Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
14-11-2024, 04:32 PM
(Última modificación: 15-11-2024, 10:46 PM por Mayura Pavone.
Razón: Inventario
)
El Pavo Real del Océano observó con una mezcla de satisfacción y relajación el cómo la silueta de su destino comenzaba a dibujarse en el horizonte. La travesía desde Kilombo hacía esta nueva isla había sido, en sus propias palabras, una experiencia digna de olvidar. El espacio reducido, las noches en vela y las olas constantes le habían hecho replantearse su propio compromiso con la elegancia y la dignidad, eso sin olvidar por todo lo que tuvo que pasar en Kilombo antes de escapar. Pero la promesa de una aventura en un nuevo destino, Vodka Shore, con sus luces y su atmósfera vibrante, comenzaba a borrar el mal sabor de aquellos días en alta mar.
Finalmente, después de tanta incomodidad, se le presentaba un escenario digno de su estatus, un escenario en el que si jugaba bien sus cartas pues podría sacar mucho provecho. Cuando Porter Otto, el robusto compañero de escape, le platicó lo que planeaban hacer en esta isla. Para el Pavo Real del Océano la idea de atracar un casino le podría parecer una aberración innecesaria en un inicio, pero ahora solo pensaba en la gran oportunidad que era para mejorar su situación actual y a su vez vivir una gran aventura que desplaye el nombre del Pavo Real del Océano en este insignificante Mar del Este.
Al bajar del barco y caminar hacia el hotel, Mayura recibió la tarjeta dorada con una sonrisa llena de satisfacción, no había mucho que preguntar cuando le habían ofrecido lo que más amaba con instrucciones clara que seguir. "Una habitación de lujo, todo incluido… y sin preguntas… " pensó entusiasmado, examinando la tarjeta con interés por si tenía algún truco. Era exactamente el tipo de detalle que él consideraba esencial para un espectáculo de primera categoría. Las palabras de Porter sobre un golpe en el casino ahora resonaban en su mente con más entusiasmo que cuando las escuchó, pero por ahora, su prioridad era otra: disfrutar de las comodidades que tan generosamente le habían otorgado después de terribles días en alta mar.
Mayura no pudo evitar alinear sus pasos con la elegancia que el entorno demandaba, aun con sus ropajes rasgados y trapos sucios que le facilitaron durante el viaje para poder cubrir su pecho, el seguía siendo la viva descripción de elegancia, al menos en su mente. Aquella isla era increíble, llena de casinos y edificios dignos de apreciar, pero uno destacaba entre todos, un edificio de cristal y acero brillaba bajo las luces nocturnas, reflejando un mundo de lujo y promesas. — Vodka Shore. Finalmente, un escenario a la altura de mi talento. — Murmuró para sí, con una sonrisa que parecía mezclar entusiasmo y desafío.
Mientras se adentraba en la isla, los sonidos de risas, música y conversaciones animadas llenaban el ambiente. Los turistas y locales parecían absortos en su propio entretenimiento, lo cual, para Mayura, representaba una oportunidad perfecta para pasar desapercibido si así lo deseaba… aunque no estaba seguro de si podría resistir la tentación de hacer una entrada memorable. "¿Cuándo ha sido el anonimato un camino para el gran Pavo Real del Océano?" reflexionó, con una sonrisa cómplice consigo mismo. Mientras divisaba una tienda de ropa en la que gastaría sus últimos berries para comprar algo digno de portar, pantalones negros, una camisa verde azulado oscura y un chaleco perfecto, así es perfecto, pues era verde con adornos dorados de plumas de pavo real y mangas blancas sueltas, un atuendo perfecto para mezclarse como el artista que es entre toda esta multitud, claro, esto lo usaría después de llegar al hotel y ducharse.
Al llegar a la recepción, entregó la tarjeta dorada con un aire de seguridad y soltura, observando la reacción del personal mientras mantenía su porte altivo, sus ropajes desgastados, sus joyas sobrevivientes del escape y las bolsas de compra en mano. — Habitación seis…cero…cinco, querido. — Solicitó, apenas alzando la voz para dirigirse al recepcionista y recibir las indicaciones de cómo llegar a su habitación. Sabía que, con esta tarjeta, no tendría que soportar preguntas ni miradas curiosas, o al menos eso pensaba, pues era imposible no ser notado con el contraste que ahora portaba.
