Raiga Gin Ebra
-
15-11-2024, 10:30 AM
La capitana Montpellier te observa en silencio tras tu pequeño discurso, sus ojos parecen analizar cada palabra que has dicho, cada gesto que haces. Finalmente, se levanta de su asiento con calma y se dirige a un archivador junto a la pared. Busca entre los papeles mientras sus dedos recorren las pestañas de las carpetas con precisión. Encuentra lo que busca, toma un expediente y regresa a su escritorio, sentándose de nuevo con la misma serenidad.
Abre el expediente y comienza a leer, lanzándote miradas fugaces de vez en cuando, como si quisiera comprobar si sigues allí o si tus gestos traicionan algo de lo que has dicho. No hay reproche en su rostro, pero tampoco simpatía. Después de unos segundos que parecen estirarse interminablemente, alza la vista.
—Te seré sincera, Silver —comienza, con un tono directo—. Creo que tenemos un gran problema a la hora de evaluar a la gente. No digo que se hayan equivocado en tu caso, pero tal vez aún no has encontrado tu sitio.
Vuelve a bajar la mirada al expediente y lo cierra con un movimiento decidido. Toma una pluma y empieza a firmar algunos documentos del traslado, mientras continúa hablando sin apartar la vista de su tarea.
—Voy a terminar de gestionar todo este papeleo, y te lo digo desde ya: si lo haces bien, pasarás aquí bastante tiempo. Pero, Silver —dice, levantando brevemente la mirada para que entiendas el peso de sus palabras—, si lo haces mal, no será Loguetown quien decida tu futuro.
Tras unos segundos más, estira la mano y coge su Den Den Mushi. Aprieta un botón para hacer una llamada, mientras continúa escribiendo con la otra mano.
—Teniente Shawn, venga a mi despacho.
Nooo, no me jodas. El teniente Shawn... Lo siento mucho. Es el tipo más odiado por la L-42, que me imagino que sabrás que es la mejor brigada del mundo mundial. Pero bueno, tampoco te voy a hacer spoilers, ya verás por qué.
El tono de la capitana es autoritario pero tranquilo, sin un ápice de duda. Pasan un par de minutos que se te hacen eternos, con el silencio roto únicamente por el sonido de la pluma sobre el papel. Finalmente, alguien golpea la puerta con un ritmo firme y controlado. La capitana ni siquiera levanta la vista mientras da la orden de entrada.
Un hombre alto, de constitución robusta, calvo y con una mandíbula que parece tallada en piedra, atraviesa la puerta. El teniente Shawn te observa con un gesto neutral antes de cuadrarse frente a la capitana.
—Teniente Shawn, quiero que enseñe las instalaciones al nuevo recluta. Que se familiarice con todo antes de empezar su entrenamiento.
El hombre asiente con un movimiento corto y decidido. Luego se gira hacia ti y extiende su mano.
—Bienvenido a Loguetown, Jack Silver. Tenía ganas de que llegaras. Ven conmigo.
Sigues al teniente mientras él comienza a mostrarte las instalaciones con una profesionalidad impecable. Primero, te lleva al patio de entrenamiento, donde un grupo de reclutas practica bajo la supervisión de un instructor que no deja de gritar correcciones. Te explica que es el lugar principal para las prácticas de combate cuerpo a cuerpo y pruebas físicas.
Después, pasáis por los dormitorios de los reclutas, un espacio sencillo pero ordenado, con literas alineadas y baúles de almacenamiento a los pies de cada cama. Algunas habitaciones son individuales, quizá para los cargos de mayor rango. Continúa hacia la cantina, un lugar amplio y ruidoso donde algunos marines charlan animadamente mientras terminan su almuerzo.
Te muestra también el arsenal, un lugar vigilado donde se guardan armas de todo tipo, desde sables hasta rifles. Aquí el teniente se detiene unos segundos, observándote como si evaluara algo antes de continuar hacia la sala de estrategia, un espacio más formal con mapas y tableros donde se planean operativos. Y, por último, llegáis al almacén de datos, una sala que luce la mar de aburrida. Multitud de archivadores, estantes y papeles, en resumidas cuentas. Custodiada por un hombre en la entrada y una mujer en una silla que escribe algo en un papel. Seguramente pienses que es quien lleva un registro de lo que salga de allí.
Finalmente, llegáis a la torre de vigilancia, desde donde puedes ver toda la ciudad. Las calles de Loguetown se extienden tranquilas ante tus ojos, y por un momento, el silencio te da una pausa para reflexionar.
Shawn cruza los brazos y asiente hacia ti.
—A grandes rasgos, este es nuestro cuartel. Espero que encuentres tu lugar aquí, Silver. ¿Alguna pregunta? ¿Quieres empezar por algún sitio en concreto?
