Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
13-11-2024, 09:01 PM
Las pocas rondas siguientes se fueron sucediendo a un relativo buen ritmo. Si bien los nuevos iban pasándolas, lo cierto es que no iban tan sobrados como lo había ido Frida en su momento, aunque en el caso de la mujer parecía desarrollarse de forma parecida. Eso sí, ni de broma les estaba siendo tan sencillo como hubieran podido esperar, algo que Camille en parte achacó a lo minada que debía estar su soberbia y confianza. Al principio habían actuado como si nada ni nadie que se presentase ante ellos pudiera hacerles frente pero, tras el marcaje de territorio que tanto la oni como su compañero habían hecho en sus respectivos combates, parecían actuar de forma mucho más meditada y prudente. Una muestra más de que el plan de Garnett y el propósito de aquellos torneos seguían el cauce esperado.
Entre rondas, intercambiaba comentarios con Atlas analizando las diferentes capacidades de los nuevos. Todos eran, de manera individual, excelentes combatientes. Quizá no todos a la altura del duo que conformaban, pero sin duda muy por encima de la media de los reclutas del G-31. Sin embargo, si había dos personas de ese grupo que destacaban mucho más que el resto, esos eran Frida y Tobías. Frida, que era la líder, ya lo había dejado claro en sus primeros combates: era veloz a la hora de esquivar, pero también lo era en el ataque. No solo eso, sino que además golpeaba con una ferocidad que Camille había visto en muy pocas personas. Parecía gozar de una comprensión inusual de los movimientos y artes de sus oponentes, como si unos pocos segundos le bastasen para leerles por completo. No lo reconocería en voz alta, al menos no con ella delante, pero era buena. MUY buena.
Tobías, por otro lado, parecía carecer por completo de técnica. Tampoco es que le hiciera ninguna falta. El grandullón era una mole de músculos, con una fuerza y resistencia que poco o nada tenían que envidiarla a las de la oni. Sus combates se habían reducido casi por completo a recibir golpes sin inmutarse, con una parsimonia que resultaba insultante, hasta acabar con todo de un único golpe. Todo sea dicho, más allá de sus capacidades físicas, no es que hubiera demostrado saber hacer mucha cosa, pero Camille se había fijado en un detalle importante: ninguno de sus golpes había errado. Era como si supiera esperar el momento idóneo hasta poder soltar un bombazo decisivo que acabase con los enfrentamientos. Y lo peor de todo es que lo hacía con una rapidez endiablada.
—Estos dos no van a ser nada fáciles —le dijo al rubio cuando acabó la última ronda y ya solo quedaban ellos cuatro en el torneo—. Tienen que tenernos unas ganas increíbles, así que será mejor que tengamos cuidado.
Fue al poco de decir esto que Garnett hizo su propuesta, dando algunas indicaciones antes de ponerse a apartar las cajas que limitaban el escenario a patadas. No era lo habitual, aunque casi siempre el sargento se guardaba alguna sorpresa especial para las últimas rondas. En aquella ocasión, parecía que la final iba a decidirse en un combate por parejas, algo que tranquilizaba bastante a Camille. Ya habían demostrado en el adiestramiento que tanto Atlas como ella contaban con una sinergia envidiable, complementando las carencias del otro como si llevaran luchando juntos toda una vida. ¿El problema? Que posiblemente Frida y Tobías tuvieran algo similar. Algo que dedujo de la forma en la que respondieron a Garnett. No solo parecían dispuestos, sino que incluso dio la impresión de que hubieran recibido una buena noticia.
Cuando todo estuvo preparado, los contendientes se fueron situando en un punto central inexistente, pues ya no había escenario sobre el que combatir: todo el almacén sería su campo de batalla particular. Los demás participantes y espectadores del Torneo del Calabozo habían subido al nivel superior, amontonándose tras las barandillas como si de un palco se tratara. Nadie quería perderse el menor detalle de ese encuentro.
Frida escupió a un lado y les dedicó una mirada que, desde luego, no era de amistad y amor.
—No me voy a contener una mierda con vosotros —les dijo, y podía notársele la rabia en la voz.
Estaba enfadada, lo cual era bueno en parte. Sin embargo, si alguien sabía bien lo útil que podía ser canalizar la rabia en un combate, esa era Camille. No sabía si Frida sería capaz de algo similar, pero lo prudente sería tener cuidado. Y, aun así, la morena decidió que el mensaje tan solo sería contundente si les ganaban con todo.
—Ya bueno —empezó, mostrando una sonrisa bravucona y socarrona que poco o nada cuadrarían en ella para cualquiera que la conociese, pero que pareció irritar a los otros dos—. ¿Y dónde quedó eso de aguantarte uno o dos puñetazos? Supongo que es eso que dicen por ahí: perra ladradora...
La mujer dio un paso al frente y la oni se puso en guardia. Tobías parecía bastante despreocupado con toda esa situación, pero pudo percibir en él un brillo malicioso de emoción. Parecía que habían picado el anzuelo. Tan solo esperaba que no fueran a arrepentirse de ello.
—¡Bien! Todo listo —Exclamó Garnett agarrado a una cadena que colgaba del techo, como un acróbata que danzaba por encima de la zona de combate aferrado a su cuerda— Ya sabéis, mismas reglas, solo que tenéis todo este espacio para vosotros. El combate termina cuando los dos miembros del equipo contrario queden fuera de combate o se rindan. Así que, sin más dilación... ¡Empezad!
Y, en el momento en que el sargento dio la señal, Tobías hizo algo que no había hecho hasta ese momento. Echó el puño hacia atrás y, en un rápido movimiento, lanzó un puño al aire que provocó que este vibrara y estallase en forma de onda, la cual se dirigió implacable contra la pareja de la L-42. Rápidamente, aunque no por ello menos sorprendida, Camille se posicionó frente a Atlas y lanzó un garrotazo que salió al cuento de ese ataque. El impacto fue brutal, hasta el punto de que se generó que sacudió a los presentes por un instante.