De no tener problemas, subiría directo a la habitación, dejaría caer su equipaje con un suspiro de alivio y se daría una ducha rápida. Tras finalizar su baño, disfrutaría un poco de la suite que estaba decorada con un gusto exquisito, pero sobre todo del amplio ventanal que ofrecía una vista panorámica de la isla, al verse parado en ese lugar completamente tan imponente sintió que el esfuerzo de la travesía finalmente había valido la pena, así como un leve destello de nostalgia pues era la primera vez que experimentaba el lujo en mucho tiempo. — Este… este sí es un escenario digno de mí. — se dijo, antes de despojarse de su toalla mojada y dejarse caer en la cama. Allí tirado y reflexivo, decidió echar un vistazo a la herida de bala que le habían tratado durante los días en alta mar, la misma no parecía presentar complicaciones por lo que con un leve suspiro volvería a dejarse caer y relajar su cuerpo.
Después de unos minutos de descanso, sus pensamientos se dirigieron al plan de Porter. Un golpe en un casino de Vodka Shore sonaba tentador, y la emoción en los ojos de Porter no había pasado desapercibida. Mayura sabía que esta era una oportunidad para crear algo grande, algo memorable. — Podría ser el acto más espectacular que este escenario haya visto. — diría con una sonrisa. Aun así, había dudas que resolver y alianzas que evaluar antes de comprometerse. Después de todo, la elegancia residía tanto en la estrategia como en la ejecución.
Se levantó de la cama y disfrutó una vez más la vista desde su ventana, era imposible no sentirse importante cuando todos parecían hormigas entre el destello de luces y la multitud de personas. — A las plumas que ondean en el aire y a los reflectores que brillarán sobre mí. — murmuró, con su usual toque dramático posando su palma sobre el vidrio como si fuese un brindis invisible con la multitud de personas que visualizaba desde su ventanal. Vodka Shore era solo el inicio, y él, Mayura Pavone, estaba más que listo para conquistar este escenario por lo que finalmente de pondría sus ropajes nuevos y joyas y saldría del hotel para familiarizarse con los alrededores. Si nada adicional pasaba, pues regresaría a altas horas a tomar un descanso y alistarse para el día siguiente.
Finalmente, después de tanta incomodidad, se le presentaba un escenario digno de su estatus, un escenario en el que si jugaba bien sus cartas pues podría sacar mucho provecho. Cuando Porter Otto, el robusto compañero de escape, le platicó lo que planeaban hacer en esta isla. Para el Pavo Real del Océano la idea de atracar un casino le podría parecer una aberración innecesaria en un inicio, pero ahora solo pensaba en la gran oportunidad que era para mejorar su situación actual y a su vez vivir una gran aventura que desplaye el nombre del Pavo Real del Océano en este insignificante Mar del Este.
Al bajar del barco y caminar hacia el hotel, Mayura recibió la tarjeta dorada con una sonrisa llena de satisfacción, no había mucho que preguntar cuando le habían ofrecido lo que más amaba con instrucciones clara que seguir. "Una habitación de lujo, todo incluido… y sin preguntas… " pensó entusiasmado, examinando la tarjeta con interés por si tenía algún truco. Era exactamente el tipo de detalle que él consideraba esencial para un espectáculo de primera categoría. Las palabras de Porter sobre un golpe en el casino ahora resonaban en su mente con más entusiasmo que cuando las escuchó, pero por ahora, su prioridad era otra: disfrutar de las comodidades que tan generosamente le habían otorgado después de terribles días en alta mar.
