Sowon
Luna Sangrienta
16-11-2024, 01:56 AM
Verano Día 24
La taberna ofrecía un mundo de posibilidades para la Oni y sus ambiciones. No tenía nada que perder y mucho que ganar tras haber superado grandes desafíos gracias a su espada, se relajaba sentada a un costado para analizar con su ojo clínico a las personas que ingresaban sin levantar sospechas. Los comunes y hormigas se habían acostumbrado a verle reposar mientras que otros se negaban a iniciar conflictos con ella. La rubia podía idenficarlos con cada movimiento, aquellos que simolemente estaban de paso, los que buscaban pelea y esos que marcaban a las personas como una presa fácil. En tierra de animales carroñeros solo se mantenían los depredadores y los astutos, la gigantesca Oni era del primer grupo. Una mujer que se valía de la fuerza y no temía en luchar con fiereza para defender lo suyo.
Suspiró tras dejar la jarra de agua vacía sobre la mesa, el verano podía resultar agobiante en pleno mediodía y más cuando no había ventilación. Algunas gotas de sudor se acumulaban en su frente, similar a una lata de refresco que sufre la condena de un cambio de ambiente. Se frotó con el antebrazo, había entrado para refugiarse del sol, pero su cuerpo ya se inquietaba y su espadón que reposaba a su lado le tentaba a salir en busca de alguna emoción.
Nada le retenía, solo la sensación de aquella luz insensible que le pperseguiría durante todo el camino al bosque. Mordió el pescado y mojó el arroz en sus jugos para continuar comiendo, la delicia se convertía en un tortuoso bucle, al tragar volvía a necesitar agua pero esta vez siguió hasta dejar el plato vacío y consumir lo último que le quedaba de agua.
— ¿Quienes son estos idiotas? —
Preguntó al tabernero señalando una colección de carteles en la pared, todos rostros famosos y algunos poco agraciados, con una recompensa adorsada a su imágen y las palabras que determinaban la manera de entregarlos. "Vivos o Muertos" o la unilateralidad del destino, el tabernero explicaba que todos eran criminales. Algunos bandidos, otros focos revolucionarios y algunos domadores de los mares que se dedicaban al pillaje. No todos eran originarios o pasaban por aquella isla, incluso dudaba de si alguno de los más famosos tuvieran interés en una isla tan mundana como lo era aquella.
— Una lástima, por algunos pagan muy bien, pero por otros solo una miseria... estos dicen que son locales. —
Se inclinó sobre la lista de carteles más pequeños, al menos para su inmenso tamaño resultaban casi pañuelos. Una colección de lo más variopinta entre soldados renegados, bandidos calvos y algunos crios pandilleros con recompensas muy bajas. Podría hacerse una vida cazando a algunos, a lo mejor si era como acompañante o cruzando caminos con otros interesados. Le llamaban una pirata, pero ella era una guerrera y ¿Acaso los piratas no cazaban a otros para alzarse con un trono? Ella podía ser la pirata que se alimentase de otros y los usara para fabricar su propio trono. Los ojos le brillaron al verse sentada, sobre los cuerpos de varios sacrificios, podía ser el destino pero ahora le apetecía encontrar a alguno.
Arrancó un par de recompensas, colocando todas en la mesa y analizando con sus brazos cruzados su mejor opción. Algunos a juzgar por los paisajes no parecían haber sido fotografiados lejos del pueblo, incluso reconocía haber pasado por alguna estructura similar o una calle particular al divisar los carteles más llamativos.
— Parece que estamos en una encrucijada, puede que sean locales pero pocos podrían frecuentar la misma zona... aunque... un momento. —
Murmuró mientras juntaba tres fotos, las tres parecían tomadas en un mismo lugar, un callejón de Rostock pero en diferentes momentos, lo notaba gracias a la pintura de un graffity plasmado en una de las paredes que se iba diluyendo al pasar los rostros. ¿Una base? ¿Un punto del bajo fondo? Lo que escondiese ese lugar podía ser su próxima mina de oro...