Casi instantáneamente, y sin que la oni tuviera hueco para reaccionar, Frida había saltado hasta elevarse por encima de todos y caía en picado para propinarle una brutal patada.
Entre rondas, intercambiaba comentarios con Atlas analizando las diferentes capacidades de los nuevos. Todos eran, de manera individual, excelentes combatientes. Quizá no todos a la altura del duo que conformaban, pero sin duda muy por encima de la media de los reclutas del G-31. Sin embargo, si había dos personas de ese grupo que destacaban mucho más que el resto, esos eran Frida y Tobías. Frida, que era la líder, ya lo había dejado claro en sus primeros combates: era veloz a la hora de esquivar, pero también lo era en el ataque. No solo eso, sino que además golpeaba con una ferocidad que Camille había visto en muy pocas personas. Parecía gozar de una comprensión inusual de los movimientos y artes de sus oponentes, como si unos pocos segundos le bastasen para leerles por completo. No lo reconocería en voz alta, al menos no con ella delante, pero era buena. MUY buena.
Tobías, por otro lado, parecía carecer por completo de técnica. Tampoco es que le hiciera ninguna falta. El grandullón era una mole de músculos, con una fuerza y resistencia que poco o nada tenían que envidiarla a las de la oni. Sus combates se habían reducido casi por completo a recibir golpes sin inmutarse, con una parsimonia que resultaba insultante, hasta acabar con todo de un único golpe. Todo sea dicho, más allá de sus capacidades físicas, no es que hubiera demostrado saber hacer mucha cosa, pero Camille se había fijado en un detalle importante: ninguno de sus golpes había errado. Era como si supiera esperar el momento idóneo hasta poder soltar un bombazo decisivo que acabase con los enfrentamientos. Y lo peor de todo es que lo hacía con una rapidez endiablada.
—Estos dos no van a ser nada fáciles —le dijo al rubio cuando acabó la última ronda y ya solo quedaban ellos cuatro en el torneo—. Tienen que tenernos unas ganas increíbles, así que será mejor que tengamos cuidado.
Fue al poco de decir esto que Garnett hizo su propuesta, dando algunas indicaciones antes de ponerse a apartar las cajas que limitaban el escenario a patadas. No era lo habitual, aunque casi siempre el sargento se guardaba alguna sorpresa especial para las últimas rondas. En aquella ocasión, parecía que la final iba a decidirse en un combate por parejas, algo que tranquilizaba bastante a Camille. Ya habían demostrado en el adiestramiento que tanto Atlas como ella contaban con una sinergia envidiable, complementando las carencias del otro como si llevaran luchando juntos toda una vida. ¿El problema? Que posiblemente Frida y Tobías tuvieran algo similar. Algo que dedujo de la forma en la que respondieron a Garnett. No solo parecían dispuestos, sino que incluso dio la impresión de que hubieran recibido una buena noticia.
Cuando todo estuvo preparado, los contendientes se fueron situando en un punto central inexistente, pues ya no había escenario sobre el que combatir: todo el almacén sería su campo de batalla particular. Los demás participantes y espectadores del Torneo del Calabozo habían subido al nivel superior, amontonándose tras las barandillas como si de un palco se tratara. Nadie quería perderse el menor detalle de ese encuentro.
Frida escupió a un lado y les dedicó una mirada que, desde luego, no era de amistad y amor.
—No me voy a contener una mierda con vosotros —les dijo, y podía notársele la rabia en la voz.
Estaba enfadada, lo cual era bueno en parte. Sin embargo, si alguien sabía bien lo útil que podía ser canalizar la rabia en un combate, esa era Camille. No sabía si Frida sería capaz de algo similar, pero lo prudente sería tener cuidado. Y, aun así, la morena decidió que el mensaje tan solo sería contundente si les ganaban con todo.
—Ya bueno —empezó, mostrando una sonrisa bravucona y socarrona que poco o nada cuadrarían en ella para cualquiera que la conociese, pero que pareció irritar a los otros dos—. ¿Y dónde quedó eso de aguantarte uno o dos puñetazos? Supongo que es eso que dicen por ahí: perra ladradora...
La mujer dio un paso al frente y la oni se puso en guardia. Tobías parecía bastante despreocupado con toda esa situación, pero pudo percibir en él un brillo malicioso de emoción. Parecía que habían picado el anzuelo. Tan solo esperaba que no fueran a arrepentirse de ello.
—¡Bien! Todo listo —Exclamó Garnett agarrado a una cadena que colgaba del techo, como un acróbata que danzaba por encima de la zona de combate aferrado a su cuerda— Ya sabéis, mismas reglas, solo que tenéis todo este espacio para vosotros. El combate termina cuando los dos miembros del equipo contrario queden fuera de combate o se rindan. Así que, sin más dilación... ¡Empezad!
Y, en el momento en que el sargento dio la señal, Tobías hizo algo que no había hecho hasta ese momento. Echó el puño hacia atrás y, en un rápido movimiento, lanzó un puño al aire que provocó que este vibrara y estallase en forma de onda, la cual se dirigió implacable contra la pareja de la L-42. Rápidamente, aunque no por ello menos sorprendida, Camille se posicionó frente a Atlas y lanzó un garrotazo que salió al cuento de ese ataque. El impacto fue brutal, hasta el punto de que se generó que sacudió a los presentes por un instante.
Casi instantáneamente, y sin que la oni tuviera hueco para reaccionar, Frida había saltado hasta elevarse por encima de todos y caía en picado para propinarle una brutal patada.