Mayura no pudo evitar alinear sus pasos con la elegancia que el entorno demandaba, aun con sus ropajes rasgados y trapos sucios que le facilitaron durante el viaje para poder cubrir su pecho, el seguía siendo la viva descripción de elegancia, al menos en su mente. Aquella isla era increíble, llena de casinos y edificios dignos de apreciar, pero uno destacaba entre todos, un edificio de cristal y acero brillaba bajo las luces nocturnas, reflejando un mundo de lujo y promesas. — Vodka Shore. Finalmente, un escenario a la altura de mi talento. — Murmuró para sí, con una sonrisa que parecía mezclar entusiasmo y desafío.
Mientras se adentraba en la isla, los sonidos de risas, música y conversaciones animadas llenaban el ambiente. Los turistas y locales parecían absortos en su propio entretenimiento, lo cual, para Mayura, representaba una oportunidad perfecta para pasar desapercibido si así lo deseaba… aunque no estaba seguro de si podría resistir la tentación de hacer una entrada memorable. "¿Cuándo ha sido el anonimato un camino para el gran Pavo Real del Océano?" reflexionó, con una sonrisa cómplice consigo mismo. Mientras divisaba una tienda de ropa en la que gastaría sus últimos berries para comprar algo digno de portar, pantalones negros, una camisa verde azulado oscura y un chaleco perfecto, así es perfecto, pues era verde con adornos dorados de plumas de pavo real y mangas blancas sueltas, un atuendo perfecto para mezclarse como el artista que es entre toda esta multitud, claro, esto lo usaría después de llegar al hotel y ducharse.
Al llegar a la recepción, entregó la tarjeta dorada con un aire de seguridad y soltura, observando la reacción del personal mientras mantenía su porte altivo, sus ropajes desgastados, sus joyas sobrevivientes del escape y las bolsas de compra en mano. — Habitación seis…cero…cinco, querido. — Solicitó, apenas alzando la voz para dirigirse al recepcionista y recibir las indicaciones de cómo llegar a su habitación. Sabía que, con esta tarjeta, no tendría que soportar preguntas ni miradas curiosas, o al menos eso pensaba, pues era imposible no ser notado con el contraste que ahora portaba.
De no tener problemas, subiría directo a la habitación, dejaría caer su equipaje con un suspiro de alivio y se daría una ducha rápida. Tras finalizar su baño, disfrutaría un poco de la suite que estaba decorada con un gusto exquisito, pero sobre todo del amplio ventanal que ofrecía una vista panorámica de la isla, al verse parado en ese lugar completamente tan imponente sintió que el esfuerzo de la travesía finalmente había valido la pena, así como un leve destello de nostalgia pues era la primera vez que experimentaba el lujo en mucho tiempo. — Este… este sí es un escenario digno de mí. — se dijo, antes de despojarse de su toalla mojada y dejarse caer en la cama. Allí tirado y reflexivo, decidió echar un vistazo a la herida de bala que le habían tratado durante los días en alta mar, la misma no parecía presentar complicaciones por lo que con un leve suspiro volvería a dejarse caer y relajar su cuerpo.
Después de unos minutos de descanso, sus pensamientos se dirigieron al plan de Porter. Un golpe en un casino de Vodka Shore sonaba tentador, y la emoción en los ojos de Porter no había pasado desapercibida. Mayura sabía que esta era una oportunidad para crear algo grande, algo memorable. — Podría ser el acto más espectacular que este escenario haya visto. — diría con una sonrisa. Aun así, había dudas que resolver y alianzas que evaluar antes de comprometerse. Después de todo, la elegancia residía tanto en la estrategia como en la ejecución.
Se levantó de la cama y disfrutó una vez más la vista desde su ventana, era imposible no sentirse importante cuando todos parecían hormigas entre el destello de luces y la multitud de personas. — A las plumas que ondean en el aire y a los reflectores que brillarán sobre mí. — murmuró, con su usual toque dramático posando su palma sobre el vidrio como si fuese un brindis invisible con la multitud de personas que visualizaba desde su ventanal. Vodka Shore era solo el inicio, y él, Mayura Pavone, estaba más que listo para conquistar este escenario por lo que finalmente de pondría sus ropajes nuevos y joyas y saldría del hotel para familiarizarse con los alrededores. Si nada adicional pasaba, pues regresaría a altas horas a tomar un descanso y alistarse para el día siguiente.