Qué cabrón el Shawn, parece hasta amable. Aunque... Claro, esto es el 3 de verano. Aún no nos conocía a la mayoría de la L-42, así que aún tiene paciencia. Aprovecha.
Abre el expediente y comienza a leer, lanzándote miradas fugaces de vez en cuando, como si quisiera comprobar si sigues allí o si tus gestos traicionan algo de lo que has dicho. No hay reproche en su rostro, pero tampoco simpatía. Después de unos segundos que parecen estirarse interminablemente, alza la vista.
—Te seré sincera, Silver —comienza, con un tono directo—. Creo que tenemos un gran problema a la hora de evaluar a la gente. No digo que se hayan equivocado en tu caso, pero tal vez aún no has encontrado tu sitio.
Vuelve a bajar la mirada al expediente y lo cierra con un movimiento decidido. Toma una pluma y empieza a firmar algunos documentos del traslado, mientras continúa hablando sin apartar la vista de su tarea.
—Voy a terminar de gestionar todo este papeleo, y te lo digo desde ya: si lo haces bien, pasarás aquí bastante tiempo. Pero, Silver —dice, levantando brevemente la mirada para que entiendas el peso de sus palabras—, si lo haces mal, no será Loguetown quien decida tu futuro.
Tras unos segundos más, estira la mano y coge su Den Den Mushi. Aprieta un botón para hacer una llamada, mientras continúa escribiendo con la otra mano.
—Teniente Shawn, venga a mi despacho.
Nooo, no me jodas. El teniente Shawn... Lo siento mucho. Es el tipo más odiado por la L-42, que me imagino que sabrás que es la mejor brigada del mundo mundial. Pero bueno, tampoco te voy a hacer spoilers, ya verás por qué.
El tono de la capitana es autoritario pero tranquilo, sin un ápice de duda. Pasan un par de minutos que se te hacen eternos, con el silencio roto únicamente por el sonido de la pluma sobre el papel. Finalmente, alguien golpea la puerta con un ritmo firme y controlado. La capitana ni siquiera levanta la vista mientras da la orden de entrada.
Un hombre alto, de constitución robusta, calvo y con una mandíbula que parece tallada en piedra, atraviesa la puerta. El teniente Shawn te observa con un gesto neutral antes de cuadrarse frente a la capitana.
—Teniente Shawn, quiero que enseñe las instalaciones al nuevo recluta. Que se familiarice con todo antes de empezar su entrenamiento.
El hombre asiente con un movimiento corto y decidido. Luego se gira hacia ti y extiende su mano.
—Bienvenido a Loguetown, Jack Silver. Tenía ganas de que llegaras. Ven conmigo.
Sigues al teniente mientras él comienza a mostrarte las instalaciones con una profesionalidad impecable. Primero, te lleva al patio de entrenamiento, donde un grupo de reclutas practica bajo la supervisión de un instructor que no deja de gritar correcciones. Te explica que es el lugar principal para las prácticas de combate cuerpo a cuerpo y pruebas físicas.
Después, pasáis por los dormitorios de los reclutas, un espacio sencillo pero ordenado, con literas alineadas y baúles de almacenamiento a los pies de cada cama. Algunas habitaciones son individuales, quizá para los cargos de mayor rango. Continúa hacia la cantina, un lugar amplio y ruidoso donde algunos marines charlan animadamente mientras terminan su almuerzo.
Te muestra también el arsenal, un lugar vigilado donde se guardan armas de todo tipo, desde sables hasta rifles. Aquí el teniente se detiene unos segundos, observándote como si evaluara algo antes de continuar hacia la sala de estrategia, un espacio más formal con mapas y tableros donde se planean operativos. Y, por último, llegáis al almacén de datos, una sala que luce la mar de aburrida. Multitud de archivadores, estantes y papeles, en resumidas cuentas. Custodiada por un hombre en la entrada y una mujer en una silla que escribe algo en un papel. Seguramente pienses que es quien lleva un registro de lo que salga de allí.
Finalmente, llegáis a la torre de vigilancia, desde donde puedes ver toda la ciudad. Las calles de Loguetown se extienden tranquilas ante tus ojos, y por un momento, el silencio te da una pausa para reflexionar.
Shawn cruza los brazos y asiente hacia ti.
—A grandes rasgos, este es nuestro cuartel. Espero que encuentres tu lugar aquí, Silver. ¿Alguna pregunta? ¿Quieres empezar por algún sitio en concreto?
Qué cabrón el Shawn, parece hasta amable. Aunque... Claro, esto es el 3 de verano. Aún no nos conocía a la mayoría de la L-42, así que aún tiene paciencia. Aprovecha.