Lobo Jackson
Moonwalker
14-11-2024, 11:13 PM
La amistad que comparten los músicos va más allá de las presentaciones, las bebidas y los halagos. Es el encuentro entre dos espíritus afines que han practicado día tras día para alcanzar una perfección que nunca llega, un esfuerzo a través de un camino repleto de piedras de tropiezo entre las que se encuentran los bloqueos artísticos, el miedo escénico, los atascos de aprendizaje y el terror al fracaso.
Todo músico que se aprecie puede ver más allá de lo que la gente llama "talento nato". Ve cada hora practicada, cada minuto dedicado a la música, cada noche en vela repleta de ansiedad y nerviosismo. Conoce de primera mano las nauseas que se arremolinan en el estómago antes de un gran concierto, cuando todas las miradas están puedas sobre su persona y cree que los espectadores están atentos al más mínimo fallo de su interpretación.
Por ese motivo, cuando Rizzo se acercó con el corazón en la mano y le abrazó, el mink correspondió de igual manera. Ambos estrecharon lazos durante ese corto instante, con los instrumentos, el telón y los asientos del backstage del Baratie como testigos de su mutua comprensión y cariño. Tal vez la única persona aparte de Lobo Jackson capaz de comprender ese sentimiento tan particular era su camarada y cantante, la bella sirena Asradi.
- Te prometo que lo lograré-gara, me convertiré en el Rey del Pop. - Afirmó el revolucionario con una voluntad inquebrantable que se hacía eco en sus palabras. - ¡Ya lo verás-gara! ¡Pronto verás mi imagen por todo el East Blue-gara! -
Tras despedirse de Rizzo, terminó de afinar a "Thriller" y recogió sus cosas. Todavía tenía mucho camino por delante antes de ser el Rey del Pop, más conciertos que dar, más músicos con los que competir y, sobre todo, más mundo que conocer. El East Blue había sido el primero de los cuatro mares, pero ya sabía dónde quería dar su próxima gira: el North Blue.
21:00 de esa misma noche
Cubierta del balandro
Los pasos de Lobo Jackson le llevaron de nuevo al barco de los revolucionarios. Había pasado la mayor parte del día firmando autógrafos, saludando fans y disfrutando de comida gratuita sin pensar demasiado en sus camaradas, a quienes no vio sino fugazmente durante unos instantes. Incluso el gigantesco Umibozu parecía haberse sumergido hacia las profundidades.
- ¿Dónde está todo el mundo? ¿Se habrán ido a dormir? - Se preguntó el lobo cuando llegó a la cubierta del barco. Había algo extraño en el ambiente, un aura de tristeza y dolor que parecía haberse apoderado del navío, contrastando con el jolgorio del Baratie.
Se dirigió hacia su camarote con la intención de dejar sus cosas y prepararse para el día siguiente cuando un sollozo llamó su atención. No era un llanto a viva voz, pero reconocería aquel tono dulce y fino en cualquier lugar del mundo.
Cambió su camino y se encaminó hacia el origen de la tristeza. Una pequeña luz salía bajo la puerta del camarote de Tofun, un pequeño rayo de luz de color amarillento que parecía ir disminuyendo en su intensidad. Antes de que pudiera tocar la puerta, ésta se abrió frente a él, y en el umbral se encontró con su peludo camarada Rocket. Su mirada apenada y cabizbaja fue todo cuanto lo que Lobo necesitaba para comprender la situación.
Tras él, podía ver al resto de sus camaradas. Varios estaban de pie, algunos apartaban la mirada mientras otros observaban directamente al lecho sobre el que Asradi se apoyaba de rodillas, con el rostro oculto bajo los brazos. El mink se acercó con toda la delicadeza que pudo y miró la figura de rostro pálido, pero pacífico, que reposaba en sueño eterno.
