Lemon Stone
MVP
13-11-2024, 07:42 PM
Peluca se puso serio, incómodamente serio y denso.
Tras lo dicho, se dirigiría al prostíbulo más cercano. Nunca se había acostado con una puta, aunque había usado sus servicios para… Bueno, las había usado en más de una ocasión. Era un hombre apasionado que vivía sus emociones a flor de piel, no le importaba lo que pensaran de él ni se preocupaba de las consecuencias de sus acciones ni decisiones. También era un poco orgulloso, por lo que no admitió que estaba ligeramente preocupado por el trato de los proxenetas hacia las prostitutas tras las palabras de Peluca.
Detestaba a los hombres amargados, a los que se tomaban demasiado en serio la vida. Incluso se lo tomó personal cuando escupió el suelo, no porque hubiera escupido el suelo, sino porque se sentía superior a los revolucionarios que lo escucharon con inmerecida atención. Era lo mismo que sentirse superior a la Causa y, siendo justos y honestos, no hay nada más grande que la Causa.
Aguantó las ganas de darle un bofetón, arrancarle un par de dientes y darle su merecido pues era amigo de su mejor amigo, así que solo lo vio marcharse de la taberna.
Encendió un cigarrillo y fumó a través de la máscara, intentando no darles demasiada importancia a las irresponsables palabras de Peluca. Aun así, estaba furioso. Ese idiota había ofendido a la Causa y no iba a tolerarlo, pero valoraba lo suficiente su amistad con Castor como para no actuar imprudentemente.
Entonces, escuchó a su buen y peludo amigo.
-¿Dices que fuiste un experimento del Gobierno Mundial? Esos hijos de puta… -comentó extrañamente enojado y en voz baja-. Siento mucho escuchar eso, hermano… Luchamos en contra del Gobierno Mundial porque oprimen a los más débiles, no porque seamos gente buena con ganas de ser héroes, luchamos contra ellos en nombre de la Causa. Y mientras así sea evitaremos que haya otros como tú, Castor. Romperemos las cadenas y liberaremos al mundo de las Fuerzas Opresoras. Todos los hombres, pobres y ricos, feos y guapos, caminarán por las Tierras Libres. Lo prometo. -Hizo una pequeña pausa y le dio una calada al cigarrillo-. ¿Sabes lo que me molesta de Peluca? Que es un hipócrita y se cree mejor que nosotros. ¿Le molesta tratar con prostitutas, pero le va bien entrar a un club y masacrar a todo el mundo? Es un poco rara la vara moral de tu amigo, Castor.
Luego de terminar el cigarrillo se levantó del asiento y, de pronto, se vio más grande de lo que era realmente.
-Todavía estoy dispuesto a ayudarte porque eres un camarada, pero más que eso tú eres mi amigo, mi primer amigo. Solo no me pidas que trabaje con ese idiota -sentenció, su tono de voz grave anormalmente tajante.
El revolucionario enmascarado abandonó la taberna justo después de Castor y allí vio a los dos, a Peluca y a su amigo. Puede que fuera por el calor en la sangre, porque era estúpidamente imprudente, vaya a saber Dios la razón por la que se acercó a Peluca, pero lo hizo. Se plantó delante de él, tan cerca que podría sentir su respiración a través de la máscara, y lo miró hacia abajo.
-Escúchame una cosa: no me caes bien. Eres aburrido, serio, hipócrita y me has ofendido -le escupió con la honestidad que tanto le caracterizaba-. No te he roto la cara porque eres amigo de Castor y también porque, a pesar de ser un idiota, estás ayudando a la gente. Sin embargo, como vuelvas a insinuar que estamos del lado de las Fuerzas Opresoras te romperé las piernas y los brazos. Huelo la sangre en ti: eres un maldito asesino, no te creas mejor que nosotros -lo amenazó directamente sin importar si se estaba pasando o no-. Averiguaré por mi parte cómo entrar al estúpido Club y seguiré… Bueno, algo se me ocurrirá.