryl se torcía más y más según iban pasando los segundos e iba apareciendo más gente que o no le caía bien, directamente, o no conocía de nada. La peliblanca hizo el gesto de acercarse a él, pero Daryl no dudó en retroceder, dejándola a un medio camino. Al menos ella se presentó, cosa que su colega obvió por completo. Era guapa, llamaba la atención con aquel vestido oscuro y sus afiladas facciones, y parecía ser todo lo contrario al chico al que acompañaba.
Antes de que Daryl abriera siquiera la boca, se centró en las reacciones de Irina. Parecía curiosamente divertida, seguramente por culpa del alcohol que estaba ya haciéndose paso a través de su torrente sanguíneo. Estaba siendo sarcástica e hiriente pero solo de una forma que ella entendía, y sí, había pillado al tipo de la chupa por el cuello, pero ni siquiera había apretado. Estaba de buen humor, se podría decir. Lo que le hizo dar un paso a presentarse. — Daryl. — Mencionó sin mas, seco y mustio como un puto cactus, que es lo que le caracterizaba. Sobretodo cuando encima, también, apareció la bala perdida de Johnny, el compañero inútil de Ares. Y es que tanto Daryl como Irina tenían una visión bastante desagradable de los marines en general, a sus ojos eran débiles e indisciplinados, sobre todo ellos dos. Tomó su copa, por fin, y se la bebió de un trago, dejando el vaso vacío sobre la bandeja de uno de los camareros que pasó por ahí. El demonio era una persona de pocas palabras, que prefería actuar antes que la palabrería, así que dio un paso atrás en ese sentido. Quedándose pendiente y alerta por si ocurría lo que fuera. Sobre todo, vigilaba con especial interés a Ares, por si se atrevía a hacer cualquier cosa.