Sintió que su mandíbula se cerraba con fuerza, apretándose de manera inconsciente. De sus ojos brotaron varias lágrimas que se apresuró a limpiar con la mano. El cirio que iluminaba la estancia se apagó de improviso, dejando que la luna y las estrellas iluminasen la cama con su brillo inigualable.
Tofun había fallecido.
Todo músico que se aprecie puede ver más allá de lo que la gente llama "talento nato". Ve cada hora practicada, cada minuto dedicado a la música, cada noche en vela repleta de ansiedad y nerviosismo. Conoce de primera mano las nauseas que se arremolinan en el estómago antes de un gran concierto, cuando todas las miradas están puedas sobre su persona y cree que los espectadores están atentos al más mínimo fallo de su interpretación.
Por ese motivo, cuando Rizzo se acercó con el corazón en la mano y le abrazó, el mink correspondió de igual manera. Ambos estrecharon lazos durante ese corto instante, con los instrumentos, el telón y los asientos del backstage del Baratie como testigos de su mutua comprensión y cariño. Tal vez la única persona aparte de Lobo Jackson capaz de comprender ese sentimiento tan particular era su camarada y cantante, la bella sirena Asradi.
- Te prometo que lo lograré-gara, me convertiré en el Rey del Pop. - Afirmó el revolucionario con una voluntad inquebrantable que se hacía eco en sus palabras. - ¡Ya lo verás-gara! ¡Pronto verás mi imagen por todo el East Blue-gara! -
Tras despedirse de Rizzo, terminó de afinar a "Thriller" y recogió sus cosas. Todavía tenía mucho camino por delante antes de ser el Rey del Pop, más conciertos que dar, más músicos con los que competir y, sobre todo, más mundo que conocer. El East Blue había sido el primero de los cuatro mares, pero ya sabía dónde quería dar su próxima gira: el North Blue.
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21:00 de esa misma noche
Cubierta del balandro
Los pasos de Lobo Jackson le llevaron de nuevo al barco de los revolucionarios. Había pasado la mayor parte del día firmando autógrafos, saludando fans y disfrutando de comida gratuita sin pensar demasiado en sus camaradas, a quienes no vio sino fugazmente durante unos instantes. Incluso el gigantesco Umibozu parecía haberse sumergido hacia las profundidades.
- ¿Dónde está todo el mundo? ¿Se habrán ido a dormir? - Se preguntó el lobo cuando llegó a la cubierta del barco. Había algo extraño en el ambiente, un aura de tristeza y dolor que parecía haberse apoderado del navío, contrastando con el jolgorio del Baratie.
Se dirigió hacia su camarote con la intención de dejar sus cosas y prepararse para el día siguiente cuando un sollozo llamó su atención. No era un llanto a viva voz, pero reconocería aquel tono dulce y fino en cualquier lugar del mundo.
Cambió su camino y se encaminó hacia el origen de la tristeza. Una pequeña luz salía bajo la puerta del camarote de Tofun, un pequeño rayo de luz de color amarillento que parecía ir disminuyendo en su intensidad. Antes de que pudiera tocar la puerta, ésta se abrió frente a él, y en el umbral se encontró con su peludo camarada Rocket. Su mirada apenada y cabizbaja fue todo cuanto lo que Lobo necesitaba para comprender la situación.
Tras él, podía ver al resto de sus camaradas. Varios estaban de pie, algunos apartaban la mirada mientras otros observaban directamente al lecho sobre el que Asradi se apoyaba de rodillas, con el rostro oculto bajo los brazos. El mink se acercó con toda la delicadeza que pudo y miró la figura de rostro pálido, pero pacífico, que reposaba en sueño eterno.
Sintió que su mandíbula se cerraba con fuerza, apretándose de manera inconsciente. De sus ojos brotaron varias lágrimas que se apresuró a limpiar con la mano. El cirio que iluminaba la estancia se apagó de improviso, dejando que la luna y las estrellas iluminasen la cama con su brillo inigualable.
Tofun había fallecido.