Atlas
Nowhere | Fénix
15-11-2024, 02:06 PM
Nada de dos y pico, mi querido John, Fiuri mide más de cinco metros de altura y me la jugaría a que de hombro a hombro mide más que tú de altura. Pero bueno, se entiende tu idea. En cualquier caso, el colosal habitante del mar no repara en tu presencia mientras te acercas, mientras que el niño pez espada sí que lo hace. Se gira un poco para encararse hacia ti conforme reduces la distancia entre ellos y tú y, cuando hablas, no dice nada y sólo mira al tiburón. Cualquiera diría que le quiere avisar de estás ahí, pero se ve que le da un poco de apuro. En cualquier caso, Fiuri se percata de tu presencia por si solo en cuanto te diriges a ellos.
—Fiuri no está disponible en este momento —ruge el ser abisal en un tono que cualquiera que no le conozca calificaría de amenazante—. Todo el mundo busca a Fiuri. Fiuri por aquí y Fiuri por allá, pero ¿dónde está toda esa gente cuando Fiuri les necesita? ¿Quién da la cara por Fiuri cuando hace falta?
Conforme va hablando su tono de voz se va alzando, actuando como una mala válvula de escape para la indecisión, la preocupación y la angustia que atenazan su alma. Mientras habla no se detiene, sino que continúa yendo y viniendo frente a su casa. Sus colosales pies van dejando profundas huellas en la arena mientras sigue blasfemando en voz baja.
—No tengo tiempo para contar historias, no escojo aprendices, no tengo una colección de trofeos de piratas famosos atrapados y no te voy a dar una prenda de ropa interior —dice entonces, algo más calmado, para pasar a darte al espalda y enfocarse de nuevo en el muchacho—. El otro día vinieron unos marines a pedirme que les diese unos consejos a la hora de detectar y recorrer corrientes marinas en barco. A lo mejor si vamos y les contamos nuestro problema, a cambio de que les dé esas lecciones se ponen manos a la obra y encuentran rápidamente a Neo.
—¿Pero por dónde le podrían buscar?
—No lo sé, eso será problema suyo. Tienen muchos efectivos, ¿qué menos que organizar un dispositivo para encontrarle? Podrían peinar todo Coraltown y alrededores en menos que canta un gallo. Sólo hay que darles un buen motivo para que se pongan manos a la obra cuanto antes y dejen de vaguear. En mis tiempos no eran tan inútiles. Bueno, había de todo, pero era más fácil dar con alguien competente.
—¿Y si vas tú en su busca, Fiuri? No se lo diré a nadie y todo el mundo pensará que no has salido de la cabaña. No te puede ser muy difícil encontrar a esa rata de alcantarilla y es imposible que te pueda plantar cara.
—Yo no puedo, Set, te lo he dicho muchas veces. Hace mucho tiempo que lo dejé. Hice un juramento en un momento y un lugar muy importantes para mí, un juramento en el que se pusieron sobre la mesa muchas cosas. No podría quebrantarlo aunque quisiera, pero, además, no quiero. Soy quien soy debido a cómo he actuado en mi vida. Nunca he faltado a mi palabra y no lo voy a hacer.
Como habrás podido intuir. Fiuri ha dado por sentado que vas a seguir las órdenes que te ha dado y vas a desaparecer de su vista. Tanto es así que no ha vuelto a mirar en tu dirección ni se ha dirigido a ti. Se le ve bastante agobiado, así que lo mismo necesitar captar su atención de algún modo.
—Fiuri no está disponible en este momento —ruge el ser abisal en un tono que cualquiera que no le conozca calificaría de amenazante—. Todo el mundo busca a Fiuri. Fiuri por aquí y Fiuri por allá, pero ¿dónde está toda esa gente cuando Fiuri les necesita? ¿Quién da la cara por Fiuri cuando hace falta?
Conforme va hablando su tono de voz se va alzando, actuando como una mala válvula de escape para la indecisión, la preocupación y la angustia que atenazan su alma. Mientras habla no se detiene, sino que continúa yendo y viniendo frente a su casa. Sus colosales pies van dejando profundas huellas en la arena mientras sigue blasfemando en voz baja.
—No tengo tiempo para contar historias, no escojo aprendices, no tengo una colección de trofeos de piratas famosos atrapados y no te voy a dar una prenda de ropa interior —dice entonces, algo más calmado, para pasar a darte al espalda y enfocarse de nuevo en el muchacho—. El otro día vinieron unos marines a pedirme que les diese unos consejos a la hora de detectar y recorrer corrientes marinas en barco. A lo mejor si vamos y les contamos nuestro problema, a cambio de que les dé esas lecciones se ponen manos a la obra y encuentran rápidamente a Neo.
—¿Pero por dónde le podrían buscar?
—No lo sé, eso será problema suyo. Tienen muchos efectivos, ¿qué menos que organizar un dispositivo para encontrarle? Podrían peinar todo Coraltown y alrededores en menos que canta un gallo. Sólo hay que darles un buen motivo para que se pongan manos a la obra cuanto antes y dejen de vaguear. En mis tiempos no eran tan inútiles. Bueno, había de todo, pero era más fácil dar con alguien competente.
—¿Y si vas tú en su busca, Fiuri? No se lo diré a nadie y todo el mundo pensará que no has salido de la cabaña. No te puede ser muy difícil encontrar a esa rata de alcantarilla y es imposible que te pueda plantar cara.
—Yo no puedo, Set, te lo he dicho muchas veces. Hace mucho tiempo que lo dejé. Hice un juramento en un momento y un lugar muy importantes para mí, un juramento en el que se pusieron sobre la mesa muchas cosas. No podría quebrantarlo aunque quisiera, pero, además, no quiero. Soy quien soy debido a cómo he actuado en mi vida. Nunca he faltado a mi palabra y no lo voy a hacer.
Como habrás podido intuir. Fiuri ha dado por sentado que vas a seguir las órdenes que te ha dado y vas a desaparecer de su vista. Tanto es así que no ha vuelto a mirar en tu dirección ni se ha dirigido a ti. Se le ve bastante agobiado, así que lo mismo necesitar captar su atención de algún modo.