Qazan
Qazan
15-11-2024, 05:44 PM
Aquella luz se acerca más y más, aquellos bandidos que te estaban persiguiendo no eran demasiado avispados o puede que no conociesen bien el bosque, pero decidieron dejar de perseguirte hace un rato. Pero entonces... ¿Qué es esa luz?. Oculto en la madriguera del oso preparaste tu trampa para asaltar a los bandidos, sin embargo y para tu sorpresa, mientras esperabas que se acercasen, podías escuchar madera golpeando contra la tierra y piedras del suelo. Cada vez la luz está más y más cerca hasta que por fin, la luz llega hasta la entrada de la madriguera.
Un anciano se encuentra de pie, encorvado bajo el peso de los años y la angustia. Su rostro está iluminado por la luz anaranjada del fuego, destacando cada arruga, cada surco que la vida y el sufrimiento han dejado. Sus ojos son un mar inquieto, llenos de desesperación, reflejando la profundidad de su pérdida. Las manos huesudas, aferradas con fuerza a un bastón de madera desgastada, tiemblan ligeramente, ya sea por el frío o por la ansiedad.
La voz del hombre, aunque quebrada, resuena en el silencio. Cada palabra está cargada de emoción:
—Se la llevaron... Mi hija... —hace una pausa, tragando saliva como si reviviera el momento—. Los bandidos vinieron en la noche. No pude hacer nada. Ayúdeme, por favor... no tengo a nadie más.
El silencio posterior es ensordecedor, roto solo por el crepitar del fuego. El aire parece más pesado, cargado con la urgencia de la situación. En sus ojos, una mezcla de miedo y esperanza parpadea, esperando una respuesta de quien se oculta en las sombras con su trampa preparada.
Tal parece, que lo que te había estado persiguiendo durante parte de la noche había sido este anciano... El cual por sus palabras puedes intuir que es el padre de Fleur. Parece que los bandidos han sido más astutos esta vez y en lugar de perseguirte por el bosque como pollos sin cabeza, han raptado a esa preciosa chica que te había dado de comer cuando no tenías nada.
El bastón resbala de sus manos, golpeando el suelo con un sonido seco. El anciano cae de lado, sus brazos débiles intentando amortiguar la caída sin éxito. Quedando tendido en la tierra respirando con dificultad, su pecho subiendo y bajando con un ritmo irregular. Su vida está en tus manos, no es que le esté dando un infarto, pero si no le ayudas se convertirá en la comida del dueño de la madriguera cuando vuelva.
Un anciano se encuentra de pie, encorvado bajo el peso de los años y la angustia. Su rostro está iluminado por la luz anaranjada del fuego, destacando cada arruga, cada surco que la vida y el sufrimiento han dejado. Sus ojos son un mar inquieto, llenos de desesperación, reflejando la profundidad de su pérdida. Las manos huesudas, aferradas con fuerza a un bastón de madera desgastada, tiemblan ligeramente, ya sea por el frío o por la ansiedad.
La voz del hombre, aunque quebrada, resuena en el silencio. Cada palabra está cargada de emoción:
—Se la llevaron... Mi hija... —hace una pausa, tragando saliva como si reviviera el momento—. Los bandidos vinieron en la noche. No pude hacer nada. Ayúdeme, por favor... no tengo a nadie más.
El silencio posterior es ensordecedor, roto solo por el crepitar del fuego. El aire parece más pesado, cargado con la urgencia de la situación. En sus ojos, una mezcla de miedo y esperanza parpadea, esperando una respuesta de quien se oculta en las sombras con su trampa preparada.
Tal parece, que lo que te había estado persiguiendo durante parte de la noche había sido este anciano... El cual por sus palabras puedes intuir que es el padre de Fleur. Parece que los bandidos han sido más astutos esta vez y en lugar de perseguirte por el bosque como pollos sin cabeza, han raptado a esa preciosa chica que te había dado de comer cuando no tenías nada.
El bastón resbala de sus manos, golpeando el suelo con un sonido seco. El anciano cae de lado, sus brazos débiles intentando amortiguar la caída sin éxito. Quedando tendido en la tierra respirando con dificultad, su pecho subiendo y bajando con un ritmo irregular. Su vida está en tus manos, no es que le esté dando un infarto, pero si no le ayudas se convertirá en la comida del dueño de la madriguera cuando vuelva.